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Seneo Milagro Arbaje Ramírez, nació en Las Matas  de Farfán, provincia San Juan de la Maguana, República Dominicana, realmente el 27 de noviembre de 1934 día de la Milagrosa (el acta de nacimiento dice de diciembre por razones epocales). Es el noveno hijo de la docena que procrearon sus padres Abraham Arbaje Neum, libanés, y Jovina Alicia Ramírez de Arbaje, dominicana de ascendencia canaria como muchas gentes del sur.  Hizo sus estudios primarios en su pueblo natal y allí cursó los tres primeros del bachillerato y el último en Santo Domingo en la Escuela Normal de Varones Presidente Trujillo.

Ingresando más tarde en la Universidad de Santo Domingo (UASD), que era entonces la única en el país, en la Facultad de Ciencias de la Salud, egresó con el título de Doctor en Medicina en 1958.

Hizo su especialidad en USA, ingresando primero en Cleveland, Ohio, en el Saint Alexis Hospital en 1964 donde hizo la reválida del título de médico; luego como  internista en Cook County Hospital de Chicago y finalmente en el County Hospital afiliado a la  Wayne State University, de Detroit, Michigan, y la especialidad en gastroenterología en el Hospital de Veteranos de Phoenix, Arizona, y en esa zona practicó su especialidad por 30 en la ciudad de Yuma. Retirándose en el 2003.

Casó en 1972 con la doctora María Inés Báez Draiby con la cual procreó su única hija, la doctora Alicia Inés Arbaje Báez, que por sus éxitos en su carrera y sus logros, son su mayor orgullo como médico y como padre.

Soltero después de su divorcio, reside en la ciudad de Santo Domingo.

Este es su primer libro.

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Seis y medio siquiatras

Extrañará a nuestros lectores este curioso titular, pero cuando le pregunté detalles me dijo que muchos de sus últimos cuarenta y cinco años   los pasó bajo el efecto de esta enfermedad, a la cual la gente no le hace mucho caso, pero que es, según él, como dice el subtítulo, la más horrorosa y maligna.

Cuando insistimos, nos respondió diciendo que en su obra lo que ha hecho es historiar su dolencia: Tuvo, en un país tan avanzado como los Estados Unidos de Norteamérica, que visitar y ser tratado por cinco siquiatras, aunque el medio, es él, que se dio cuenta de su mal y así se lo dijo todos ellos, sin que ninguno lo pudiera devolver al mundo de la realidad total. Hasta que vio la luz en la consulta de la sexta.

Leyendo su texto de 156 páginas, editado primorosamente por Editora Búho, precisamente en este mes de junio, para ser más precisos se lo entregaron el jueves 7, nos damos cuenta de muchas cosas que ignorábamos sobre esta dolencia síquica.

Lo primero es que nadie, absolutamente nadie, sabe cómo ni cuándo ni por qué de repente el mundo es diferente para quien lo padece, que entre todos los trastornos de la mente parecería el más sutil y el menos dañino, sin embargo, el doctor Arbaje es tajante: Es peligroso y su malignidad puede llevar al suicidio o al homicidio, sin que nadie se dé cuenta de que el autor de esos hechos lo hizo solo porque padecía de depresión, y no se lo comunicó a nadie, o lo que es peor, no buscó un especialista competente.

Aunque, como me había dicho, él buscó no solo a uno, sino a cinco, antes de encontrar a la doctora Susan W. Lehmann de Johns Hopkins Hospital, que ha sido, según él, quien lo ha traído al mundo de los “sanos”.

El autor señala en su libro que muchas personalidades históricas han sufrido depresión y otras sico-manías, destacándose en las ciencias, las artes o la política, como Isaac Newton, Charles Darwin, Winston Churchill, Ludwig Van Beethoven, Robert Schumann, Vincent Van Gogh, Abraham Lincoln o Franklin Delano Roosevelt, y sin embargo dejaron obras o actuaciones que ayudaron a la humanidad. Algunos resistieron, pero otros, como el gran pintor holandés, terminaron con su vida.

Nadie se da cuenta al observar al depresivo, del infierno que está padeciendo, y aún cuando lo sospeche, no tiene idea de lo que es una depresión en realidad. Él mismo tuvo épocas en que ni sabía de sí mismo, en otras, que padecía irritaciones provocadas, para él, por injusticias que no podía tolerar.

Confiesa que a lo mejor les hizo daño a personas que le querían o a quienes él amaba o estimaba, y ahora, en este libro se excusa y a los que estén vivos, que quizás puedan comprender que a veces se actúa  inconscientemente y no con el morbo de herir a alguien.

Mi recomendación como lector, es que este libro, que comienza con las siguientes palabras introductorias:

No sé si los que escriben biografías, autobiografías, ensayos, cuentos, novelas, y otros géneros literarios, le dan título a lo que van a escribir antes de hacerlo, a medida que lo hacen o al final de escribirlo.

En todo caso, yo lo hago remontándome a más o menos 70 años atrás con el designio, no propiamente literario, sino humano, profesional, porque todo cuanto aquí escribo es realmente verdadero. Estoy en la cercanía de la llamada cuarta edad (se dice que 84  es la que marca esa llamada así, y estoy a meses de ella). Creo que es una buena jugada de la naturaleza que yo haya vivido suficiente para permitirme escribirlo, y con ello, dejar plasmado algo para siempre, que le permita a quienes padezcan o puedan padecer el mal que me ha aquejado, la oportunidad de leer estas cuartillas, y al ver y reconocer la autenticidad de lo que digo

en ellas, entiendan que es para su bien, toda vez que es total y completamente cierto todo cuanto aquí leerán, como dije al principio.”

Por estas páginas desfilan hechos terribles ocurridos en el país y en uno de los cuales fue víctima después del derrocamiento de Juan Bosch, cuando fue  acusado de guerrillero junto a unos tres sujetos que no había visto nunca. Un artículo de Radhamés V. Gómez P., en su columna Pulsaciones del periódico El Caribe, ha sido reproducido íntegro como ejemplo de aquel abuso y para deleite de los lectores.

A quienes piensen o crean que su mal es la depresión el autor concluye con estas palabras de su epílogo, que aparecen en la contraportada:

“Mi consejo, no como médico, sino como paciente, sobre la depresión, es la siguiente: si ves que las personas a las que recurriste en busca de ayuda no te las dio, no descanses. Sigue buscando. Como seres humanos estamos hechos, y muchas veces preparados para enfrentar todas las adversidades que se nos presenten. Lo puedo repetir una y otra vez: si se quiere, se puede. Y aunque a mí me tomó unos 45 años encontrar el bienestar que como todo ser humano merezco, debo decir, que si bien mi monstruo  no está del todo vencido, puedo en cambió sostener que sí está bien domado.”

Este desgarrador testimonio de una persona como el doctor Seneo Milagro Arbaje Ramírez, reconocida nacional e internacionalmente como un excelente médico, amable persona, con una cultura general muy por encima del promedio, creo que debería ser leído, no solo por los que sospechen que padecen esa cruel e inhumana enfermedad, como él repite a lo largo de estas páginas  impregnadas de una lacerante sinceridad, sino a los mismos psicólogos y psiquiatras que deben conversar ampliamente con sus pacientes, porque a veces, estas consultas verbales llevan a saber qué medicamentos podrían ser los que den en el clavo, como consiguió con él  su ángel salvadora.