LEVANTAR

El verbo levantar está documentado profusamente en los diccionarios de español general. Además, el Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias se ocupó de inventariar las significaciones que este verbo posee en el habla en los países hispanohablantes.

De la misma manera que ha ocurrido en otras ocasiones puede considerarse normal que se encuentre alguna ausencia en las acepciones; es decir, que no todas estén recogidas en los diccionarios consultados.

El verbo levantar tiene otro uso en el español dominicano que no consta en los diccionarios consultados. Más abajo se abundará sobre este asunto para documentarlo.

El Diccionario del español dominicano (2013:412), para este verbo asienta seis acepciones y una locución verbal. La acepción que más se asemeja a la que aquí interesa es la que figura allí en la tercera posición en funciones de verbo transitivo, “Criar a un hijo. levantó a su hija con el sudor de su frente”.

El levantar que se desea destacar aquí es más amplio que el último señalado, pues se refiere a toda la familia; así los hablantes de español dominicano dicen que alguien “levantó su familia con arduo trabajo”.

Con el verbo mantener usado de ese modo se destaca que la persona que cuida de su familia la mantiene, la sostiene; la fomenta; procura el sustento para los miembros de ella. La diferencia con el significado ya asentado estriba en que no solo cría un hijo o hija, sino que se ocupa de la manutención de todos los miembros de la familia.

Este concepto de “levantar una familia” obedece a una situación casi histórica en la que el hombre era quien salía de la casa a procurar el sustento de todos. Traía el pan diario a los miembros de su familia. Esta idea puede ya someterse a cuestionamientos aún en la sociedad dominicana actual, aunque falte mucho por reconocer a la parte que contribuye la mujer.

COLMADERO

“COLMADEROS y amas de casas. . .”

Colmadero es una voz de curso corriente en el habla de los dominicanos. Los hablantes de español dominicano no dudan acerca de utilizar esta voz para referirse al propietario de un colmado o a uno de los empleados de ese tipo de establecimiento. El colmado dominicano primordialmente es la tienda de comestibles.

Si los dominicanos han creado esta voz ha sido por economía de esfuerzo; además, es más cómodo y fácil. Los modelos para formar este sustantivo no faltan en el español de todos los días. El femenino sería colmadera, pero puede alegarse que es menos usual.

En el mismo campo de actividades de los colmados están las bodegas que han recibido atención de las autoridades encargadas de velar por la unidad de la lengua española. Cuando la corporación de la lengua de Madrid se ocupó de las bodegas lo hizo para las que se conocían en España; es decir, las que tenían y tienen relación con el vino.

En República Dominicana las bodegas por antonomasia fueron las que se encontraban en medio de los cañaverales, no “en los ingenios de azúcar” como escribe el Diccionario de americanismos (2010:262). Estos establecimientos comerciales vendían alimentos frescos y no perecederos también, así como ropas y herramientas para las labores del campo.

En la era moderna el nombre ha llegado a las grandes urbes y denomina a tiendas de gran tamaño que venden principalmente alimentos, pero que no se limitan a estos géneros. Algunas bodegas conservan el nombre, pero por su tamaño y naturaleza son supermercados.

En algunos países de la América Hispana utilizan el nombre bodega para designar eso que los dominicanos favorecen con el nombre de almacén; esto es, edificios o locales donde se guardan géneros de cualquier especie.

En la República Dominicana de hace más de sesenta años, se empleaba también el nombre almacén para los locales donde se vendían artículos para la alimentación, pero solo al por mayor. El influjo de inmigración extranjera trajo consigo el nombre para tiendas de venta de ropas al por menor o al detalle.

Para cerrar esta sección, la terminación –ero, ra es un sufijo que se usa en sustantivos para indicar oficio, ocupación, profesión o cargo. Así que el colmadero está bien formado utilizando como base el sustantivo colmado, para designar el dependiente de un colmado.

El colmadero dominicano aparece registrado en el Diccionario del español dominicano (2013:201), “Persona que posee o atiende un colmado”. Con este espaldarazo pasará sin duda a la próxima edición del Diccionario de americanismos y, quizás más tarde a la del lexicón mayor de la lengua española.

*PATOLOGIZANTE

“. . .u otros que puedan resultar PATOLOGIZANTES. . .”

Como dice el compadre, “marcado está”. Esta voz del título no lleva en su seno los genes para ser aceptada en la comunidad de palabras legítimas de la lengua española. Su formación adolece de dos defectos. El primero, la base sobre la cual fue formada. Segundo, la terminación que le han añadido, pues no permite imprimirle sentido al uso que se le da; o, al mensaje que se pretende transmitir. El verbo *patologizar no ha tenido cabida en la lengua común.

La familia de palabras a la que se puede asociar la voz del título es patología, patógeno y otras. El adjetivo patógeno se refiere a algo, medio o elemento, que produce enfermedades o que favorece su desarrollo. El sustantivo femenino patología es la parte de la biología que estudia las enfermedades de los animales y de las plantas. En cuanto a los humanos es la parte de de la medicina que estudia las enfermedades y sus orígenes. Además, es el conjunto de síntomas de una enfermedad.

Una vez vaciados los significados de las dos palabras que constan en el párrafo inmediatamente anterior a este, se comprueba que el término que se le escapó al redactor de la frase de la cita fue patógeno o patogénico. El último adjetivo tiene relación con la patogenia o la forma en que se producen las enfermedades.

El Nuevo diccionario de voces de uso actual (2003:900) recoge dos palabras que pertenecen a la familia de la del título. La primera es “patogenicidad”, voz de género femenino para designar la “Capacidad para desarrollar una enfermedad”. Trae dos referencias de uso. Una de ellas de una publicación científica; y, la otra, de un periódico de La Paz, Bolivia.

Para la voz patógeno, que es la segunda que trae ese diccionario, lo que hace es registrar una nueva acepción para ella con la categoría de sustantivo masculino para “virus informático”. El ejemplo que ilustra el uso es del periódico español El País y este trata de “patógenos informáticos”.