En mi costumbre inveterada de arribar a mi hogar con fundas de alimentos compradas en Supermercados, como un impulso del que no me puedo desprender a manera de hábitos( los hábitos son dueños del mundo por su automatismo), suelo al abrir la puerta vociferar:  "aquí llego el esclavo". Me miran con asombro los familiares y quizás no entiendan la simbología del porque de esta frase. También probablemente tampoco algunos de ustedes, mis estimados lectores.

El hombre se cree libre ( quiero decir ser humano, que incluye la mujer) pero por doquier abunda la esclavitud. En Guillermo Hegel ( filósofo alemán creador de las leyes dialécticas) en su obra la Fenomenología del Espíritu, nos comenta el dilema entre el amo y el esclavo, situando al amo como esclavo de su conciencia que no llega a comprender en su mente infeliz de que el otro ha de ser libre; ambos esclavos cada uno en su contexto situacional relacionado socialmente.

Libre y esclavo son dos caras de una moneda que circula con sus dos caras a cuestas, como pasa con la traviesa vida del humano; el se cree libre en todos sus antojos y voluntad, no se da cuenta racionalmente de que estamos sometidos a vicisitudes, presiones, obligaciones, responsabilidades, exigencias de competencias de las que no podemos obviar nuestros compromisos; la libertad asociada a ser libre lo proclamo Enmanuel Kant: el ser humano tiene un límite y ese límite se supedita a una voluntad que no puede desplegar todas sus impulsiones, todos sus deseos; existe entre los seres humanos en sociedad como nos dijera J. Jacobo Rousseau un " Contrato Social", como titula su obra.

Cuando nos paramos ante la vitrina de una tienda miramos con dubitación cual mercancía comprar, entonces aparece la condición del límite: ¿ es el objeto necesario, o es un deseo?.Es ahí el problema del límite. La voluntad se mueve entre el dilema de una libertad de acción y un compromiso desviado a esa misma condición, diferenciado a opciones diversas que nos impone la cultura, la educación y nuestros propios intereses personales y sociales. Tal como se manifiesta en el impulso consumista de este Black Friday en las tiendas de Estados  Unidos y República Dominicana, donde los clientes asaltan los escaparates de los negocios a son de una danza colectiva frenética.

Lo mejor que puede suceder es que el sujeto se sienta libre, pues ya esa misma pre-condición lo hace libre y en consecuencia su voluntad se realiza supuestamente con toda la fuerza de su libre albedrío, sin barreras que se le interponga. En mis análisis y la experiencia en tertulias con relacionados, nadie se proclama esclavo en serio, aunque vivimos sometidos a toda suerte de constricciones y limitaciones, que dudamos de una voluntad libre a toda costa; porque la voluntad se encuentra mediada por factores que escapan a su despliegue particular; factores sociales, culturales, educativos y políticos: la voluntad posee un alto ingrediente social, por eso en un juego deportivo la estrategia es de equipo, no individual, ni siquiera pesa más el alto porcentaje personal de un jugador ( véase Basquet Ball NBA), donde no siempre gana el equipo del mejor jugador en porcentaje de encestador, rebote o defensa.

Ahora bien, cuando las voluntades se armonizan en la búsqueda de una causa y se orientan en la misma dirección porque los intereses comunes o cardinales nos creemos salen premiados y los resultados serían óptimos a nuestra voluntad común de equipo, colectivo, o nación; la libertad encuentra la mejor circunstancia de cristalizar sus ideales y su objetivo para emprender la tarea que se ha propuesto construir como tal.

Posiblemente merme la condición de esclavitud entre los miembros del colectivo en función de la reciprocidad e intercambios que se produce entre los mismos, siempre y cuando una de las partes no se imponga y manipule los factores en común que se negocian o se equilibran  con voluntad de los componentes involucrados. Pero para eso hace falta educación, conciencia crítica, institucionalidad y aplicación de sanciones a todo tipo de violación que pueda deteriorar el equilibrio social y la preservación de la justicia social consagrada en la Constitución.

Reconozco que en una sociedad capitalista es muy difícil lograr ese equilibrio de los miembros sociales que las integran: por caso empresarios, trabajadores, profesionales, clase media, etc.. Se quedan con la mayor parte los empresarios, bajo el esclavizante criterio de que " generamos la riqueza invirtiendo nuestro capital", aunque sabemos de que el capital sin producción y sin circulación, terminaría agotado, convertido en moho en una caja fuerte, esclavo de su propia pretensión y de ahí que se hable de la libre circulación y del libre capital que nos termina esclavizando.

Libre y esclavo permanecerá el hombre, no podrá despojarse en su existencia de ese dilema por más discursos de derechos humanos, doctrinas religiosas y espirituales o corrientes filosóficas desfilen en el decurso de la historia: seguiremos sufriendo esa pre- condición con que nos doto la naturaleza humana. Una cuestión que embriaga a los pensadores en todo tiempo y no se agota en la curiosidad persistente de sus páginas producto de sus reflexiones, ubicando estos problemas humanos, tan deshumanos, ahora en la vanidad, en el egoísmo del individuo; otrora, en la naturaleza inherente del sistema de explotación y la ambición por acumular riquezas y poder de la elite que detenta los resortes del Estado.