¿Saben cómo se arreglarían o mejorarían muchos de los problemas que sufrimos a diario los dominicanos por impericia, desidia o intereses de nuestras dirigentes y funcionarios, y además de manera bastante fácil y rápida sin incurrir en gastos? Pues desacralizando muchas de las cosas que aceptamos por válidas y hasta necesarias en nuestra distorsionada y peculiar política.
Por ejemplo, tenemos la percepción –cierta por demás- de que la delincuencia se incrementa y constituye una amenaza para el ciudadano de a pie que va a su trabajo, al supermercado o a visitar un familiar, y que las autoridades no hacen lo suficiente para combatirla. Bien, si los presidentes, ministros, viceministros, jefes de la policía, del ejército y demás privilegiados que gozan de protección oficial, con escoltas, patrullas, guardias de seguridad las 24 horas, carros blindados, cámaras, sin temor alguno tuvieran como usted, o como yo, que ir a pecho y billetera al descubierto, sin armas, ni guardaespaldas y temblándole las piernas al ver acercarse un motor con dos personas que llevan casco, veríamos como las medidas contra la delincuencia se multiplicarían y serían más efectivas, y en consecuencia bajaría en gran medida ¿Fácil, verdad? y además se ahorraría un montón de dinero que podría emplearse en combatirla mejor.
Otro ejemplo más, si los mismos presidentes, y todos funcionarios yipetizados, en lugar de montar en carros negros y vidrios entintados, con escoltas y agentes flanqueadores, abriéndoles paso a toda velocidad, saltando semáforos en rojo y ámbar como Peter por su house, yentorpeciendo aún más la ya complicada circulación a personas como usted o como yo, tuvieran que esperar durante media vida a que la guagua del llamado corredor pase, o tomar un atestado carro público, emparedado entre un pasajero pelón y otro hediondo, o montarse en anafe de motoconcho, y además se les exigiera llegar a la hora en punto, veríamos como el secular desastre del transporte público se arreglaría en muy poco tiempo.
Si los hijos de los presidentes y todos los altos funcionarios, en lugar de estudiar en universidades o colegios bilingües privilegiados y carísimos en el país o en el extranjero, tuvieran que hacerlo en los y populares y tigueroides liceos dominicanos de barrio, con todas sus deficiencias estructurales o de docencia, o en la belicosa, huelguista y masificada UASD dónde, como en Nagua, se entra cuando se quiere y se sale cuando se puede, podemos estar seguros que la educación inicial, secundaria y superior subiría de calidad educativa en unos pocos meses.
Si los presidentes, ministros y toda la corte superior del gobierno, en lugar de ser atendidos ellos y sus familias en los mejores centros de salud cuyos servicios salen por los dos ojos de la cara, o en los de otros países llevados por ambulancias aéreas, donde las facturas salen además de por los dos ojos, por el epigastrio y el riñón derecho, tuvieran que curarse como los motoristas chocados o las gentes humildes en los desabastecidos hospitales públicos, donde para coserle una herida tiene que llevar el hilo y la aguja y hasta enhebrarla, o parir sus hijos en las maternidades de los pobres donde tantos niños mueren por falta de medios o atenciones, pueden apostar peso a moriqueta que la sanidad estaría a la altura de las mejores de la región.
Si los presidentes y sus pretorianos, en lugar de cobrar sueldos de auténtico lujo, más sinecuras, botellas ,barrilitos, comisiones, viáticos, dietas, combustibles… tuvieran que ganar los salarios cebollas promedios de las grandes mayorías, sabrían si la baja inflación que dicen contener, o el aumento del 7% del PBI anual que tanto predican como logros de bienestar social son reales, o si pelan como el gas morado a la hora de comprar la comida o pagar los servicios básicos. Y así un montón de cosas más.
No entendemos por qué los que han sido elegidos por nosotros, que están muy bien pagados por los bolsillos de nosotros, que deberán vivir con las dificultades y carencias de luz, de agua y servicios básicos de nosotros,para que conocieran – o volvieran a conocer de nuevo- las necesidades y dificultades de nosotros, tienen que gozar más ventajas, más privilegios que nosotros. Estamos seguros que si los votantes exigiéramos lo anteriormente expuesto como condiciones básicas e inexcusables, el país sería una bendición de vida, y además estaríamos seguros de que quienes nos dirigirían lo harían por auténtica vocación de servir al país, en lugar de servirse del mismo, como tan a menudo sucede. ¡Claro, si es que aparece alguien para candidatearse!