Puede parecer extraño el hecho de que llamo “crítica” a esta colección de ideas y sensaciones —a veces cine, a veces no—, con pinceladas técnicas, destellos de datos; redactado todo desde una militante primera persona. Sobre lo que es la crítica se ha escrito mucho, y me permito hoy una breve aproximación.

El “yo” es, de hecho, un consciente punto de partida. Entiendo la primera persona en la escritura como una cuestión de honestidad intelectual, que ha sido preocupantemente desterrada por el oxímoron “ciencias sociales”. Quisiera retomar el buen hábito de hablar del sí mismo, de mi en este caso, de la propia experiencia. Por eso parto hoy de mi escritura. Sirva este artículo de declaración de intenciones.

Tenemos allí la primera idea: crítica es partir de la propia experiencia.

He insistido en que cuando se va al cine se hace mucho más que ir a entretenerse, o que se puede hacer mucho más. La prueba es que cuando hay películas que entran en conflicto con un formato que provee entretenimiento se genera una suerte de sensación de malestar. Algo no era lo que yo esperaba. La pregunta es por qué. Puede que aquella cosa que se esté viendo sea una afrenta para ojos y oídos. Pero puede que no. Puede que sea una afrenta para la expectativa… esperaba yo algo diferente. Lo que ocurre ahí, mi sensación de malestar, da evidencia de un encuentro. Y lo que ocurre, en vez de algo malo, puede ser el inicio de algo excepcional (el encuentro con Otro es eso: una excepción… hay quien diría una excepción fundamental).

Según Gadamer: “El que surja una pregunta supone siempre introducir una cierta ruptura en el ser de lo preguntado” (1).

Toda verdadera pregunta es un poco un atentado. Y el arte, el buen cine (la buena danza, el buen teatro, arte plástico, urbano… entiendo que no hay límite si esta operación que describo ocurre) juega con estas expectativas, que varían en función del momento y de la época. El arte que pregunta es capaz así de ver los límites —esa fisura, esa ruptura—, posibilita la consciencia.

Esto puede darse de muchas maneras. Decir que el arte hace preguntas funciona, creo, porque parece inesperado que una pieza que fuiste a ver te interpele, ella a ti. Pero es así. Si escuchas con atención ¿no sales con preguntas en la cabeza? ¿no persiste alguna imagen dándote como… vueltas? He allí el atentado. Vuelve el “malestar”. ¿Qué hacemos con él?

De acuerdo con Levinas: “(…)la crítica no reduce lo Otro al Mismo como la ontología, sino que cuestiona el ejercicio del Mismo. Un cuestionamiento del Mismo —que no puede hacerse en la espontaneidad egoísta del Mismo— se efectúa por el Otro” (2).

A mi entender, yo (Mismo) me cuestiono gracias a la película (Otro). Es así como la experiencia de encuentro ocurre. Me gustaría destacar que en este caso Otro es la película, no su autor.

Segunda idea: crítica es cuestionar la propia experiencia por obra del encuentro con Otro.

Ahora bien, el encuentro ocurre, pero no basta. Hacer crítica es abrazar el encuentro, abrir las posibilidades. Hablo de una sensación de incomodidad, pero no tiene por qué siempre ser así. El extrañamiento es un estado de apertura, de receptividad. Al hacer crítica damos pie también, por qué no, a la maravilla. Es en el asumir el encuentro donde el trabajo tiene lugar. Y voy más allá: es en el asumir el encuentro donde el trabajo se hace imperativo. Escuchar, devolver el saludo (para decirlo con Levinas), tender la mano, construir puentes… ¿no es esto hoy, en el marco de la interculturalidad planetaria y sus conflictos, un deber? Creo que es importante. Y son capacidades propias del arte.

Advierte Sócrates en la Apología: “Una vida sin examen no tiene objeto vivirla para el hombre” (3).

En esta conocida máxima socrática, se establece un vínculo particular entre filosofía y ética: filosofía como forma de vida. Lo que he tratado de hacer en estas líneas es introducir un tercer elemento en la ecuación: filosofía, ética y cine; este último no como indispensable, sino como espacio privilegiado para el pensamiento de nuestro tiempo.

Tercera idea: crítica es examen. Crítica es pensar.

Cuando voy al cine y con lo que veo me propongo hacer crítica, lo que me propongo es una vida examinada. Y con este ensayo de escritura quiero extender la invitación. Pensar, operación nada sencilla y distinta a otras que hacemos todos los días. Pero posiblemente la que da a todos los días sentido.

Referencias:

(1) Gadamer, Verdad y Método: 1993.

(2) Levinas, Totalidad e Infinito: 2012.

(3) Platón, Apología de Sócrates, en Diálogos: 1993.