La teoría del cine actual, en su vertiente interdisciplinaria, intradisciplinaria y transdisciplinaria implica un diálogo de saberes unidos y materializados en las prácticas cinematográficas actuales. Implica también un diálogo activo e integrador, por cuanto toda disciplina cinematográfica se estudia mediante funcionamientos que particularizan el fenómeno estético-fílmico. Existe como praxis del cine una teoría de la edición de cine, del guión cinematográfico, de la dirección cinematográfica, de la fotografía cinematográfica, de la actuación, la locación como espacio de rodaje, el sonido, la luz y otros quehaceres cinematográficos sincrónicos y diacrónicos. (Ver, AAVV: El cine de ciencia ficción. Explorando mundos, Eds. Valdemar, Madrid, 2008).
Toda esta suma de aspectos es indicadora de los propósitos, las visiones y las conjunciones cinematográficas desde finales del siglo XX y lo que va de siglo XXI. Desde los orígenes del cine existe una tendencia a pensar dicha productividad como suma de funciones o funcionamientos propios del campo cinematográfico.
La teoría del cine se expresa mediante el discurso o los discursos del cine que implican una estrecha relación entre sujeto, sociedad, medioambiente e imagen en movimiento. Lo que quiere decir que el cine como tal es un discurso acerca de la visión y el enmarque tecnológico de la las relaciones entre cine, espacio ficcional, lectura, lectura interna y práctica del cine. Directores y creadores cinematográficos han estado presentes en toda la historia del arte cinematográfico: Orson Wells, S.M. Eisenstein, V. Pudovkin, Pier Paolo Pasolini, Vittorio de Sica, Luchino Visconti, Michelangelo Antonioni, Federico Fellini, Imgmar Bergman, Andrei Tarkovski, Francis Ford Coppola, Steven Spielberg, Alejandro González Iñárritu, Alfonso Cuarón, R. Levinson, Woody Allen, y otros; lo que da lugar a una reflexión en torno a la teoría-praxis del cine como arte y lenguaje.
Las cardinales teóricas del nuevo cine se explican dentro del fenómeno de presencia, significación y línea de tendencia de cualquier obra cinematográfica. Lo que quiere decir que el trazado temático y formal de una obra cinematográfica se hace legible y sensible en el concepto de coherencia del relato cinematográfico. Toda estructura del proceso de creación cinematográfica implica también una tensión de sus elementos internos y externos, toda vez que la instrucción que articula y valida un proyecto cinematográfico se justifica en el sistema-lenguaje del cine.
La cámara-ojo en el cine documenta la hechura composicional y se convierte en narradora de una historia que ha contado el guionista, pero que se ha hecho visible a través del ojo realizador del director de cine. Existe una relación obligatoria que se da entre el guionista, el actor, el director, el fotógrafo, los actores, el rodaje, la luz, la locación, la producción y la posproducción.
Este hecho supone una atención a los varios niveles y finalidades del producto cinematográfico y su productividad; siendo así que el cine se produce a partir de la materia temática, la forma expresiva, el trabajo en equipo y otros aspectos que entran en el acuerdo comunicativo de una producción cinematográfica. El concepto de movimiento en el cine, más que representativo, es dinámico, semiótico, productivo y constructivo, Esta cardinal teórico-práctica se expresa en todo el fenómeno propiamente cinematográfico.
En efecto, todo el sistema teórico de los directores de cine, los actores, guionistas, editores, pensadores de rodaje, los teóricos de la luz en el cine y de la fotografía propiamente cinematográfica ponen mucho interés y valor en una determinada productividad y reconstitución de lo cinematográfico, en contexto, acción, relación y pulso productivo. Se reconoce el cine en sus diversos ejes de movilidad como arte, forma, sentido, "fábrica" y capital de trabajo integrador de la propia práctica cinematográfica.
El cine más adulto de ficción, recrea los lugares más desoladores y demitificadores de toda narrativa planetaria. De esta manera, el cientista y neohumanista mexicano Fabrizzio Guerrero Mcmanus analiza y a la vez moviliza el llamado exceso del punto cero, a propósito de lo que expresa el filósofo Santiago Castro Gómez, en su obra en torno a “la hybris del punto cero”:
“A este proceso de invisibilización, tanto de la mirada como de la historia y el proceder que la hicieron posible, el filósofo latinoamericano Santiago Castro Gómez lo ha denominado la hybris del punto cero. Esta enigmática frase nombra el exceso del borramiento, el excesivo esfuerzo de figurar como centro del mundo, y de ocultar y borrar ese esfuerzo. Hybris es una palabra griega que nombra el vicio del exceso. De allí que la tesis se traduzca como el exceso del punto cero”. (Ver, ¿Tenemos derecho a un futuro? Ecocrítica y Ciencia ficción, Eds. Paidós, Ciudad de México, 2016, p. 150)