A prácticamente 2 años de las próximas elecciones en nuestra democrática y multipartidista República Dominicana, vemos como van tomando fuerza diversas corrientes de liderazgo, unos con arraigo y de vieja guardia, otros buscando el protagonismo antes sesgado por emblemáticas figuras ya desaparecidas, y nuevas tendencias ¨aparecidas¨ que tendrán sus días de fama o que tal vez nos sorprendan para bien con propuestas que calen en el gusto popular.

En un país de 10.65 MM de habitantes (según el Banco Mundial) de los que aproximadamente el 65% es hábil para votar, con 4 partidos que mueven masas y un poco más de 20 partidos minoritarios reconocidos, movimientos políticos adjuntos e independientes, las alianzas, y otras tantas convergencias idealistas, vale preguntarse: ¿Líderes o Partidos?  ¿A quiénes o a qué debemos seguir? Entre que, si se van o se quedan, se dividen o permanecen unidos, compiten entre sí o se apoyan, ¿qué posición, qué criterios o qué discurso debemos escuchar?

Veo los partidos como grupos de interés, donde se afilian personas que deben buscar un fin común, que de buena fe debe ser la lucha por la mejoría de todos los dominicanos y las dominicanas. Los líderes son esos llamados a ser los actores sociales y capitanes de las masas que con su buen hacer y sus propuestas deben conquistar mentes y corazones para lograr el favor de dirigir el destino del pueblo. ¿Ante tantas opciones y confusiones, reitero, líderes o partidos? ¿Ponemos el ojo y el oído a una persona o analizamos el todo, el partido? Si somos fiel a algún líder porque nos identificamos con su preparación, su trayectoria y su ideal, ¿votaríamos por el indistintamente del color por el que decida colocarse en una boleta? Si somos parte de una multitud obediente de un lema, de unas siglas o adeptas a un símbolo, probablemente no importaría quien sea la cara del discurso.

Ante esta dinámica de competencia política, los intereses de grupos, las fuertes influencias del poder público y privado, y el limitado rango de maniobra de nuevos actores, es imperante una reforma que ordene y regule el escenario a los fines de que los dominicanos y las dominicanas seamos provistos de un panorama claro, de mecanismos de debate, de marcos lógicos y criterios contundentes para decidir por quién votar. Nos hace falta transparencia, procedimientos que sean fidedignos, buen y limitado uso de los recursos, creación de espacios para la participación de la mujer, de la juventud, donde se discutan, se validen y valoren ideas y que estas sean vistas y escuchadas por toda la población.

El muy discutido proyecto de Ley de Partidos, debe finalmente ser la garantía de que en el panorama político de nuestro país reine el respeto, la igualdad, la participación justa y organizada de personas con principios y propuestas reales aterrizadas a nuestra situación como nación, que puedan ser gestoras de cambio con impacto sostenible y palpable por cada uno de los que otorgamos la distinción de un voto para hacer llamar a una persona ¨ autoridad ¨.

Organizada la oferta, decidida la terna, finalmente, ¿será usted fiel a un líder o seguirá siempre a su partido? Vaya analizando, escuchando, mirando, no lo agarre desprevenido una nueva corriente.