La inmensa mayoría de los dominicanos, incluyendo a los círculos de intelectuales, desconoce que, en el año 1998, Johnny escribió su libro autobiográfico que lleva como título "Un poco de mí", cuyo prólogo fue escrito por su gran amigo Huchi Lora. Es un texto muy interesante, y tiene un total de 174 páginas y unos 25 capítulos que recogen desde su niñez, pasando por sus precariedades materiales (económicas) junto a su familia hasta alcanzar el éxito artístico, profesional y político.

En la página 15 del primer capítulo, Johnny Ventura expresa: "La casita en que nací era de madera, pertenecía a mi abuelita materna, Tomasina Soriano, a quien con mucho cariño llamábamos Pina. Era la persona más alegre y simpática que he conocido en mi vida." El Caballo Mayor escribe muchas cosas interesantes de su abuela y de cómo ella se ganaba la vida de su familia; sin embargo, el primer elemento que él destaca de su abuelita Pina, es la alegría. Este elemento se alojó en el alma de Johnny, por genética, asunción o aprendizaje, y no lo abandonó nunca en su larga vida de carrera artística y vida ciudadana.

La alegría fue uno de los elementos distintivos que distinguieron la conducta artística y ciudadana de nuestro músico Johnny Ventura. La alegría en él era tan expresiva y notoria, que nadie pudo asociarlo nunca a la muerte. Johnny nos parecía eterno; y esa fue una de las razones que hicieron posible que su partida repentina calara y lacerara tan duramente el alma de los dominicanos y sus admiradores en el mundo. Nadie jamás lo asoció a la muerte. Todos creíamos que lo tendríamos para siempre; mas, se nos fue como un soplo o agua entre los dedos.

Los efectos terribles de la miseria no amilanaron jamás su voluntad y la fuerza de superación personal de nuestro gran artista. En un breve

párrafo en el que el autor de "Un poco de mí," describe la realidad de su abuela, nos dice:

"Para poder adquirir esa modesta vivienda, Pina hubo de vender mondongo, trasladándose para ello todos los días a Villa Mella, comunidad cercana a la ciudad capital, pero para aquel entonces, se hacía lejana por las limitaciones del transporte".

Johnny Ventura narra en cada página del libro hechos de su vida que lo colocan como una persona muy especial; aunque estuvo siempre perseguido por la pobreza al lado de su joven madre soltera, él vivió para la alegría y el amor, el perdón y la fe, la solidaridad y el espíritu de superación. A pesar de su padre haberlo abandonado cuando cumplía sus cinco años de edad, él -siendo ya joven independiente- inició la búsqueda de su progenitor hasta encontrarlo en uno de nuestros barrios pobres, estableciendo excelentes relaciones con él y sin nunca abandonarlo ni sentir en su alma resentimiento alguno.

Al narrar su reencuentro con su padre, nuestro Johnny Ventura nos dice:

"Luego de muchos años sin saber de su paradero y sin que pudiera recordar siguiera la forma de su rostro, volví a ver a mi padre. Ocurrió dos años antes de su muerte. No lo había vuelto a ver desde que él y mi madre rompieron sus relaciones matrimoniales. En el momento en que lo vi de nuevo ya contaba con 18 años de edad. Siempre quise volver a verlo. Tenía muchas ganas de que aquel encuentro ocurriera".

Y más adelante, demostrando la gran nobleza de su alma, expresa:

"No se había ocupado más de mí y, sin embargo, no sentí ningún tipo de rechazo al verlo. Era un viejo que lucía bonachón, inofensivo. Verle me produjo una enorme satisfacción. Cuando por mi hermana Estela supe el lugar en donde podía encontrarlo, no dudé en hacerlo. Era mi padre. Sentía la necesidad de verle y hablarle".

No quiero terminar este artículo sin expresar -como testimonio- lo que me dijera mi profesor de la asignatura Fonética y Fonología, cuando estudié en la UASD, Dr. Rafael Mejía Constanzo, con respecto al autor de este libro: "Johnny Ventura es uno de los dominicanos que mejor pronuncian el idioma español". Ahora que leo esta obra escrita por él, yo también puedo decir que Johnny fue uno de los dominicanos que mejor escriben.