La síntesis  de la setenta y siete  Asamblea Generad de la ONU, es  un balance  disminuido de la participación del liderazgo mundial, países como: Gran Bretaña, Francia, Federación Rusa, Alemania y China, están ausentes en primera línea. Hay una lectura, la ONU es cada vez menos importante,  menos  valorada en su quehacer en la Comunidad Internacional.

Fundada en  1945  carece hoy de actualización de cara  a la realidad política mundial, una ausencia de reformas, como la propuesta por Burtro Boutros Gali Exsecretario General, o ausente del debate de los grupos de expertos,  sobre por ejemplo:  Quién tiene la responsabilidad de Proteger?  La ONU  ha ido perdiendo espacio, inclusive en ocasiones el Fórum de Davos, aquilata una mejor cualificación del liderazgo mundial y debate temas  sobre asuntos estratégicos, para el desarrollo humano que guían más los centros de pensamiento global.

Esta Asamblea General, realizada en el marco de una pandemia, donde los propios Estados   denunciaron la ausencia de colaboración para la obtención de las vacunas, así como  la resistencia de los grandes laboratorios  a descodificador los componentes de las vacunas para el Covid-19  y producir una liberación de las patentes.

Esta Asamblea General de la ONU  inaugura la época de Joe Biden, multilateralita, quien dijo en su discurso de toma posesión:  Estados Unidos  está de regreso. Este presidente  demócrata  de nuevo trazo sus preocupaciones de agenda de política exterior, como la lucha contra el  cambio climático, defendió su  alianza militar con Australia, a expensa de lastimar sus relaciones con Francia, generado un asombroso llamado a consulta del Embajador de Francia en Estado Unidos, hecho sin precedentes en la historia diplomático reciente entre Francia y Estados Unidos. Estados Unidos aposto a un reforzamiento militar  con alto nivel  tecnológico y capacidad destructora de submarinos para enfrentar a su amenaza más importante, China.

El discurso de Biden se vio empañado por la regresión, que supuso en el imaginario político internacional las huestes texanas, con desplazamientos a caballo y látigo en manos, recreando los peores días de los quilombos esclavistas. Solo que hoy existen redes sociales y televisión internacional que capturan las imágenes del oprobio al instante; contra los migrantes desesperados de un territorio desgradado en su humanidad Haití.

El impacto fue de tal magnitud, que  género que la propia Vicepresidenta de Estados Unidos la prestigiosa Kamala Harris, se apartara abiertamente de la responsabilidad que recae sobre la Casa Blanca, por este hecho. Inmediatamente se iniciaron las deportaciones masivas si ningún protocolo humanitario como lo propio Estados Unidos suele exigir a otros países.

Hoy Biden es valorado negativamente debido a tres situaciones: El repunte de la pandemia de la COVID-19  según datos ochenta millones de Norteamericanos  no se han puesto la primera dosis, la desbanda de Afganistán, aunque Donal Trump iba a retirar las tropas en Enero y firmo el acuerdo con los Talibanes, las imágenes sobre la realidad  reflejo un estado caótico   y la crisis en la frontera de Texas con la migración haitiana.  En Haití el problema no es elecciones, sino un mini plan Marshall, hoy Plan Biden, atacando los problemas estructurales de Haití que generen una esperanza de desarrollo.

La Asamblea General terminará con un cuerpo de resoluciones, muchas de ellas sin fuerzas vinculante, mientras que el verdadero ajedrez política se juega fuera de los salones  del edificio de  la ONU en New York.