Se podría decir que las imágenes capturadas por Pedro Mir en su mágica y legendaria Gran hazaña de Límber… el acontecer, el suceso y la trashumancia adquieren un valor imaginario, histórico y literario sugestivo y poético. La voz que narra no es solo recuerdo, acento  o narrativa, sino que la misma produce sentido a través de la memoria-sociedad.

Gesto. Camino. Fuerza irónica, paradójica y hasta parabólica de la historia orientan el relato desde una consciencia de la cultura surgente de los actos imaginarios y simbólicos; de manera que la visión confluyente permite acceder a los núcleos expresivos de una obra que se nutre del fragmento como ontología de lo real-imaginario y de la historia como poema crítico.

No basta con el emplazamiento de la historia en el relato. El mismo hecho de contar eventos impresionantes, obedece en Pedro Mir a una perspectiva crítica de la historiografía y sus cardinales antropológicas. El texto literario y el discurso narrativo de la historia tienen sus cardinales externas e internas, toda vez que los marcos interpretativos generan el conocimiento y el concepto de la historia-novela en este caso.

En efecto, la escritura narrativa de Pedro Mir anuncia un mensaje que hace tambalear el mismo discurso historiográfico predominante, el foco textual de la historia y sus conformantes literarios, épicos, dramáticos y biográficos. Reconocer en este contexto una andanza historiográfica, apunta a entender el camino como metáfora de la misma historia epocal.

Tal y como hemos destacado en entregas anteriores, Mir utiliza la función verbal-comunicativa, fragmentaria como paradigma y sistema narrativos desde su particular arte de contar:

“…pero la vida se reserva el derecho de escribir sus propias baladas mitos fábulas narraciones y epopeyas y de componer sus propios desenlaces a despecho del deseo de los lectores y de las inclinaciones de escritores juglares y lo ideal habría sido aquí uno de esos finales sonrientes a los cuales muchos esfuerzos narrativos deben el reconocimiento de las generaciones y muchos libreros el aumento de su fortuna y siguiendo eso criterio no sería muy difícil imaginarse a Límber desenterrando el tesoro de un pirata escondido a orillas de alguno de aquellos ríos y descubierto por él por las virtudes desconocidas de su olfato y luego conduciendo a la familia amada hacia este lugar secreto para permitirle el regreso a Macorís en posición de una cuantiosa fortuna como la del Conde de Montecristo pero estas historias imaginarias no siempre resultan convincentes pues nadie es tan ingenuo como para dejarse engañar de un fabulista y aunque en la historia verdadera resultó que Límber efectivamente tuvo un  encuentro inesperado no fue exactamente el de un fabuloso tesoro sino el de una lastimosa bronquitis y nos probablemente en la orilla sino en las  aguas pues aunque la gente era incapaz de asociar una cosa con otra y mucho menos con otra cosa que además de ser otra era desconocida no puede dejar de imputársele al Río Higuamo esta consecuencia o inconsecuencia de la frialdad de sus aguas aunque no deja de ser atendible la exigencia de la Curva del Turco y en ese mismo sentido la gratificación de su sangre a favor de la sangre a favor de la sangre de la dulce perrita del rabo alegre y desde luego cada una de estas causas pudo haber sido responsable de la bronquitis de Límber y todavía con mucho mayor razón la suma de todas ellas sobre el esfuerzo inaudito realizado por su organismo durante esos 15 o 20 días inenarrables…” (Op. cit., pp. 39-40).

El espacio enunciativo y el uso dinámico del fraseo narrativo orientan, en este caso, las peripecias, eventos, personajes, situaciones y texturas verbales que encontramos en los márgenes y centros de relato. El texto que se organiza desde su misma propuesta de escritura, presenta los rasgos psicológicos de los testigos que, como lectores, se expresan en el acto narrativo.

De hecho, el cultivo narrativo que el poeta Pedro Mir asimila como huella, registro verbal expresivo y acontecimiento se justifica en una historia-relato y más que eso, una historia-poema acentuado en la experiencia estética de la literatura; lo que hace posible una práctica literaria, poética y estratégica donde el vínculo desarrolla estratos y niveles de representación y acción culturales.

Lo literario, lo social lo familiar, lo identitario y sus cardinales se expresan en el enmarque de cultura oral y escrita en el país, el  Caribe insular y en Latinoamérica:

“…cuando el tipo a quien se señalaba como autor de su muerte fue igualmente herido como resultado inmediato de su conflicto con el colono confirmando la sentencia antigua según la cual quien a hierro mata a hierro muere y amaneció igualmente muerto a un lado de la calle principal y única de Yaguate y si al entregar su alma al Creador repasó la cuenta de sus pecados ni lo podemos saber si nos puede interesar pero sí aunque tampoco lo podemos saber la cuenta que repasó Límber cuando la vida se le escapaba por la herida mortal pues inevitablemente ha debido tener una sensación de viaje infinito y sobre la pantalla de su imaginación debieron desfilar de nuevo las imágenes de su periplo de Macorís a Yaguate y de Yaguate a Macorís y de nuevo de Macorís a Yaguate alternadas con las fugaces apariciones de Tifón y de la perrita de la Curva del Turco tal vez disipadas bruscamente por la presentación de la muerte en la forma de un Hudson Super Six de color negro precipitado contra él a la velocidad escalofriante de 40 kilómetros por hora…” (Vid. p. 41).

Debemos señalar que en la poética del recordar nuestro autor vocaliza y ordena cada fragmento en sus diversos tiempos y espacios enunciativos, tal y como lo muestran el narrador y el narratario en sus estrategias de ubicación y expresión del flujo expresivo y la voz narrativa:

“…y es justo reconocerle a la familia a quien Límber consagró todos sus amores y todos sus sacrificios el cariño con el cual dispuso inhumación del animalito precisamente al borde de aquella carretera como para colocarlo eternamente en la actitud del viaje bien pudo haberle consagrado en justa reciprocidad una lápida de mármol como hacían los antiguos romanos donde se leyera…” (Ibídem.).

Ya en el epílogo de esta primera parte del libro, Mir señala el valor de enlace situacional en la línea significante de la figura, la ironía del acontecimiento:

“…pues sin necesidad de ser estimulado por la ambición de gloria o la de dinero el abnegado personaje de esta fábula ha sido capaz de pasar por las pruebas más  obstinadas y los sacrificios más espléndidos y hermosos en homenaje a la condición humana solamente impulsado por su amor al hombre y esto nos conduce legítimamente a suponer que de haber sido hombre y haber aprendido a volar y de paso haber podido comprarse un aeroplano se hubiera llamado con toda seguridad de otra manera porque nadie le hubiera arrebatado el privilegio de ser el primero en pronunciar en cualquier idioma aquella frase delicada y nocturna

¿es esto París?

Tras de lo cual se hubiera entregado al sueño y a disfrutar inmaculadamente de la inmortalidad…” (vid. p. 42).

Como podemos percibir, el foco de cierre de esta primera parte, se diferencia como textura narrativa de los ejes manejados por el autor en su contenido y expresión de relato. El condicionante narrativo se justifica en la misma cardinal de comienzo y desarrollo del texto, en cuyos momentos y apoyos podemos destacar sus vectores expresivos.