Lo dominicano se revela a través de la literatura desde la determinación histórica, política, identitaria, cultural y existencial. Lo dominicano se define en transcurso o proceso de definición y construcción del pueblo dominicano. Oralidad, escritura, poesía, épica narrativa y ritmo-tiempo de su diversidad construyen sus formas de vida y su memoria histórico-cultural.

La producción literaria del país está marcada por los signos de la diversidad y la función de sus imágenes de vida, asumidos por el sujeto social en condiciones culturales determinadas. José Ramón López, Pedro Francisco Bonó, Federico Bermúdez, Ramón Marrero Aristy, entre otros, describen la particularidad de lo dominicano a través de una literatura que se percibe en ciertas líneas de la conciencia histórica y cultural.

Desde sus estados diversos de creación, la literatura dominicana se expresa  como un vínculo de formas expresivas que nacen mediante el impulso propio de sus actos socioculturales. Imágenes, estratos y niveles expresivos propician textos nacionales representativos en el tiempo-espacio de sus identidades . Las formas de lo social y lo real se expresan en el texto narrativo, dramático, poético o ensayístico, principalmente desde la segunda mitad de siglo XIX.

Es a partir de esta secuencia temporal, cuando se van produciendo los textos literarios representativos de cierta conciencia histórica y cultural dominicana. Salomé Ureña, Gastón Fernando Deligne, Rafael Deligne, César Nicolás Penson, Javier y Alejandro Guridi y otros que van forjando el campo de la conciencia cultural nacional.

La literatura dominicana va mostrando en su desarrollo la conflictividad identitaria  y nacional, reflejando también las contradicciones de los grupos políticos y sociales caracterizados a través de la prosa narrativa, la biografía, la crónica, la poesía y el ensayismo histórico-político entre otros géneros literarios asumidos por sus escritores.

Etnia, cultura, lengua y política, se revelan en la literatura dominicana mediante las diversas fórmulas productivas de textos que revelan lo nacional en sus diferentes instancias y manifestaciones.

La literatura dominicana se va conformando, entonces, en un proceso histórico aparentemente contradictorio. Desde las novedades del modernismo el escritor dominicano va tomando contacto con la literatura escrita en toda América y Europa, asimilando aspectos que darían lugar a una nueva conciencia de búsqueda, tanto en el estilo como en la técnica, haciendo posible lo que hoy apunta a un nuevo marco de interpretación y comprensión de lo dominicano en su politextualidad.

La problemática literaria y cultural va cobrando significación más tarde con el origen de las vanguardias en la literatura y el arte dominicanos. Esto ha hecho posible un nuevo entendimiento y una nueva productividad de lo literario y lo cultural en la República Dominicana de nuestros días.

La fuerza de la palabra en la ensayística dominicana

En el período republicano que se abre a partir de 1844, se empieza a cultivar  una escritura cuyos modelos hispánicos y franceses habrán de producir posteriormente una ensayística histórica de gran importancia para todo el período. Félix María del Monte, José Gabriel García, Eugenio María de Hostos, César Nicolás Penson y Manuel de Jesús Galván, entre otros, señalan desde el punto de manifestación del periodismo literario un modo verbal castizo de expresar la realidad histórica y política de  entonces.

Al igual que el arsobispo Meriño, José Joaquín Pérez, Rafael Deligne y otros iban a confirmar la palabra política y literaria en su sentido más profundo y en su específica permanencia de mensaje. La literatura estaba decididamente comprometida con la república en sus diversas crisis, pero también en los diversos logros socio-culturales, tal y como lo expresa  la poetisa y educadora Salomé Ureña. Se funda una literatura desde la cual se concentra el funcionamiento de la aristocracia de la palabra como sentido formal del sujeto, pero también como comprensión de la realidad histórico-social de la época.

Lo literario se expresa así a través de una lengua con funciones expresivas y poéticas, pero además, mediante una retórica de cuño aristotélico y ciceroniano. Este arte de hablar o ars bene loquendi, le servirá de base a los escritores que se perfilan a través de un uso seleccionado de los vocablos más moderados y altisonantes de la lengua literaria.

La crónica y el ensayo biográfico hacían gala del tipo retórico antes señalado. Las comparaciones, metáforas, eufonías y ritmos, lograron acentuar la expresividad fluida de la lengua y el discurso, así como también el sentimiento estético impulsado a través de los discursos patrióticos de héroes, políticos, presidentes, eclesiásticos y otros usuarios de la escritura literaria.

Los escritores y ensayistas  utilizaron a finales del siglo XIX el registro expresivo de la lengua, para configurar un nuevo modo de “decir” lo literario en sus diversas posibilidades; la ensayística histórica tuvo en  Eugenio María de Hostos, Manuel Rodríguez Objío, Francisco Henríquez  y Carvajal, Federico Henríquez y Carvajal, José Gabriel García y Emiliano Tejera, sus cultivadores más destacados. Estos escritores, activaron sus creaciones verbales desde una perspectiva educadora que logró imponer un sello patriótico al discurso de la historia cultural dominicana hacia finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX.