En su testimonio sobre Narciso González (Narcisazo), publicado en el Listín Diario del 5 de agosto de 2010, Jimmy Sierra escribió lo siguiente: “Así que para mí no importa la forma en que murió. Quizá hoy, lejos de la luz, sobre la tierra donde cayó ha crecido la hierba. O tal vez, si fue en el mar, en la penumbra, las espumas que dejó las llevaron las olas. O, quién sabe si fue el viento en una noche aciaga el encargado de esparcir sus cenizas. De todas maneras, como la verdadera muerte es el olvido, propongo una cruzada para eternizar su memoria difundiendo sus obras y su ejemplo, para que las nuevas generaciones sepan, en verdad, quién fue, cómo pensaba y por quiénes luchó hasta el último minuto de su vida aquel que en vida se llamó Narciso González, mejor conocido por el pueblo como Narcisazo”.
Ojalá la propuesta de Jimmy Sierra sea acogida por alguna institución que se encargue de reeditar los libros de Narcisazo (tales como El humor tiene bandera, El pueblo se queja en verso, Mochila para pioneros, El verso octosílabo en la ruta de lo popular y Juan Pablo Duarte: 5 Principios para un Gran Final), al igual que el libro que escribió sobre su desaparición José Díaz en 2008 (titulado Narcisazo, ¿dónde estás?).
Retrocediendo más en el tiempo, doce días antes de iniciarse la Guerra de Abril o Revolución Constitucionalista, Emilio Rodríguez Demorizi publicó, en las páginas 47-48 de la revista Ahora (número 106, 12 de abril de 1965), un artículo titulado “La crítica de arte en Santo Domingo”, que siete años después incluyó, actualizándolo y ampliándolo con pequeñas modificaciones y varias notas, en las páginas 167-174 de su libro Pintura y escultura en Santo Domingo (Librería Hispaniola, Editora, 1972), volumen 49 de la Colección Pensamiento Dominicano, dirigida por Julio D. Postigo (colección que, desde hacía mucho tiempo, ameritaba una reedición, la cual fue atinadamente emprendida, agrupándola en tomos temáticos, por el Banco de Reservas y la Sociedad Dominicana de Bibliófilos).
Dicho artículo fue incluido también (pero en su versión original de 1965 sin las ampliaciones, modificaciones y notas de 1972) en las páginas 377-381 de la antología Emilio Rodríguez Demorizi. Escritos (Ediciones Ferilibro, 2008), compilada, prologada y editada por Héctor Luis Martínez y presentada en la XI Feria Internacional del Libro Santo Domingo 2008.
“La crítica de arte se remonta entre nosotros al modesto origen de los connaisseurs anónimos que desde El Eco de la Opinión, en 1879, encomiaban los méritos o señalaban los defectos de las escasas obras de arte que aparecían, esporádicamente, en la empobrecida sociedad dominicana”, empieza Don Emilio su artículo, para añadir: “Con la llegada de Fernández Corredor, en 1883, la crítica de arte comienza a insinuarse como consecuencia del progreso artístico de esos días. Y es, nada menos que Hostos, uno de los que entonces empiezan a crearla. El egregio maestro… fue entre nosotros de los primeros connaisseurs, ya cuando escribía acerca del pintor Juan Ramón Fiallo, ya cuando redactaba el veredicto de una exposición de arte en que se mezclaban sus conocimientos de la técnica y su inevitable condición de sociólogo. Arte y sociología mezclan también en otro de sus escasos escritos de crítica de crítica de este género: sus deliciosas páginas acerca de la exposición artística e industrial de Santiago de Chile, en los días en que renovaba allí las huellas de Andrés Bello”.
Más adelante agrega Don Emilio: “Tras de Hostos cabe mencionar, en primer término, al ilustre crítico dominicano Pedro Henríquez Ureña, cuyos conocimientos artísticos enriqueció en las mejoras fuentes, en los grandes museos de Europa y de América. Bastaba contemplarle frente a una obra de arte y oírle su impresión, para conocer su maestría. En nuestras visitas a los ricos museos de Boston, en 1941, por encima del éxtasis en la contemplación de alguna creación máxima del arte, estaba en mí el gozo de verle serenamente ensimismado ante la obra del genio, mirándola sin prisa, con mansa mirada escrutadora, como si pasase por todos los matices del lienzo o por todos los cambiantes del mármol, una emocionada caricia del espíritu. En materia de crítica de arte dejó el Maestro, a lo largo de sus obras, en constantes alusiones, y en su conferencia acerca de la pintura del uruguayo Pedro Figari, el testimonio de sus conocimientos artísticos”.
