«Aprovecho esta ocasión», dijo Jorge Mario Bergoglio –el conocido Papa Francisco– al saludar a los peregrinos de lengua francesa que estaban en la audiencia general de la Plaza San Pedro, «para expresar a la comunidad diocesana de París, a todos los parisinos y al entero pueblo francés mi gran afecto y mi cercanía después del incendio en la Catedral de Notre-Dame. Queridos hermanos y hermanas, me quedé adolorido y me siento muy cerca de todos ustedes. A quienes se han prodigado, incluso arriesgándose personalmente para salvar la Basílica está dirigida la gratitud de toda la Iglesia. Que la Virgen María los bendiga y apoye el trabajo de reconstrucción: que pueda ser una obra coral, para alabanza y gloria de Dios».
La declaración del Papa la he tomado de Vatican Insider, diario especializado de La Stampa, de Milán, y disponible en el siguiente enlace: https://www.lastampa.it/2019/04/17/vaticaninsider/la-iglesia-agradece-a-quien-ha-salvado-notre-dame-que-sea-coral-la-reconstruccin-y3Ge3K7iXkyt4GpKGhVP4H/pagina.html
Dentro de mi temple profano, este escribidor recordó a un personaje asociado a Notre Dame: “Quasimodo”, el nombre del “Jorobado de Paris” de la novela de Víctor Hugo, que tanto hizo por salvaguardar a la joya del gótico medieval. Cuenta la historia tomada de Wikipedia, “Víctor Hugo, tras separarse de su mujer Adèle en 1830, fue testigo de las apreciaciones negativas de sus contemporáneos respecto del arte gótico de la ciudad de París, donde se promovían (y ejecutaban) demoliciones de edificios y fachadas de la época medieval. Dolido por esta situación, Hugo escribió panfletos defendiendo las muestras de arquitectura gótica aún subsistentes en la capital francesa como parte de un patrimonio artístico que debía preservarse y rechazando a los "demoledores" del pasado, aunque sin mayor éxito.
“Cuando el editor Gosselin le requirió una novela para fines de 1830, Hugo vio en este encargo una oportunidad de plasmar su preocupación y convencer a los parisinos de proteger el patrimonio artístico gótico de su ciudad. Así, Hugo creó una historia de romances desdichados, aventuras emocionantes y personajes marginales, pero ambientada en el Paris medieval y haciendo largas descripciones de la catedral gótica de “Nuestra Señora de París, que sería escenario de la novela y le daría nombre a ésta. Víctor Hugo trabajó desde septiembre de 1830, llevándole aproximadamente 6 meses y agotándose físicamente. Pero el esfuerzo valió la pena ya que fue bien valorada por los críticos y tuvo gran éxito entre los lectores, cosa que le supuso un alivio económico: la obra sería publicada en febrero de 1831 e impulsó entre sus contemporáneos una valoración más favorable de los edificios medievales franceses.” Ver el enlace siguiente: https://es.wikipedia.org/wiki/Nuestra_Se%C3%B1ora_de_Par%C3%ADs
Por su parte, el arzobispo de Paris, Cardenal Poupart, expresó un pensamiento sobre el significado del fuego que devoró a la Catedral de Notre Dame, en el reportaje del Vatican Insider, disponible en el siguiente enlace: https://www.lastampa.it/2019/04/16/vaticaninsider/notredame-poupard-una-catstrofe-para-la-cristiandad-ahora-la-iglesia-debe-superar-las-divisiones-kbFR2ND06Na27LjOXv4wGP/pagina.html
«Es una catástrofe para la cristiandad y para los fieles de todo el mundo. Nos sacude duramente. Y nos llama dejar a un lado las divisiones que están afligiendo a la Iglesia». Está desesperado el cardenal francés Paul Joseph Jean Poupard, historiador de las religiones, presidente emérito del Pontificio Consejo para la Cultura y del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso. Una figura de relieve de la Curia romana. «No logro despegar la mirada de las escenas angustiantes en la tele», dice el purpurado de 89 años desde su habitación vaticana. «Me siento aniquilado aquí por las llamas que están plegando París y destruyendo el corazón espiritual de todo el país». El «devastador» incendio en la catedral de Notre-Dame «me parece una escena de una película, es increíble. No puedo creerlo», repite insistentemente.
