Cosas Añejas de César Nicolás Penson motiva un encuadre narrativo de tipo tradicional, ubicado en un trazado tradicional histórico y cotidiano a la vez. De  esta manera podemos verificar funciones actanciales en la leyenda-narración Barriga verde y donde se hace observable la correspondencia entre motivo-tensión-discurrir narrativo, pero también, un nivel de acción basado en la relación hallazgo-abandono-retorno:

Lo que pretende CNP es estructurar el cuadro de la vida tradicional del viejo Santo Domingo a partir de una signalética de sus acciones pasadas desenterrando y recomponiendo estructuras históricas que nos permitan reconocen el campo de la territorialidad, la duratividad y la actuación en el marco de relato tradicional. En la superficie histórica aparecen los objetos y funciones que suturan la materialidad, el cuerpo narrativo desde el cual aparecen los bordes, sucesos, entidades, historias ocultas, crímenes, abismos, desbordamientos y trasvases de significaciones propias de una estructura tópica y especular, construida como sanción, lema y relevancia de los hechos históricos.

En otro escritor del mismo período la trama que desoculta o transgrede el speculum textual se articula tanto en la poeticidad como en la narratividad del discurso histórico-literario, lo que podemos observar en   la tragedia Duvergé y en Las vírgenes de Galindo de Félix María Del Monte. En ambos casos la visión historicista plantea el tipo de desenlace que se manifiesta como sustancia de la expresión en la obra. Ambos textos poseen un registro épico dominante en sus vertientes y transcursos puntualmente advertidos en la escritura dramática.

No podemos decir que existe en este sentido una ruptura de borde-centro con la teoría de los géneros discursivos en el uso y la práctica de producción. Desde la poesía y la oratoria hasta el relato y el ensayo, la retórica epocal republicana impuso la diversidad de lo literario como actuación de lo histórico y la crítica del signo político. La persuasión desde la oratoria y la poesía, opera como ejemplo en Fiat Lux de F. Arturo de Meriño y en Anacaona de Salomé Ureña de Henríquez; ambos textos crean el registro épico y polimodal de un discurso poético relevante en la superficie política y cultural republicana. Tanto Meriño como Salomé Ureña prosifican y poetizan el mundo en la estructura histórica, a través de una cadena significante propia de dicha mentalidad cultural y religiosa en el primer caso, y poético-educativa en el segundo caso.

Se advierte,  además, una tensión cualitativa en el caso de José Joaquín Pérez y Salome Ureña, desde la cual se hace interpretable el discurso literario como poesía-intuición y esquema-razón de la estructura social aceptada a través del mundo romántico focalizado en el pronunciamiento textual de la cultura. (Ecos del destierro, Ruinas, 27 de febrero). José Joaquín Pérez como poeta-prosista modaliza el dictum del mundo reconocido en la vastedad de los signos poéticos propiciados por la individualidad de los acontecimientos. Esta práctica motiva los ritmos de la intuición poética gobernados por una temática de corte épico-lírico.

En JJP el universo poético de las Fantasías Indígenas contrasta con  Ecos del destierro y La vuelta al Hogar; mientras que en Salomé Ureña, Ruinas y 27 de Febrero, o, A mi Patria contrastan con Melancolía, Umbra y Resurrexit en el movimiento polifónico de su discurso poético neoclásico y romántico.

La lectura de una superficie discursiva-literaria debe partir del funcionamiento de aquellos signos poéticos que modalizan lo individual desde la conciencia crítica del sujeto, al interior del mundo social republicano. Esta conciencia crítica produce las actuaciones de los intérpretes, implicados en el proceso político y cultural en cuestión. Y es que la historia se constituye como proceso y finalidad en un espacio de relevancia, desde el cual se instituye la contradictoriedad misma de los signos poéticos, tal como puede verse en la siguiente muestra poética donde los poetas la emprenden contra el general Pedro Santana:

“La noble patria fiero dominante,

digna, sin duda, de propicia suerte;

proscripciones y lágrimas y muerte

para sus caros hijos decretaste.

Criminales verdugos ensalzaste

con ultraje del mérito, que inerte

tu vértigo observaba, cuando fuerte

los derechos más santos ultrajaste.”

Félix María del Monte:

A Santana, con motivo de su

Caída del poder en 1848, en,

Emilio Rodríguez Demorizi:

Santana y los poetas d su tiempo, Ed.

Del Caribe, C. por A., Santo Domingo,

R. D., 1969, p. 69.