El reconocido historiador, escritor, académico, ensayista y exsecretario de Estado de las Fuerzas Armadas, general retirado José Miguel Soto Jiménez publicó un libro intitulado: Memoria de Concho Primo, con prólogo del crítico literario, novelista, ensayista, académico, profesor universitario, escritor y lingüista doctor Andrés Luciano Mateo Martínez.

Aunque el autor de dicha obra no lo dice, todos los relatos contenidos en el mismo, aparecieron publicados en el periódico matutino Listín Diario, en una columna que mantenía todos los domingos en ese importante medio de comunicación social.

En cada uno de los indicados relatos que aparecen en el libro de marras, vuelve a demostrar el dominio y la técnica de la escritura que tiene Soto Jiménez.

Soto Jiménez es un hombre formado en la milicia, pero de ideas democráticas y que, desde la posición de Secretario de Estado de las Fuerzas Armadas, emprendió profundo cambio de esa institución castrense.

Es un hombre que cree en el juego de las ideas de los demás. Sin lugar a dudas es una gran reserva que tiene el pais.

En dicho libro comete errores, como son:

Cuando dice Soto Jiménez que Luperón estaba: “En su cuarto maltrecho y pobre…”, (página 346). Este no conoció esa vivienda, que era de estilo victoriana, construida en 1875 por Roderick Arthur (1849—1941), principal artífice de las casas victorianas de Puerto Plata. Mucho menos, su vivienda era modesta, como sostiene. Luperón vivió en una buena casa y le construyó a su hija Ana Luisa Adelaida Luperón Tavárez (1867—1958), ésta después de haber nacida en la opulencia, murió en la más angustiosa miseria. Vivió en los últimos años de su existencia de la caridad pública y de una exigua pensión del Estado dominicano al frente de la suya una estupenda vivienda, que fue ahí donde murió Luperón el 21 de mayo de 1897 (hoy casa propiedad de la familia Ripoll, en la calle 12 de Julio de Puerto Plata). Véase el libro: Puerto Plata: La conservación de una ciudad inventario y ensayo histórico—arquitectónico de Robert S. Gamble y José Augusto Puig Ortiz. Santo Domingo, Editora Alfa y Omega, 1978.

Tampoco es cierto como sostiene soto Jiménez que Luperón murió en un “catre humilde destemplado”, las fotografías dicen lo contrario. El historiador Emilio Cordero Michel ha presentado una gran colección de fotos de Puerto Plata del siglo XIX y principios del siglo XX, entre las cuales existe una donde aparece el cadáver del general Gregorio Luperón, el día que murió 21 de mayo de 1897, en una tremenda cama de caoba.

Ojalá que en una próxima edición de dicha obra pueda agregar un índice de nombres y una amplia bibliografía, de la cual adolece su libro.