A pesar de que el uso urbano a nivel nacional solo ocupa una superficie de 1,333.30 Km², equivalente al 2.35% (Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales 2012), la población urbana registrada en el último censo se encuentra por encima del 74.2% (ONE 2010) evidenciando la necesidad de prestar especial atención al estado actual de los principales centros urbanos del país.
La construcción de las ciudades debe ser un proceso continuo que integre instrumentos de planificación y gestión participativa, fomentando la creación de oportunidades y procurando el bienestar de toda la población. Sin embargo hoy en día las principales ciudades de nuestro país se encuentran saturadas de problemas y demandas que impactan de manera directa su territorio e inciden indirectamente en el resto del territorio nacional.
La historia reciente nos muestra que el desarrollo de las ciudades dominicanas se ha producido como resultado de tres fuerzas: el mercado, la ilegalidad y los tomadores de decisiones; los cuales intervienen en la construcción, consolidación o destrucción del entramado urbano generando un resultado directamente proporcional al nivel de liderazgo impregnado por una de estas fuerzas impulsoras.
Lamentablemente el desarrollo de la mayoría de nuestros centros urbanos está siendo conducido por el mercado y la ilegalidad, accionan los primeros en base a la demanda y los segundos ante la posibilidad de violar cualquier tipo de reglamentación con tal de satisfacer sus necesidades particulares e individuales.
El éxito de todo desarrollo urbano se encuentra en el liderazgo eficaz de los tomadores de decisiones sobre las demás fuerzas, orientando el mercado a satisfacer las necesidades de la población y conduciendo a los que se encuentran en condición de ilegalidad a cumplir con lo establecido en las normativas vigentes, lo cual repercute en beneficio para ambos sectores.
Ante el incumplimiento impune de la ley y la falta de planificación en los municipios y en las principales ciudades de nuestro país, la responsabilidad de conducir el desarrollo por mejores rumbos se encuentra en manos de los tomadores de decisiones y el liderazgo que asuma la conducción de los procesos políticos y técnicos a nivel municipal, los cuales deben actuar en base a las demandas y necesidades de la población.
El momento en que nos encontramos es oportuno para demandar que se eleve el debate municipal, la sociedad en su conjunto debe exigir líderes capaces de enfrentar las dificultades recurrentes en el ámbito de las ciudades, con el fin de levantar una nueva generación de autoridades municipales con las capacidades mínimas para ordenar con eficiencia la ciudad.