No existe sistema económico que pueda vivir sin amor, pero no quieren reconocerlo.
Hacer la comida, lavar la ropa, limpiar la casa, dormir a los niños, cuidar de los enfermos, hacer la tarea o hacer la compra… es algo cotidiano para la mayoría de las mujeres. Es algo que la economía da por hecho, algo que ocurre como por arte de magia, no obstante, algo que el sistema necesita para reproducirse.
Estas tareas las hacen principalmente las mujeres, las hacen por amor o, mejor dicho, por amor al arte ya que no se pagan ni se reconocen. Son imprescindibles, pero invisibles. Las encuestas de uso de tiempo hechas en la región nos dicen que las mujeres latinoamericanas dedican en promedio 38 horas a la semana a hacer lo que llaman trabajo no remunerado, es decir 7.6 horas al día de lunes a viernes. Casi, casi una jornada laboral, pero este trabajo no se paga, se hace supuestamente por “amor”. En República Dominicana este trabajo es tan poco reconocido que aún ni se ha medido.
Pese a que estas tareas son necesarias para toda la sociedad las mujeres hacen el 73% de este trabajo en la región. ¡Cuánto amor! No solo descargan a los hombres, sino también a los Estados que dependen del trabajo no remunerado de las mujeres y las niñas para prestar, o incluso reemplazar, servicios públicos como el cuidado de los niños, la educación de la primera infancia, la discapacidad, así como la atención a personas mayores. Las mujeres, por tanto, acaban reduciendo la carga financiera en el Estado de manera gratuita. Algunas autoras plantean que es como un impuesto que pagan principalmente las mujeres más pobres, con un impacto regresivo y desproporcionado en las mujeres.
Según Encuesta Nacional de Fuerza de Trabajo 2017 en república Dominicana, el 51% de las mujeres en edad de trabajar son “inactivas” frente a un 24% de hombres. La definición de inactividad que utiliza el Banco Central incluye a las amas de casa. Impresionante… esas madres coraje que sacan adelante 4 y 5 muchachos son consideradas inactivas por el Banco Central.
De las mujeres llamadas inactivas, el 43% declaran que no buscan trabajo remunerado porque se dedican a hacer quehaceres domésticos, en cambio solo un 1% de los hombres deja de buscar trabajo remunerado por cuidar gratuitamente a los demás.
Tanto amor hace casi heroico que las mujeres hagan un trabajo remunerado y las que lo hacen es a costa de su tiempo, de su ocio y contratando empleadas domésticas mal pagadas para sustituirlas en sus deberes. Al dedicar tantas hora al día al cuidado las mujeres tienen también menos horas disponibles para trabajar cobrando y se incorporan de forma precaria al trabajo remunerado, haciendo trabajos informales y, por lo tanto, recibiendo menos ingresos, un 16% menos, pese a estar ya más formadas en promedio de los hombres.
Se hace necesario reconocer y valorar la carga del cuidado que hacen las mujeres que necesita toda la sociedad si queremos aspirar a la igualdad de derechos. Se hace necesario repartir el amor entre los hombres, las mujeres, el Estado y las empresas.