Calientes las noticias sobre la Liga de Béisbol Dominicana y la probable salida de su presidente por un cuarto de siglo, Leonardo Matos Berrido. Se habla de aspirantes a renovar la entidad, poner en sintonía el espectáculo con los buenos tiempos, pero sin eliminar la participación del gobierno en la actividad privada con fines de lucro.  La aspiración es a ser libertarios como los galleros, pero sin soltar la mano proveedora del gobierno. Ene, O. No. 

El gobierno debe volver a imponer a un nuevo presidente. De hecho, mejor si empieza hacerlo de ahora en adelante por decreto.  Si los equipos no quieren ese esquema, entonces que el gobierno venda a los equipos todos los activos, no ponga un centavo ni otorgue privilegio alguno a la pelota en forma de exoneraciones, subsidios o rebaja de tributos.  Se acabará por fin la ridiculez de oficiales de la seguridad pública combatiendo reventa de boletas, una transacción libre y voluntaria de compraventa entre adultos, como si se tratara de un crimen de lesa patria.

Con las carreras de caballos debe hacer otro tanto. Dejar que sean los propietarios de cuadras, otros accionistas y profesionales del espectáculo sean los que se encarguen de relanzar la actividad e incentivar una asistencia que haga más rentable y atractivo el espectáculo.  Si el hipódromo termina entonces como hoy está el velódromo, pues aceptarlo como una preferencia manifestada por el público que prefiere apostar en loterías y entretenerse oyendo los interactivos. 

A los ciclistas que se preguntan si el velódromo lo usaron para práctica de tiro de los tucanos, decirles que así fue y que así se queda por los próximos diez años, a menos que consigan algún tipo de interés en el sector privado, nacional o extranjero, que lo quiera restablecer y poner en funcionamiento con recursos exclusivamente privados. El gobierno debe olvidarse de todo deporte que requiera instalaciones caras, que exijan un mantenimiento costoso y supervisión de personal administrativo y seguridad pública.  Su contribución al deporte, que es ocio, debe ser costo eficiente, atender aquellos donde la participación es más numerosa y el costo de los equipos más económico.  ¿O sucumbirá a los intentos de declarar al Golf de alta prioridad nacional?

Con respecto al ocio vía cine, que acabe de entender que en algún momento se darán cuenta las madres pobres cuyos hijos mueren en hospitales públicos por falta de medicamentos que las películas ahora se estrenan como verdolaga, se hacen con fondos del gobierno.  Ellas no van al cine. Es diversión para las clases medias altas hacia arriba.  Películas de cine extranjero las ven en el barrio, cuando compran entre tres vecinas un DVD pirateado, de buena calidad, por RD$50, en un reproductor que compró en especial de Plaza Lama por RD$995. 

El gobierno aceptó el cuento que el ocio de ellas estaba mejor servido si se hacían comedias criollas, con los mismos personajes ven gratis por televisión en programas salen a todas horas.  Ahora tiene un boquete fiscal que contribuye al déficit debe financiar con deuda pública cuyos montos y costo critican, ¡Oh Dios!, renombrados receptores del generoso subsidio.  Y así mientras se espera el estreno del superpapá que jura a Dios los recursos que recibe son de “inversionistas”, Nuria Piera presentó el pasado sábado otro reportaje desgarrador de la situación hospitalaria donde madres vieron tirados sobre cartones en el suelo los cadáveres de sus niños recién nacidos.  ¿Seguirá la “sana diversión para todas las familias” de ingresos más altos con fondos públicos se requieren para evitar el ascenso de la mortalidad infantil de niños pobres?