Palabras en la puesta en circulación, en Nueva York, del libro de Manuel Salazar
Desde que conocí a Manuel Salazar, personalmente, me impactó su trato y don gente. Su preocupación por elevar el nivel teórico del movimiento revolucionario; sus debilidades, las ligerezas en los análisis y las descalificaciones alegres. Coincidimos en la unidad de los revolucionarios, comunistas y progresistas, y hemos conversado bastante.
Pero ahora, me toca comentar uno de sus libros, gracias Manuel por la invitación, su reciente criatura intelectual impreso. Un privilegio para mí. Eres un prolífero escritor que no se detiene en producir para dejar un legado teórico que sirva, como arma ideológica, a los revolucionarios y comunistas, locales y del mundo.
Su libro, “Revolución sigue siendo un problema que espera solución”, es una entrega que no tiene complicaciones en su lectura, tampoco desperdicios. Redactado con un lenguaje llano, asequible a la población, de fácil interpretación. Lo que se busca, entre otras cosas, es de llegar al meollo del asunto: saber, con el análisis correcto, interpretar la realidad objetiva, y sus variables que se mantienen en constante movimiento.
El libro tiene apenas 106 páginas, divido en 7 capítulos. Como les dije, de fácil lectura; y lo “práctico” de llevarlo consigo. Se puede leer en la factoría, el negocio y en la oficina; en el tren, el parque y en la comodidad de su hogar.
De todos los temas, vamos a realizar un breve comentario sobre La Cuestión Principal. ¿Por qué? Porque es lo que tiene que ver con la forma de observar los fenómenos económicos, políticos y sociales… De ahí depende el éxito de la revolución.
Para los revolucionarios y comunistas, el trabajo es hacer la revolución, en cualquier escenario, 24 /7. Para esto, Manuel señala en la página 17, segundo párrafo, lo siguiente: “Proponerse la revolución, es concebir una obra grande a lo que siempre hay que agregar peldaños; a sabiendas de que cada uno de estos puede ser diferente, fácil o difícil”.
Agregar peldaños, lo diferente, fácil o difícil, lo resuelve la elaboración de una correcta táctica política. Tomando en consideración el dominio que se tenga de las estructuras en que descansa la sociedad; el objetivo que hay que transformar de raíz.
La táctica política desempeña un papel fundamental para poder hacer la revolución, sin ella no se avanza. Pero debe ser correcta, que alimente constantemente a la estrategia. Con esta última no hay problema, el bobo, como dicen ahora, es elaborar una táctica apegada a la realidad, y que nos mantengan en el carril de llegar a la meta.
Todos conocemos el comportamiento en el pasado proceso electoral. De triste y lamentable recordación. Seguimos con los inventos, discursos y consignas extemporáneas, y, lo más grave, seguir confundiendo los deseos con la realidad.
El gran pecado original de algunos revolucionarios y comunistas, es confundir el deseo con la realidad.
Conducir al pueblo a hacer la revolución no es una tarea fácil. Hay que poner delante el corazón, el pecho y la frente; pero con esto no es suficiente, se requiere de manera obligatoria colocar el pensamiento acorde con la realidad para obtener resultados positivos. Y no trabajar embriagado de “pasión revolucionaria”, alejada del diario vivir.
Dos corrientes filosóficas destaca Manuel en su libro que han hecho mucho daño al movimiento revolucionario: el voluntarismo y el existencialismo. Ningunas tienen rigor científico a la luz de la teoría revolucionaria. Estimulada por la falta de interés en el estudio de las fuentes fundamentales del Marxismo Leninismo.
Manuel maneja en forma magistral los dos términos, voluntad y existencial, en la página 22, define el voluntarismo: “asume la voluntad como más importante que el conocimiento de la realidad; de la que depende todo; y en consecuencia el análisis de la coyuntura no es importante”.
El hombre no se queda en el camino, en el segundo párrafo de la página 23, describe el existencialismo en este sentido: “para la cual, la realidad es la que asume cada individuo en función de experiencia personal, y en consecuencia, la política es la impronta de un estado de situación individual. La realidad no es otra que su propia realidad. Para el existencialismo el conocimiento surge de la experiencia inmediata en las vivencias de cada individuo en sí mismo, sin asumirse parte de un todo social”.
Como vemos, Manuel Salazar, retrata de cuerpo entero una realidad que lacera al movimiento revolucionario y comunista. Las dos, voluntarismo y existencialismo, hay que rechazarlas. Impide el desarrollo de la revolución y desvirtúa su acercamiento con las fuerzas motrices que transformaran la sociedad.
Manuel, concluye en la página 24, segundo párrafo, dejando bien claro el camino a seguir: “Existencialistas y voluntaristas se distancia de la filosofía marxista, que propone un instrumental de análisis de la realidad como punto de partida y llegada de la reflexión y la acción. Lenin la sintetizó diciendo que es “el análisis concreto de la situación concreta”.