El fútbol estadounidense ha crecido desde el mundial de 1994. Pero todavía su selección nacional juega un estilo soso y demasiado mecánico.
Es cierto que su participación en los mundiales mejoró. Y que en la zona de la CONCACAF están a la par con los mexicanos. De todas maneras, ya los demás equipos de Centro América empiezan a tomarle la medida.
La prueba más grande es la escasez de gol en la Copa de Oro. Solo han anotado cuatro goles en tres partidos contra rivales muy inferiores. Y aunque clasificaron a la siguiente etapa con seis puntos, perdieron un partido contra Panamá (2 a 1).
Tiene la selección norteamericana muy buenos jugadores, sobre todo en la zona media. Tal vez, su delantera es lenta y aunque uno de sus goleadores juega en Inglaterra, la falta de gol juzga por sí sola.
Pero volviendo a su estilo, es de mucho toque, pero explotan demasiado las bandas. Llegan muy poco por el medio, y adivinar sus movimientos se hace muy fácil. En el partido frente a Guadalupe –equipo muy similar a Cuba defensivamente-, el resultado fue por 1 a 0, apretado y justo. Realizaron en ese partido 19 disparos al arco, 10 bajo los tres palos, y solo lograron encajar uno. Cuando todos los demás ganaron cómodamente a los guadalupanos.
Está más que claro que aunque el fútbol en Estados Unidos sigue creciendo en cuanto a la afición, pareciera, que le falta saltar una etapa y romper la barrera de la creatividad. El entrenador Bob Bradley no hace mal el trabajo, pero le falta lograr que el equipo madure a un fútbol más dinámico, variado y técnico.
En la Copa de Oro el reto está en vencer a Costa Rica y a México, que parecen ser los dos equipos más fuertes. Veremos, si logran reponerse de la pobre actuación en la fase de grupo, y si en los meses venideros realizan un cambio radical.