La minería está íntimamente ligada a la vida del hombre desde que empezó a deambular sobre la tierra.

Sus primeros utensilios y materiales, usados para elevar su calidad de vida y dejar huellas en las cavernas en forma de pintura rupestre y otros, son el resultado de utilizar los minerales de su entorno.

El hierro, oro, cobre y otros metales y minerales, han sido extraídos por nuestros ancestros desde hace miles de años, aportando de manera decisiva al desarrollo de sus capacidades productivas.

Surgiendo así la locomotora, la imprenta, la electricidad, los grandes equipos que sirvieron de base para la revolución industrial y ahora la espacial y electrónica.

Desde la pasta dental, pasando por los plásticos, la construcción, las computadoras, teléfonos, automóviles y hasta los alimentos, todos dependen, de una u otra forma, de la minería.

El cultivo de los alimentos, por ejemplo, requiere de maquinarias y equipos, fertilizantes, agroquímicos, envases plásticos, entre otros, todos directa o indirectamente resultado de la actividad minera.

Satanizar la minería y catalogarla como incompatible con la vida en nuestra media isla no es racional.

El hombre ha convivido con la minería por siempre y siempre ha encontrado la forma de cómo hacerlo.

Ahora bien, reconocemos que en el pasado la actividad minera, como otras actividades productivas, no consideraba en sus costos el pasivo ambiental que producía.

Eso ya ha quedado en el pasado, en la actualidad, el proyecto de producción minera, al igual que cualquier otro proyecto de la vida nacional, debe asegurar, de manera convincente, que el potencial costo ambiental y social versus el beneficio general de su ejecución, resulte en un balance positivo.  Así lo dice la ley.

Graduado como Ingeniero Químico en el 1971 y habiendo trabajado como empleado o consultor en cuatro continentes (América del Sur y el Caribe, África, Oceanía y Europa) puedo con propiedad decir que he visto “Lo bueno Lo malo y Lo feo” de la minería, a lo largo de mi carrera.

He visto, por ejemplo, el horrible impacto ambiental de la indiscriminada minería artesanal de oro, usando mangueras de alta presión y mercurio para la extracción, a orillas de ríos en algunos lugares de nuestro continente.

He vivido, y también participado, en el manejo con guantes de seda de refinerías de Zinc, Cobre, Níquel y Cobalto a orillas del Océano Pacifico, a pocas millas de la gran barrera de coral del este de Australia, incluyendo los grandes barcos manejando millones de toneladas mensuales de Carbón mineral, concentrados de metales, mineral de importación y productos metálicos terminados, que cruzan a diario, de manera segura, las límpidas y altamente protegidas aguas de la gran barrera.

Viví en ese tiempo la transformación de la industria hacia un mejor manejo de los asuntos ambientales, con fuerte apoyo en la tecnología y bajo la constante vigilancia de las autoridades locales y la presión mundial en ese sentido.

Es cierto, no siempre fue como hoy día es, pero sería injusto decir que siempre será igual de irresponsable, como yo sé que en el pasado pudo ser.

En estos largos años viví y también aprendí a valorar la importancia de los sindicatos y del dialogo con las comunidades, y de escuchar y atender sus inquietudes.

El dialogo abierto y sin extremismo nos lleva a entendernos y encontrar la mejor solución para todos.

La solución NO es bloquear el avance de proyectos que, bien manejados, controlados y regulados, darán beneficios importantes a todos los involucrados, incluyendo de manera fundamental a las comunidades.

Nuestro país tiene una sólida ley minera, la cual se ha venido estrictamente aplicando desde hace ya muchos años; esta ley tiene poco que envidiarle a las de los países líderes de minería en el mundo.

Debemos defender de la contaminación nuestros 48,000 kilómetros cuadrados de media isla, estamos totalmente de acuerdo.

Esta media isla que está hoy superpoblada, llena de automóviles, de plantas generadoras, pozos sépticos y basureros sin control, que entre todos contaminan sensiblemente nuestras aguas y suelos.

Busquemos el balance, tenemos las herramientas en las leyes del país, y estas se están aplicando. Seamos garantes de su eficiente aplicación.

Démosle la oportunidad a la minería responsable y racional de nuestros recursos y quedémonos como vigilantes sinceros, comprometidos solo con lo mejor para todos.

De lo contrario, estaremos dando una estocada de muerte al futuro de la mediana y gran minería en el país.

¡Y si esto es lo que se persigue, matar la minería en el país, ya se está logrando, lo ocurrido en los últimos meses así lo demuestra!

Nota. Convencido de que la actividad minera realizada con estrictos estándares de responsabilidad ambiental y social está en capacidad de aportar beneficios a nuestro país, en la madurez de mi vida profesional, soy Gerente General de la empresa MINTECH SRL, la cual tiene intereses en dos concesiones mineras de exploración en el territorio nacional.