Por muchos años a la población dominicana, y especialmente a los campesinos, se le ha "vendido la idea" de que, la cobertura boscosa y la ocurrencia de lluvias tienen una relación directamente proporcional. El interés en sustentar esta idea como buena y válida, reside en que si queremos más lluvias, no deberíamos cortar los árboles. El propósito es bueno pero el argumento es falso. En realidad, la gran mayoría de la población dominicana, cree que a mayor cobertura forestal, mayor precipitación (Lora Salcedo, 1993). Esta percepción, no es avalada por la ciencia, por lo que se necesita que entender lo que realmente ocurre con el tema de las lluvias y la cubierta forestal o la vegetación en su conjunto. Veamos, las lluvias se clasifican en Orográficas, Sinópticas y Ciclonales. Si describiéramos cada uno de estos tipos de lluvias, encontraríamos que hay poca o ninguna relación con la vegetación. Más bien, algunos de estos tipos de precipitación responden a la dinámica general de las condiciones atmosféricas y de procesos muy complejos, en donde la cobertura boscosa, es secundaria. Además, un territorio tan pequeño como la República Dominicana con relación a la tierra, no puede "influenciar" un parámetro climático (precipitación) cuyo comportamiento es gobernado por el patrón de circulación y traslación multidireccional de las masas de aire frío-caliente y viceversa de la atmósfera.
Algunos puntos de vistas profesionales, sostienen que Los Bosques Nublados, constituyen un ejemplo contrario a nuestro planteamiento. Dicho ejemplo corresponde al tipo de lluvia Orográfica, por lo que no debemos asociarlo al caso aquí enfocado.
Entrar en definiciones y explicaciones en los aspectos meteorológicos, que determinan estos procesos, no es nuestro objetivo. Sin embargo, basado en lo anterior podemos deducir que la cobertura boscosa y las lluvias en general, no tienen una relación directamente proporcional. Ciertamente, una región o país sin la adecuada cobertura boscosa, se expone a reducir significativamente su riqueza biológica y física. La cubierta vegetal, permite la evapotranspiración de las plantas, favorece la formación y condensación nubosas al tiempo de "amortiguar" el efecto disgregante y disolvente así como el potencial erosivo de las precipitaciones en forma gotas de lluvias.
Cuando una gota de lluvia impacta una partícula de suelo, esta partícula se disuelve, se separa o se disgrega. Si la partícula de suelo se desintegra, pierde su cohesión física al tiempo de descomponer su composición química. Para formar una pulgada de suelo, los procesos físicos, biológicos y químicos, requieren cientos o miles de años. Es decir, la superficie del suelo necesita estar cubierta por vegetación, para que las lluvias no provoquen un efecto deletéreo.
Si el suelo no está cubierto de vegetación, el agua de lluvia provoca erosión, es decir su arrastre va rápidamente hacia ríos, arroyos, embalses hidroeléctricos, zonas bajas y costeras. Así se pierden los nutrientes del suelo y se interrumpen los procesos biológicos de los organismos vivientes y consecuentemente su perpetuación. La vegetación, es la alfombra natural que amortigua los efectos destructivos de las precipitaciones sobre la superficie terrestre y además regula las temperaturas. Esa vegetación, como intermediaria entre las lluvias y el suelo, conduce el agua de forma lenta pero continua al subsuelo (acuíferos). Los acuíferos, almacenan grandes volúmenes de agua para disponer de ella durante las sequías y así sostener la vida en el planeta.
La hipótesis de que a mayor cobertura forestal, mayor cantidad de lluvia, se ha demostrado en todo el mundo que no es cierta. Lo que si puede ser cierto es la hipótesis de que a menor cantidad de lluvia, disminuye la calidad de vida y se reduce la biodiversidad. Los árboles sí son determinantes para regular el CICLO Hidrológico, para mantener la disponibilidad y tiempo de uso del recurso.
Vamos a proteger nuestras zonas boscosas con el razonamiento correcto: las lluvias son esenciales para la vida humana, la diversidad biológica, para la producción agropecuaria, como termorreguladoras, para la generación eléctrica, y para la industria. En conclusión, las lluvias constituyen un parámetro meteorológico que no podemos influenciar pero sí controlar y regular. El uso sostenible de ambos recursos la lluvia y el bosque, es un imperativo para la humanidad entera. Para que la sostenibilidad sea posible, debemos entender los procesos de manera integral. El ser humano, debe permanecer al frente aprendiendo su dinámica, para beneficio de los eco-sistemas naturales como del socio-sistema.