Don Emilio menciona a Manuel de Jesús Galván, César Nicolás Penson, Raúl Abreu, Rafael Galván, Adolfo Obregón y Federico Henríquez y Carvajal entre los “aficionados a la crítica de arte” a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, aunque “en realidad no existía la crítica de arte. Apenas si pasaba de la descripción, del fugaz comentario… La crítica de arte, la que podría calificarse de profesional, aparece entre nosotros, con todos sus reales atavíos –gracia y ciencia– en Rafael Díaz Niese, sin disputa uno de los grandes escritores dominicanos de la centuria presente, el más docto conocedor del arte, de su historia, de sus asombrosas modalidades… Junto a Díaz Niese creció aún más, sin opacarse, el más celebrado, el más discutido, el más inteligentemente agudo de nuestros críticos del presente, el pontífice erigido por el consenso de sus admiradores y por él mismo, cultivador despreocupado y entusiasta de su propia vanidad, de la vergonzante vanidad de todo artista: Pedro René Contín Aybar… La obra de Contín Aybar es ya bien larga, cotidiana, en presente, en la plenitud de una faena que es hoy el centro de atracción de donde esperan la palabra de pase los jóvenes escritores y artistas de la hora, ávidos de sus consagratorias alabanzas”.
Alaba Don Emilio “la fervorosa dedicación de Armando Oscar Pacheco a la crítica de arte” y de Manuel Valldeperes apunta que su labor como crítico de arte “ha sido bien fecunda y sigue siéndolo”, elogiando sus “siempre generosos y orientadores” comentarios de arte. Añade que “junto a los profesionales de la crítica de arte, surgen, con toda autoridad, los pintores-críticos”, entre los que menciona a Darío Suro, Jaime Colson y José Vela Zanetti.
Así como de Manuel Valldeperes se publicó Obra crítica en el periódico El Caribe, 1962-1969 (Ediciones Ferilibro, 1998, en tres volúmenes) y de Fernando Peña Defilló se recopilaron sus críticas y se publicaron en el libro de Ricardo Ramón Jarne y Laura Gil Fiallo, Fernando Pena Defilló: La Naturaleza Mística (Centro Cultural de España, Santo Domingo, 2005), sería bueno recopilar y publicar la obra (dispersa en periódicos, revistas y catálogos de exposiciones) de los demás precursores y/o pioneros de la crítica de arte mencionados por Don Emilio en el citado artículo de 1965, así como la de Horia Tanasescu, María Ugarte, Aída Cartagena Portalatín, Arnulfo Soto y otras personas que, lejanas décadas atrás, ejercieron la crítica de arte en nuestro país (y de otras que la siguen ejerciendo, como por ejemplo Marianne de Tolentino y Amable López Meléndez. De este último se pone a circular el primer tomo de Arte Contemporáneo en Santo Domingo el lunes 17 a las 7:30 p.m. en el Palacio de Bellas Artes).
También sería bueno reeditar tres libros de Pedro Mir que, varias décadas atrás, fueron publicados por la Editora Universitaria de la UASD y hace mucho están agotados: Apertura a la Estética (1974), Fundamentos de Teoría y Crítica de Arte (1979) y La Estética del Soldadito (1991), así como también la monografía sobre Abelardo Rodríguez Urdaneta escrita por Belkiss Adrover de Cibrán (y su poemario Renacer), además de publicar el libro de recetas de su padre, Frank Adrover Mercadall, libro inédito que forma parte del fondo que custodia su albacea, Ylonka Nacidit-Perdomo, según ella misma reveló en la tertulia celebrada en el Museo Bellapart, el 17 de noviembre pasado, en torno a la exposición “Belkiss Adrover de Cibrán: Archivos Fotográficos Inéditos 1948-1973” (en el marco de PHOTOIMAGEN 2018).
Aprovecho esta mención del libro de recetas de Adrover para referirme a los “Apuntes para una bibliografía gastronómica dominicana” que escribí en esta columna, los días 29 y 30 de agosto pasado, pues debemos añadir nuevos títulos que han sido publicados entre 2016 y 2018, de los cuales acabo de enterarme recientemente.
