Entre las buenas nuevas que recibieron los cibaeños durante las Navidades del año recién finalizado destaca sin lugar a dudas la designación del teatrista Lincoln López –en este artículo me tomaré la libertad de abreviar su nombre al llamarle indistintamente como  Ele y ele, doble ele o L-2– como Director Cultural de Santiago y el Norte del Ministerio de Cultura, nombramiento con agrado recibido por quienes conocemos su ejemplar trayectoria en los dominios del Arte y la Intelectualidad de este país.

Propietario de un curriculum vitae y una hoja de vida de servicios en consonancia para un eficiente ejercicio de la honrosa posición a desempeñar, Ele y ele tendrá la oportunidad de contribuir no solamente al relanzamiento y valoración de las peculiaridades propias que identifican una parte significativa de la región septentrional de esta isla sino además, al enriquecimiento y progresión artística y cultural de las comunidades norteñas que estarán bajo su jurisdicción o mandato administrativo.

Desde mediadios del siglo XIX, Santiago –la Constitución de Moca de 1858 fijó en esta ciudad la capital de la República– y una amplia zona del Cibao se diferenciaban del resto insular por la posesión entre sus pobladores de ciertas coordenadas históricas, lingüísticas, musicales, gastronómicas y conductuales típicas del área, las cuales con posteridad y naturaleza étnica pasaron ser atributos de la cultura nacional, referentes de lo que somos como pueblo, y esto debe ser siempre tomado en cuenta por los responsables de toda gestión cultural.

Tanto como la promoción y el incremento del nivel cultural de los norteños situados bajo su autoridad, debe Doble ele fomentar aquellos valores ancestrales que caracterizan la rancia cultura regional a sabiendas de que esta última no solo comprende las manifestaciones del espíritu de una determinada comunidad sino también sus actitudes frente a los problemas elementales de la existencia: lo que come, la forma de vestir, actividades deportivas que practica, manera de educar a los hijos, trato dispensado a la mujer, diversiones a las que se entrega, etc.

Cuando al ex-mandatario estadounidense Ronald Reagan un insidioso periodista le preguntó si existía la posibilidad que un ex actor de cine –como aquel– podía desempeñar con éxito las elevadas atribuciones de ser el presidente de un país, sin titubeos le respondió que resultaba inconcebible que nadie sin las facultades e intuición de un actor dramático podía desarrollar una gestión mínimamente aceptable frente al reto que representa ofrecerle satisfacción y cumplimiento a los complejos problemas propuestos por una colectividad.

Sus destrezas al frente del Departamento de Cultura del Ayuntamiento de Santiago; sus vivencias dirigiendo los teatros de la Pontificia Universidad Madre y Maestra y la Universidad Tecnológica de Santiago; su proverbial competencia como Director del Gran Teatro del Cibao y en especial sus experiencias como actor en no pocas obras de grata recordación para quienes tuvieron la oportunidad de verle, constituyen la más sólida garantía de que sus quehaceres durante el ejercicio de su nuevo cargo serán realizados a cabalidad.

No representa una exageración pensar que a estas alturas L-2 tenga ya en su agenda un plan estratégico de acción para junto a su equipo de asistentes asumir las iniciativas y disposiciones a efectuar durante su mandato con el conocimiento, como avezado, funcionario del Estado Dominicano, de la imprescindible necesidad de que los recursos económicos a presupuestar lleguen a tiempo para así ejecutar lo proyectado. Sus exigencias administrativas evidenciadas en anteriores ejercicios avalan el buen destino de los fondos a recibir.

Después de convertirme hace pocos años en un septuagenario, soy más partidario de la honestidad de una persona que su posicionamiento en el tren oficial, y en este sentido la eficacia ya demostrada por Ele y ele; su manejo idóneo del personal; su rechazo al protagonismo; su liderazgo como dirigente; el reconocimiento del mérito de los demás; el escuchar con estoicismo las críticas sin albergar rencor y sobre todo su convencimiento de la imposibilidad de complacer todas las demandas, auguran una gestión que las actuales y las futuras generaciones recordarán.

Me satisface sobremanera saber que el Despacho del Director Cultural de Santiago y el Norte tenga su asiento en el vetusto Palacio Consistorial de la ciudad, un edificio con estilo construido por el presidente Ulises Heureaux en las postrimerías del siglo XIX, el cual junto al edificio de Correos en la calle del Sol esquina San Luis son las edificaciones públicas más soberbias, no solamente del casco histórico metropolitano sino de todo el país. Los espíritus de Lilís, su hija Herminia y de Quiquín Victoria deberán flotar errantes por sus pasillos.

No se olvide Director que históricamente Santiago junto a otras comunidades del Cibao por su jubiloso activismo comercial, su singular vocalismo al hablar –debemos pintai la pueita sus coloridos carnavales, su predilección por el gallerismo, su afición por el perico ripiao y su añoso hábito de endulzar en exceso el café y los refrescos ofrecidos a las visitas, han adquirido con el paso del tiempo un perfil cultural único, original que como decía en un párrafo anterior configura una buena parte del estereotipo que identifica al pueblo dominicano.

Enhorabuena Ele y ele en tus nuevas responsabilidades las cuales no solo quisieras que en un futuro te llenarán de orgullo al verlas consignadas en tu apetecible curriculum vitae, sino que en el Archivo Histórico de la denominada Ciudad Corazón figuraran con posteridad como las iniciativas más apropiadas emprendidas por un funcionario estatal a favor de la cultura, sirviendo las mismas como insumos bibliográficos y de consulta obligada a jóvenes santiagueros deseosos de saber quién fue y qué hizo Lincoln López por Santiago.