Hace unos días recibí una llamada de una coordinadora de un centro educativo para preguntarme mi opinión sobre los libros de texto para el Nivel Inicial, comentándome que los considera necesarios para asegurar que las educadoras aborden los aprendizajes del currículo y que no dejen de trabajar lo importante con sus estudiantes. Es la época del año escolar en la que toca revisar los textos de las distintas editoras y elegir los mejores para cada grado y área curricular.
El libro de texto se ha utilizado y se sigue utilizando por ser un recurso valioso que contiene lecturas, explicaciones, ejemplos, ejercicios y actividades organizadas que facilitan la labor del educador. El mismo asegura el abordaje de los contenidos importantes en un orden preestablecido sin tener que esforzarse demasiado en buscar e integrar otros recursos al planificar la clase. El peligro está cuando esto último sucede.
Es una realidad que el libro de texto da seguridad al ofrecer una guía a los educadores y un material para que los estudiantes accedan al contenido, realicen tareas y practiquen sus habilidades de manera organizada y progresiva en un periodo de tiempo. Esto no deja mucho espacio para la improvisación ni para mucha creatividad o diversidad de experiencias y actividades, a menos que esté bien diseñado y se utilice de manera apropiada, flexible e interactiva, complementado con otros recursos e informaciones que puedan enriquecer la práctica y el proceso enseñanza y aprendizaje.
Estudiantes de todas las edades pasan mucho tiempo utilizando el libro de texto. Muchos padres presionan al centro educativo y a los educadores para que cubran todas las páginas durante el año escolar y se quejan si no lo hacen. Como educadora y madre me preocupa que se le de más importancia a cubrir el libro que a ayudar a cada estudiante a lograr el aprendizaje y a desarrollar las competencias necesarias. El afán para que todos completen las páginas al mismo tiempo y con el mismo ritmo no permite ver ni responder a las necesidades e intereses de cada uno de los estudiantes y del grupo. En estos casos, el problema no es el libro, sino la forma como se utiliza.
Los libros de texto son cada vez más atractivos e interactivos. Son diseñados para el logro de los aprendizajes esperados, incorporan informaciones actualizadas y variedad de recursos que los enriquecen. A pesar de esto, el aprendizaje para la vida abarca mucho más de lo que presenta un libro. El texto puede incluir casos, situaciones y problemas a resolver, pero no podrá sustituir la exploración, la experiencia y las situaciones reales o simuladas en las que se ponen en práctica las habilidades de manera individual y grupal. Es por esto recomendable usar el libro de texto con otros recursos, experiencias y actividades que planifica el educador.
Si el libro de texto es el recurso principal con el que cuenta el educador, entonces es mucho más importante que se utilice de la mejor forma posible, sacando provecho y obteniendo sus beneficios, pero sin limitar al estudiante y al propio educador. Existen múltiples oportunidades para buscar, elegir y enriquecer nuestros conocimientos y experiencias. Tenemos acceso a fuentes variadas, recursos virtuales y digitales que son actualizados de manera continua y están disponibles con facilidad, por lo que se hace necesario acogerlos e integrarlos al aula.
Ahora tenemos los libros digitales. Pasar de los libros físicos a los libros digitales no debería consistir simplemente en abordar el mismo contenido de la misma manera pero en un nuevo formato, sino asegurar que la enseñanza facilite el acceso de los estudiantes a material de calidad, previamente identificado, revisado y seleccionado, con intencionalidad pedagógica, por el educador.
El libro es valorado y cuenta con una estructura que permite abarcar el currículo de manera sencilla y práctica. Los demás recursos disponibles son también muy valiosos. No dejemos de invitar al descubrimiento, al intercambio, a la construcción y a la colaboración, desarrollando la capacidad de resolución de problemas y de gestión de la información. Incluir el uso de aplicaciones, videos y enlaces con contenido de otros educadores y grupos enriquece la experiencia educativa. Lo importante es que los estudiantes aprendan y desarrollen competencias para la vida conectados con el mundo que les rodea, no de espaldas a este.