El día en que el centauro Folo cohabito con Erato nació el Ensayo. No esperó el desenfadado engranaje burocrático de acostumbrados nueve meses en estas ninfas, no lloro mientras las negras uñas de la vida lo arañaban; nació esbelto y gritándole a Seneca, a Essais o a Plutarco “no soy tú, soy todos pero estoy dentro tuyo”.
Nieto sin duda de la más hermosa forma de mentir, de la Retórica, tuvo como cuna la verdad guardada en la garita de lo subjetivo. Amorfo e inmaterial, protector de las ciencias sin pruebas ni requisitos, danzante entre literatura y didáctica, suele verse señorear en los últimos siglos.
Solemos pretender que el ensayo, a pesar de su subjetividad, es una reflexión sincera, que es un género totalmente ajeno a la ficción, solemos no atender a la ensayística de los sofistas. También así pretendemos estructurarlo “introducción, desarrollo, conclusión” y lo atamos al tractatus o al articulo o a la divulgación cuasi científica.
Sin duda los ensayos de Paz o de Jung guardan el estilo y la seriedad personal de sus autores, y de hecho mantienen, a pesar de los pesares, las necesidades básicas para ser llamados de ese modo. He incluso puede verse dentro de la ficción fragmentos o totalidades de este genero, la ficción al servicio de la retórica.
Con el espíritu pícaro de Loki el ensayo también se hace eco de la voz del pueblo y vuelve a sus orígenes, más allá de la poética, a la ficción pura, a la mentira descarada que recurre a las citas que no existen, a personajes nonatos, a datos risiblemente falsos
La ficción, la mentira, la subjetividad, escudos comunes y muy utilizados por la sorna que impregna generaciones desde el modernismo. Responder a la tiranía de la realidad con una burla que es grito y carcajada, un reírse de si mismo para reírse de sus males.
Con el espíritu pícaro de Loki el ensayo también se hace eco de la voz del pueblo y vuelve a sus orígenes, más allá de la poética, a la ficción pura, a la mentira descarada que recurre a las citas que no existen, a personajes nonatos, a datos risiblemente falsos.
Los hay que por pudor ignoran a la brava este renacer del ensayo, pero los hay que más que aceptarlo disfrutan y exaltan la belleza de esta retórica contemporánea tan necesaria.
Demás estaría citar a Borges o a Barthes…