La sostenibilidad de las sociedades democráticas requiere de una ciudadanía que posea una  serie de competencias y actitudes íntimamente relacionadas con la educación de los saberes humanísticos como son: la competencia lingüística, el conocimiento de nuestro pasado, la actitud dialógica y la habilidad para el cuestionamiento de los principios que orientan nuestras acciones.

Estas competencias y actitudes se adquieren desde la infancia, por lo que la exposición de los niños al ejercicio de las mismas es fundamental en el proyecto de construir una ciudadanía democrática.

La literatura filosófica para niños es de gran utilidad para llevar a cabo este propósito, porque con la lectura y discusión de las novelas, cuentos o relatos filosóficos infantiles los niños se acostumbran a cuestionar su entorno.

Brigitte Labbé, Michel Puech y François Dupont-Beurier son responsables de un proyecto editorial -ya cuenta con traducción al castellano- titulado Perlas de sabiduría, una colección de libros que introducen a los lectores en temas como: la razón de las guerras, la contaminación ambiental, la justicia, entre muchas otras interrogantes clásicas de la historia de la filosofía.

El propósito de estos textos es incitar a la reflexión y al diálogo, fomentar la actitud crítica. El proyecto puede enmarcarse dentro de lo que se ha denominado “Filosofía para niños”,  consistente en un ejercicio sistemático de promover el pensamiento desde temprana edad sobre las grandes interrogantes filosóficas, sin memorizar los grandes sistemas de la historia del pensamiento e interpretando relatos y fábulas que implican situaciones vitales construidas literariamente para motivar la reflexión.

La literatura filosófica infantil permite a los profesores abordar con los niños conceptos de alto nivel de abstracción y problemas complejos, interrogantes que surgen de la vida cotidiana y que desde temprana edad, de modo intuitivo, emergen en las mentes infantiles hasta que el adoctrinamiento y la cultura las marginan porque las declaran inútiles.

Incentivar la niñez al planteamiento de las  interrogantes filosóficas es uno de los mejores servicios que podemos proporcionar al proyecto de construir un futuro acrecentando el número de personas adultas capaces de pensar críticamente.