Después subraya: «es un drama enorme, que no se circunscribe a Francia ni a los franceses, lo es para el planeta entero». No se trata del derrumbe «de muros y piedras: se ha caído un pilar de la cultura y de la historia, la historia de la humanidad, de todos los países, desde Europa hasta América».
Vuelven a surgir en Poupard los recuerdos personales del período que pasó en la capital francesa: «Era rector del Instituto católico, encargo que mantuve durante diez años. Estuve muchas veces en Norte Dame, pronuncié conferencias y participé en congresos». En sus recuerdos «y en el corazón están pasando vertiginosamente las imágenes de esos momentos, y de los miles de fieles, peregrinos, turistas que cada día admiraban con las bocas abiertas Notre-Dame».
Pero Poupard, como hombre de fe, quiere pensar también en el futuro. Inmediatamente. «Precisamente en este momento histórico tan difícil y duro para la Iglesia universal, la tragedia de Notre-Dame, lugar simbólico de la cristiandad, nos debe unir. Debe reunir en armonía a todos los cristianos». Porque las llamas de París son «algo que supera nuestras divisiones. Debe ser así».
Pensando en los fieles, Poupard sugiere: este incidente, acaso irreparable, sea cual sea la causa, «también debe hacernos reflexionar sobre nuestra existencia terrenal, recordándonos que es precaria, frágil, imprevisible. Y nos debe enseñar que hay que vivirla poniendo al centro las cosas esenciales de la vida». Empezando por la «fraternidad». Otro signo importante para el cardenal es la «solidaridad inmediata que está llegando a París de muchos países y de la gente común»: el sentimiento de «unión que se respira ayudará, por supuesto, a afrontar este momento tremendo, los daños deprimentes, y a levantarnos de esta caída tan dura».
También la Santa Sede se expresó sobre lo sucedido, comunicando en una nota oficial que se enteró «con shock y tristeza» de la «noticia sobre el terrible incendio». Y dedica un pensamiento a «los bomberos y a cuantos están haciendo lo posible para afrontar la dramática situación».
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¿Cómo asume la Iglesia Católica Dominicana este “acto de fuerza mayor” (pero que aparentemente fue un descuido humano)? Nos sumaremos solidariamente con el catolicismo de los francos, que fue considerado como “la iglesia” preferida del Corazón de Jesús, frente a la lucha geopolítica contra la iglesia goda y visigoda, es decir, ibérica, desde la era medieval.
En lo personal, me toca como lasallista, una orden religiosa de origen francés, donde el ambiente y la educación fueron marcados por hermanos de esa procedencia. Albergo la esperanza de que la palabra del Presidente francés, Emmanuel Macron, que toda Francia erigirá una “nueva” Notre Dame con la tecnología moderna para representarla como lo que era, un “viejo” clásico del gótico europeo. Tarea que ya inició convocando un Concurso para replicar la aguja de la Catedral, según la noticia de El País, en el siguiente enlace: https://elpais.com/cultura/2019/04/17/actualidad/1555499782_313410.html
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Parece que, a diferencia de los fantasmas contra los que luchó Víctor Hugo, los “demoledores” de las joyas medievales en el Paris decimonónico, el espíritu de Francia se muestra luego de la tragedia de “Notre Dame”, por un fervor y un entusiasmo por rescatar el espíritu “ecuménico” del símbolo caído. Son palabras de la socialista alcaldesa de Paris, Anne Hidalgo. Si Macron hizo un encuentro con los 600 bomberos que lucharon contra el fuego y los condecoró por la bravura y dedicación, la alcaldesa en sesión pública del cabildo los declaró “ciudadanos distinguidos”.
Aparte de la declaratoria presidencial del límite de cinco años para su reconstrucción, la alcaldesa aceptó prontamente la sugerencia del Presbítero responsable de la Catedral de que permitiera la construcción de una “catedral efímera” en un parque frente a las ruinas mientras dure la reconstrucción. Para sorpresa de unos y otros, tendremos una “Notre Dame” para ir a orar y confesar nuestras culpas de cara al recuerdo y la esperanza de ver terminada la nueva “catedral definitiva”.
¡Que esta Semana Mayor haya servido para que las llamas lleguen al cielo!; por lo menos, en sacrificio por la vieja Catedral, hagamos una en nuestros corazones.
Amén.