Desde hace un par de meses el país ha estado enfrascado entre el problema de Odebrecht y la marcha verde. De alguna manera se ha dividido la opinión pública entre quienes defienden a los imputados y los que piden sean encarcelados los corruptos. Mientras unos gritan ¡crucifíquenlo!, otros vociferan ¡liberen a barrabás!

Es interesante el escenario pues a diferencia del texto bíblico aquí no existe un Jesús, aunque algunos de ellos al salir de la cárcel quisieron presentarse como tales llegando al colmo de solicitar se les pida perdón, solo existen barrabás, y el grito de crucifixión o liberación es con relación a las mismas personas: los imputados.

La diferencia reside en los modos y espacios de expresión de sus deseos. Quienes piden sean liberados lo hacen a través de medios de comunicación cuyos espacios, generalmente, están solventados por los mismos barrabás, quienes ofrecen y pagan cuantiosas sumas para que ayuden a no permitir que se escuchen los gritos de crucifixión.

Los que piden crucifixión lo hacen desde una marcha que viste de verde nuestras calles por un día y algunas personas con poder mediático que han hecho de esta lucha su bandera. Pero la real diferencia reside en el poder y me explico. La marcha verde tiene un amplio poder de convocatoria y los comunicadores que están a su favor tienen cierta influencia mediática, pero los que actúan a favor de la liberación tienen relaciones directas con el poder que decide, no con el poder que se manifiesta en la calle.

La población tiene un poder y el estado tiene el poder. La marcha verde puede conseguir que exista presión para que se juzguen en los tribunales los culpables, pero para lograr esto su accionar debería ser más intenso, por ejemplo me pregunto ¿Y después de lo de ayer qué sigue? Conseguir la condena conlleva un trabajo arduo de lucha y quienes controlan el poder de decisión lo saben, por eso juegan al cansancio de la población.

Como tienen el dinero suficiente son capaces de mover los hilos de esta comedia para en un determinado momento hacer que la población opine y se preocupe por lo que ellos quieren que suceda, por eso, buscando quitarle fuerza a la marcha de ayer introdujeron el tema haitiano y hasta hicieron algunas deportaciones sabiendo que ese tema genera en la población un sentido de paranoia, el tema haitiano saca a relucir lo peor de nosotros como población, pero la estrategia no les funcionó porque aún así la asistencia fue masiva. Sin embargo me queda la misma pregunta ¿después de lo de ayer qué sigue?

En un periódico de circulación nacional se hizo una encuesta preguntando quiénes apoyaban o no la marcha de ayer. Extrañamente ganó el NO con un 77%. Siempre dudé de ese resultado y la marcha de ayer me dio la razón, sin embargo esto mueve a la inquietud de especular que el poder de esta convocatoria ha sido tan fuerte que hasta se pudo a haber intentado la intención de alterar esta encuesta pues todo es posible para quienes tienen el poder.

Mientras tanto seguirán las mismas voces gritando cada quien por su lado y los resultados van a depender de quién tenga mayor resistencia, de quién se cansa primero, porque si algo ha quedado claro en todo esto es que mientras los que vociferan ¡liberen a barrabás!, están convencidos de que así será el grito de ¡crucifíquenlo!, les ha puesto la cosa más difícil, solo esperan que la población se canse primero y yo espero que no…