Para divulgar recetas inspiradas en las herencias gastronómicas que han dejado las distintas corrientes migratorias en el país y apoyar el programa de salud y nutrición de Aldeas Infantiles SOS, la empresa Nestlé Dominicana publicó Tierra de sabores, de la autoría de Francisco Gómez, Bracilicia García, Ariel Peñalva, Arleen Rivera, Elisa Cabral, Ingrid Cabral, Maja Antún, Jacqueline Henríquez, Luigi Puello, Luli Malla, Lisa Guerrero, Ximena Latorre, Mónica Quiñones y Rafael Vásquez.
100 años, 100 recetas fue publicado por la Casa de España en ocasión de celebrar su primer centenario en 2017. Ese mismo año, Hilda Ureña publicó Festival de berenjena y la Vicepresidencia de la República publicó Cocinando lo nuestro, de la autoría de Milena Herazo, Merian Pérez, Alexis Peña y Alicia Rodríguez Suriel.
La Embajada de la República Dominicana en Francia publicó Cocina de mi terruño y su traducción al francés Cuisine de mon terroir, de la autoría de Jeanne Marion-Landais, Sharime Gómez Garib y Lissy Acevedo Gómez, con fotografías de Samuel Esteban Valdez.
Estos títulos amplían la bibliografía gastronómica dominicana a la que esta columna dedicó, los días 29 y 30 de agosto pasado, los artículos arriba referidos, los cuales están contenidos en los siguientes enlaces:
https://acento.com.do/2018/opinion/8600794-apuntes-una-bibliografia-gastronomica-dominicana-1-2/
https://acento.com.do/2018/opinion/8601025-apuntes-una-bibliografia-gastronomica-dominicana-2-2/
Por cierto, el domingo pasado fue celebrado por primera vez el Día Nacional de la Cocina y la Gastronomía Dominicana que, a partir de este año, es el segundo domingo de diciembre. “Es un logro para todos los dominicanos que su cocina y gastronomía, desde ahora en adelante, tengan su fecha especial para conmemorar la fusión mágica de culturas y sabores que nos caracteriza”, afirma Luis Ros, presidente de la Academia Dominicana de Gastronomía, quien publicó, el sábado pasado en el Listín Diario, el artículo contenido en este enlace, cuya lectura recomiendo:
https://listindiario.com/la-vida/2018/12/08/544868/carta-a-santa-claus-del-arte-culinario-nacional
Y de la bibliografía gastronómica pasamos a la bibliografía musical, pues también sería bueno publicar nuevas ediciones y/o recopilaciones de los dispersos textos sobre música de Fradique Lizardo (tales como Historia del merengue, El carabiné: origen y evolución, Danzas y bailes folklóricos dominicanos, Instrumentos musicales folklóricos dominicanos, Instrumentos musicales indígenas dominicanos, entre otros) y de Arístides Incháustegui (Apuntes para la historia del himno nacional dominicano, El disco en la República Dominicana, Por amor al arte. Notas sobre música, compositores e intérpretes dominicanos, Hitos de la música dominicana en el siglo XX, etcétera), así como nuevas ediciones de libros agotados de autores tales como Luis Alberti, Julio Alberto Hernández, Julio Arzeno, Julio De Windt, Julio Ravelo de la Fuente, Flérida de Nolasco, René Carrasco, Aída Cartagena Portalatín, Aída Bonnelly de Díaz, Emilio Rodríguez Demorizi, Manuel Marino Miniño Marión-Landais, Jacinto Gimbernard, Rafael Villanueva, Rafael Solano, Catana Pérez, Bernarda Jorge, Zunilda Pierret de Morel, Argentina Abreu de Sturla, Luis Manuel Brito Ureña, Miguel Holguín Veras y otros exponentes de nuestra bibliografía musical, entre los que no deben faltar dos libros de Manuel Rueda publicados en 2001: Una Voz. Tomo 2: Temas musicales y diversos (editado por la Colección Prisma de la Fundación Corripio) y Comentarios musicales (recopilación de los artículos que Rueda escribió, en el suplemento Isla Abierta entre 1981 y 1988, dedicados a la labor musical de Arístides Incháustegui).
Cuatro recientes aportes a la bibliografía musical dominicana, en este último trimestre de 2018, han sido Me volviste loco, Wilfrido, primer tomo de las memorias de Wilfrido Vargas; Célebres Músicos Dominicanos, de Fausto Polanco; Manual de estética musical, de Edith Hernández; y Una Isla es Un Universo: Bianuario de la Música Alternativa Dominicana 2016/2017, compendio de 60 artículos de 35 autores, cada uno sobre un artista, proyecto o escena, compilados por Cecilia Moltoni y Rossy Díaz.
