Hace una semana, por este mismo medio sugerimos a las autoridades que las provincias o municipios que estuviesen libres del coronavirus, fuesen objeto de un cordón sanitario permitiendo acceder a ellos sólo a los vehículos y personas indispensables.
Esa prevención se convirtió en un clamor desde distintas ciudades: Santiago, Dajabón, Montecristi, entre otras.
En el caso particular del municipio de Miches, donde aún no se ha identificado ningún enfermo de la Covid-19, el pueblo advirtió un despliegue inusual en torno a un complejo habitacional de interés popular construido por el Gobierno y aún no entregado a sus futuros propietarios. Visajes de helicópteros y la supuesta presencia del director general de la Policía Nacional y un rápido amueblamiento de los pequeños apartamentos.
Estas gestiones despertaron sospecha entre los habitantes del pueblo, dando lugar a un conato de protesta. La gente de Miches tenía la aspiración de que el complejo habitacional se adecuara para aislar personas de allí que eventualmente resultaran afectadas por la temible enfermedad.
La policía tranquilizó a los reclamantes dándole la falsa información de que el lugar sería usado en los propósitos que aspira la comunidad. Sin embargo, en este momento los inmuebles están ocupados por un contingente militar de aproximadamente veintidós miembros de quienes se sospecha llegaron afectados del temible virus.
De ser cierto lo anterior, como parece serlo, estamos frente a un extraño comportamiento de parte de las autoridades, pues en vez de preservar una comunidad no contaminada se le han llevado los enfermos que no tenían. En pocos días comenzará la interacción entre personas del entorno y los susodichos pacientes. Hemos sabido que la alcaldesa electa y el director provincial de salud ya sostuvieron una cercana conversación con ellos. Aún se está a tiempo de corregir este desacierto, de lo contrario, pidamos a Dios que nos encuentre confesados.