Lo festivo y lo poético se encuentran en los orígenes mismos de la literatura dominicana. El escrito festivo, la caricaturización, la teatralidad y la historia, funcionan como narrativas locales y categorías teóricas que hemos asumido en Odalís G. Pérez (2003, 2004, 2005 y 2009). Es a partir de las relaciones textuales y culturales donde se advierte la relación entre los personajes o actuantes, sus acciones, perfiles literarios, movilidades del universo narrativo dominicano y sus respectivos contextos individuales y colectivos.

Se trata de una expresión particular representativa de lo criollo, lo identitario y lo verbal que testimonia los diversos hablares de la cultura a través de la risa y de la parodia. Se observa en la poesía, el cuento, la crónica, el drama, el testimonio, la canción popular y la historia una asimilación de contenidos socioculturales y la elección de acontecimientos propios del espacio cultural dominicano, tal y como lo hemos explicado en Nacionalismo y cultura en República Dominicana (2003).

Lo carnavalesco en la República Dominicana se define y se expresa en la relación lengua-cultura-literatura, e imagen-sociedad-lenguaje, a través de modelos y tipologías regionales representativas de lo cultural. La expresión verbal a través de la literatura pretende situar los signos artísticos en la poeticidad, la narratividad, la teatralidad y la historicidad, mediante el lenguaje de las formas culturales que se desarrollan en el tiempo-espacio dominicano. La teorización que se abre desde la obra de Mijail M. Bajtin (1985,1986,1998), sobre la relación cultura-literatura-lenguaje, abre en este sentido una perspectiva crítica a los estudios literarios y culturales dominicanos.

En este sentido se pueden advertir los variados tonos de lo literario en sus expresiones genéricas. La prosa de ficción carnavaliza la realidad y la poesía representa la tensión idiolectal escrita y oral. Lo imaginario se reinventa cada vez más  desde lo carnavalesco de la realidad local e identitaria. Ambas instancias expresivas funcionan en la lectura como signos poéticos, en cuyo dinamismo se advierte la cultura de los signos entendida como reconocimiento antropológico de formas evolutivas.

El mundo carnavalesco será un mundo representado en sus diversos órdenes socioculturales, de tal manera que los contenidos simbólicos, religiosos, económicos, morales o filosóficos, instituyen un teatro de signos evocadores de la identidad nacional. Esto se puede observar en los novelistas Francisco Gregorio Billini, Tulio M. Cestero, Ramón Marrero Aristy, Alfredo Fernández Simó, Andrés Requena, Ángel Hernández Acosta y Juan Bosch. Pero, además, en poetas como Manuel del Cabral y Tomás Hernández Franco, que también producen prosa narrativa de ficción.

En efecto, el universo de formas carnavalescas se expresa en la historia regional y citadina mediante el reflejo y la invocación de universos cotidianos, rurales o urbanos. En este sentido tenemos autores como Marcio Veloz Maggiolo, Sócrates Nolasco, Pedro Mir,  Néstor Caro, Joaquín Balaguer, Max Henríquez Ureña, entre otros.

Lo carnavalesco en estos autores se puede reconocer también en el vocabulario, la descripción, el funcionamiento espacial y las acciones de los personajes. Estos elementos marcan el ritmo y definen la expresión epocal, así como las características propias de las vivencias individuales. Se observa el efecto o función de la “mascarada” cultural que remite a un determinado tipo urbano o rural de la sociedad dominicana.

Es a partir de estos fenómenos como se puede explicar “lo carnavalesco” en la literatura y la cultura dominicanas, a través de la interacción de formas lingüísticas y sociales, así como en la producción de obras representativas de la mentalidad literaria y cultural dominicana moderna. En veste contexto de reflexión se expresan los aspectos y formaciones históricas asimiladas en la poesía, la novela, el cuento, el testimonio,  la biografía, la crónica o la literatura dramática.