Sobre el primero, el propio Wilfrido Vargas nos dice: “Es un libro sincero, que nace desde mi alma. Que no cuenta una historia, sino muchas, y en el que me desnudo con la mejor de las intenciones: conectar sin tabú con ustedes, como quien baila sin preocupaciones y con los ojos cerrados”.
Sobre el segundo (que contiene 84 biografías), el propio Fausto Polanco nos dice: “Cuando inicié con la investigación para escribir este libro, no imaginé que encontraría a tantos genios de la música dominicana. Gente que pasó de todo para llegar a ser lo que fueron y son hoy en día. La mayoría con precarias situaciones económicas, que no les permitía adquirir su instrumento, pero esos fueron los que más lejos llegaron”.
Sobre el tercero, la propia Edith Hernández nos dice: “Es la recopilación de muchos años de trabajo y de experiencia docente, que aúna concepciones sobre estética, arte y música. Enfoca de forma global los problemas históricos y sociales que tanto influyen en las expresiones artísticas. Es la apertura a un camino sin misterios que guíe la formación de los jóvenes artistas, ayude a encauzar el buen gusto del oyente y fortalezca el criterio de los estudiantes y aficionados”.
Sobre el cuarto, la propia Rossy Díaz escribe en su blog: “Es una fotografía de la ebullición de una energía musical inquieta que se expande con ritmos oscilantes. Reflejo de un trabajo honesto, de un esfuerzo invaluable y del amor a la música de cientos de artistas, jóvenes y experimentados, que nos interpelan desde la música para pensarnos como una isla rica en identidades y con mucho para decir hacia afuera. Recortado a dos años de manera ciertamente arbitraria, 2016 y 2017, y con el objetivo de ser un relato con continuidad donde mirarnos y reconocernos periódicamente, con búsquedas diversas y metas comunes”.
Les recomiendo leer el blog de la citada Rossy Díaz en este enlace:
Diciembre está lleno de muy variadas ofertas musicales, desde el recital del pianista ruso Daniil Trifonov mañana jueves 13 en la Sala Carlos Piantini del Teatro Nacional Eduardo Brito (al que me referí en Tívoli del miércoles pasado), hasta el tradicional Concierto de Navidad del Coro de la Catedral el martes 25 y muchos otros conciertos de coros en iglesias y plazas comerciales en diferentes fechas, así como también el habitual jazz de los viernes en el Dominican Fiesta (y más jazz el sábado 15 en el Sheraton, el miércoles 19 en Acrópolis y el viernes 21 en Casa de Teatro), la salsa de Willie Colón en Hard Rock Live de Blue Mall el sábado 22 y el rock de varias bandas en el concierto “Rewind” en el Teatro La Fiesta del Hotel Jaragua el miércoles 19 y en el festival “Destrucción Masiva 2018” en el Centro Olímpico Juan Pablo Duarte el sábado 22, entre muchas otras ofertas musicales muy diversas, para todos los gustos, entre las que resaltamos tres pautadas para este sábado 15:
A las 2:00 p.m. en el cine Fine Arts Novo Centro, la ópera “La Traviata” transmitida desde The Metropolitan Opera House de Nueva York; a las 6:00 p.m. en el lobby central de Galería 360, el concierto de la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil dirigida por Alberto Rincón; y a las 9:00 p.m. en la Plaza de España el espectáculo “El Merengue: Patrimonio Cultural de las Américas”, con los cantantes Eddy Manuel e Ileana Reynoso, acompañados de la Orquesta de Dioni Fernández, y para cerrar el Conjunto Quisqueya, en homenaje a quienes difundieron el merengue por el mundo, desarrollando su trabajo musical desde el extranjero, razón por la que el repertorio incluirá temas de artistas como Billo Frómeta, Alberto Beltrán, Ángel Viloria y su Conjunto Típico Cibaeño, Francisco Alberto Simó Damirón y Negrito Chapuseaux, Luis Kalaff y sus alegres dominicanos, Primitivo Santos, Joseíto Mateo, Milly, Joselyn y los vecinos, La Gran Manzana, Jossie Esteban y la Patrulla 15, The New York Band y el Conjunto Quisqueya.
