La margarita, una flor vivaz, de las más populares que existe, de centro amarillo, capaz de adaptarse a muchos climas, lo que habla de su resistencia. Se dice que como símbolo representa la unidad y el perfecto equilibrio.

Hace aproximadamente 14 años que floreció en el escenario político popular una Margarita, que con el pasar del tiempo, su buen hacer, sus constantes iniciativas en pro de apoyar a los más vulnerables, primero por 8 años a través del Despacho de la Primera Dama, instancia a la que dio un carácter público, administrativo y social, cual si fuera un ministerio, y luego siendo electa junto al actual presidente Danilo Medina como segunda al mando, repitiendo la misma fórmula con éxito por 4 años más.

Según pinta el escenario, los rumores de pasillos entre miembros del partido oficialista, la prensa, y la población ávida siempre de un tema de discusión nuevo cada día, se prevé una división en el horizonte con diferentes matices violetas.  Las dos figuras que se han convertido en referentes del partido poseen fervientes seguidores a lo interno y lo externo, algunos de ellos promueven su líder si miedo, otros en silencio se adaptan a la corriente a su conveniencia. Dada la tensión por el control o la recuperación del poder, ¿se dividirá el PLD o será capaz de lavar la ropa sucia en casa y salir con un rostro que represente la unión y de continuidad al brillo de su estrella?

"Ni reelección ni división". Tal vez sea esta sea la primavera para Margarita, su oportunidad de ser la figura que tome el verdadero protagonismo y permita caldear los ánimos, olvidar los resentimientos y salir en busca de los votos para las próximas elecciones. Es tiempo de una candidatura presidencial femenina, que represente la mujer dominicana, su capacidad de trabajo, sus valores, su compromiso, fuerza y fe para dirigir con éxito cualquier barco, desde el hogar, la empresa y en este caso, a través de la política, el destino de un país.

Indistintamente de a cuál partido pertenezcamos, nadie puede negar que Margarita ha demostrado más que preparación suficiente, liderazgo, cuenta con experiencia de Estado, tiene una alta popularidad y su imagen sigue fresca en comparación con otras figuras políticas a nivel general.

Debe llegar ya el tiempo de la mujer, una que represente a las que con acción social, política y económica son capaces de lograr un verdadero cambio. Es tiempo de que recibamos un reconocimiento a nuestro valor, empoderando sinceramente una figura femenina que protagonice la oferta electoral de un partido. Vale destacar que hay muchas otras muy capaces mujeres en ese y en otros partidos, pero probablemente es el tiempo de Margarita, de florecer con su cuidada imagen y desarrollar su liderazgo concertando el entendimiento en su partido y ofrecer su propio discurso.

Las mujeres necesitamos una representante, un avance, una participación firme, una conquista libre de recelos y cuestionantes. Toda mujer de valor es justa, firme, fuerte, necesitamos una figura que represente nuestros dones, don de vida, de esperanza y verdad.

Ojalá la primavera permita al menos una flor.