(A Brenda C)
“¿Le cogite el truco a la pendeja?”, me voceaba la del remate derecho pero había demasiado ruido. La miré, miré a las otras, elevé el brazo derecho como si me acomodara las mangas, y lo bajé con el puño cerrado. Entonces levanté el izquierdo con gesto de fastidio, como si algo me molestara, y descendió con la mano abierta. Sabía que me estarían mirando y que entenderían. Solo para confirmar, crucé miradas con todas, dije gritando, un par de mierdas de esas para levantar el ánimo. Sí, me dijeron sus ojos. Claro que le había cogido el truco a la pendeja: Subía a la estratósfera, así de larga era y hacía creer que iba a rematar, cuando me colocaba, reculando hacia el fondo, sacaba un globito que fácilmente superaba nuestro bloqueo y a mi me dejaba en belén con los pastores. Maldita sueca. Dos, tres, cuatro puntos así mismo. Con otro, empatarían y este es el último juego.
“Coño, un solo punto es que nos falta para ganar. ¡Vamos!”
Acepté bien su servicio, pasé a la acomodadora que le puso bello globo a la del derecho, brincó ella pero era desde atrás que venía el remate. La pendeja y las otras no se dejaron engañar aunque su intento de bloqueo no funcionó. Detuve la respiración, si esa bola pica en zona buena todo habría acabado. No llegó a tocar suelo. Ahora veía como le pasaban a la acomodadora y ya sabía lo que iban a intentar, la pendeja quería más comida. Nos agrupamos rápido y las muchachas me miraron y me gritaban, yo, en cambio, dejé de escuchar cualquier cosa, me concentré en sus ojos, su movimiento, ya estaba bueno de pendejadas. Corrió a su posición, la seguía mirando cuando se elevó. Coloqué mi cuerpo como si me adelantara pero entonces lo ví en su gesto y di dos pasos atrás afirmándome. En vez de un globito, soltó fuerte remate que esperé tranquila, casi contenta. Mandé la bola, sin transición donde la zurda, la que menos remataba, la que nadie esperaba que lo hiciera y soltó soberano kilin que rebotó en el mismo centro del otro lado, perdiéndose entre el público delirante. No tuvieron tiempo ni de colocarse, así de rápido fue el ataque.
Entre la brincadera y el júbilo, la miré a la pendeja mirándome. Me pareció notar un gesto de respeto y admiración que correspondí. Resultaron duras las jabás estas.
cn, 2-10-14