Con este espectáculo de merengue culmina la Noche Larga de los Museos (convocada por el Ministerio de Cultura) a la cual se suma la Noche Larga de los Bares (convocada por la ABZOCOL: Asociación de Bares de la Zona Colonial).
A propósito del merengue (declarado por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial y por la OEA como Patrimonio Cultural de las Américas), el nuevo disco de Paul Austerlitz y su Ensemble Dominicano, “Dr. Merengue”, ya está a la venta en varios establecimientos de la Ciudad Colonial (como Sabina Bar, La Cafetera, Casa Quién y Casa de Teatro) y se le puede comprar directamente al propio Paul Austerlitz, quien se presenta con su Ensemble Dominicano las noches del jueves 13 (en La Espiral 313: calle Mercedes 313) y del viernes 14 (en el Coolmado Las Mercedes: calle Mercedes esquina Sánchez).
Paul Austerlitz es un saxofonista, clarinetista, compositor y etnomusicólogo estadounidense de origen finlandés, quien ha estado tocando e investigando la música dominicana desde hace tres décadas, durante las cuales ha grabado (además del nuevo “Dr. Merengue”) otros tres álbumes con composiciones que mezclan el jazz con ritmos dominicanos, como merengue, pri-prí y palos: “A Bass Clarinet in Santo Domingo and Detroit” (1998), “Dominican Dreams, American Dreams” (2003) y “Journey” (2008); y ha escrito los libros Merengue: Dominican Music and Dominican Identity (Temple University Press, 1997), cuya versión en español, Merengue: Música e identidad dominicana, traducción de María Luisa Santoni y revisión de José Guerrero y Miguel Aníbal Perdomo, fue publicada en 2007 por la Secretaría de Estado de Cultura (hoy Ministerio) y la Academia de Ciencias de la República Dominicana; y Jazz Consciousness. Music, Race and Humanity (Wesleyan University Press, 2005), que dedica un capítulo al jazz latino (“Machito and Mario Bauzá: Latin Jazz in the U.S. Mainstream”) y otro a la influencia del jazz en la música dominicana (“Ambivalence and Creativity: The Jazz Tinge in Dominican Music”), libro del cual también esperamos una traducción al español.
Y de la música nos vamos a la poesía, recordando que el 17 de diciembre de 2005 en el suplemento Areito, de Hoy, la entonces Secretaría de Estado de Cultura informó lo siguiente: “Los dominicanos Homero Pumarol y Juan Dicent quedaron entre los cinco finalistas de 2,206 libros de poemas de escritores de América y Europa que participaron en el Concurso Hispanoamericano de Poesía realizado en Argentina. Los libros Fin de carnaval, de Homero Pumarol, y Poeta en Animal Planet, de Juan Dicent, serán publicados por la Editorial VOX de Argentina como incentivo por ser finalistas. El jurado estuvo conformado por los directores de las revistas literarias Matadero, de Chile; Amigos de lo Ajeno, de Costa Rica; Sala de Máquinas, de Perú; y VOX, de Argentina. El secretario de Cultura, José Rafael Lantigua, saludó la noticia. “Argentina es el país invitado de honor de la Feria Internacional del Libro Santo Domingo 2006, por lo que estos dos premios a jóvenes poetas dominicanos constituyen un aliciente especial para que la poesía nuestra llegue a esa gran nación”. ”.
Dos años y dos meses después, el 19 de febrero de 2008, el periódico argentino Página 12 informó: “Entre los poetas jóvenes inéditos o pocos difundidos, Vox publicará a Laura Forchetti (Cerca de la acacia), a los dominicanos Homero Pumarol (Fin de carnaval) y Juan Dicent (Poeta en Animal Planet) y al chileno Yanko González (Me tradujo González), entre otros”.
En una entrevista publicada en la revista dominicana Mercado en diciembre de 2008, Juan Dicent le declaró a Rubén Lamarche: “Creo que este año sale mi segundo libro en Argentina, el primero fue el de cuentos, Summertime en Santiago Arcos Editor, este es un libro de poemas que se llama Poeta en Animal Planet, que ganó un segundo lugar en un concurso allá y Editorial Vox me lo va a publicar cuando llueva para arriba”.
Como no he vuelto a tener noticias al respecto, agradeceré que alguien me haga el favor de informarme si Fin de carnaval y Poeta en Animal Planet ya fueron publicados por Vox o por alguna otra editorial. Y a propósito de Homero Pumarol, les dejo el enlace de un reciente artículo de Max “Drlacxos” Cueto y Manuel Betances: