En la tarde del 26 de agosto del este año de la Pandemia, falleció una de las personas que más respeté por sus conocimientos y sobre todo por su entereza moral. Fue mi Maestro y amigo consecuente.
A Leopoldo Espaillat Nanita lo conocí en las aulas de aquella, aun heroica, Facultad de Ingeniería y Arquitectura de la UASD a principios de la década de 1970, cuando iniciaba mis estudios de arquitectura. Primero lo conocí por su fama de profesor estricto, por lo que los estudiantes le llamaban “La Gillette”, pero luego tuve el privilegio de tenerlo de profesor de Composición Arquitectónica en los dos últimos semestre de la carrera. Recuerdo que de las primeras cosas que nos recomendó fue comprar una felpa recargable para que hiciéramos los esquemas de diseño, el mismo era un excelente dibujante.
Como profesor era sumamente estricto, pero justo. En una de las entregas para un proyecto de desarrollo turístico en Los Patos de Barahona, donde nos hizo estudiar las tipologías de las casa en pendiente y discutir un magnifico trabajo sobre el turismo en la Republica Dominicana que hizo para la OEA un grupo de arquitectos dominicanos, entre ellos el también inolvidable Don Víctor Bisonó, quien generosamente nos prestó su ejemplar, nuestro equipo, Miguel Bacó, Wie Yin Chiang, Ricardo Alburquerque y yo, llegamos presurosos y cansados a presentar nuestro trabajo al Profesor Espaillat, quien revisó detenidamente los planos y mirándonos sobre sus espejuelos, un gesto al que impregnaba de un seriedad impresionante, nos preguntó, con esa voz de media lengua: “¿Y los esquemas de las perspectivas?”. Los cuatro nos miramos sorprendidos, ¡habíamos olvidado uno de los requisitos de la entrega!
Espaillat había pedido los planos y unos esquemas, no dibujos terminados, en perspectiva.
Perdone profesor, lo hemos dejado, respondimos. Se miró el reloj y nos dijo: tienen 20 minutos para traerlos.
Salimos corriendo y llegamos a la casa de Ricardo, en la Pedro Henríquez Ureña esquina Rosa Duarte en Gascue, donde habíamos montado nuestro taller, y buscamos como locos los esquemas, que finalmente encontramos en un cesto de basura. Lo llevamos prestos al profesor, quien, pausadamente, miró de nuevo su reloj, y dijo escuetamente: ¡bien! Sacamos nota de excelente. Así era el Profesor Espaillat Nanita.
Con Espaillat viajamos, buscando un sitio para el proyecto para Composición, a la Isla Saona, en el este y a Los Patos, en Barahona. Cada viaje fue un descubrimiento sobre la arquitectura, el urbanismo , el turismo y sobre nuestros recursos naturales.
Tiempo después, cuando presentamos la tesis, el mismo grupo Bacó, Chiang, Alburquerque y yo, fuimos, agradecidos, a llevarle una copia de nuestro trabajo al profesor Espaillat. Ricardo, el más atrevido del grupo, al entregarle el libro le dijo “ ¡Ahora podemos llamarle colega!” a lo que Espaillat respondió: “Nooo, todavía le faltan muchos años!”.
Fue un alto funcionario del gobierno de Don Antonio Guzmán y como tal sirvió con honestidad y seriedad. Una seriedad tal que fue incluso considerado como una retranca, cuando solo quería que las cosas se hicieran correctamente.
Siempre lo tuvimos como un referente en lo profesional y en lo político y cuando iniciamos las actividades del Grupo Nuevarquitectura, fue uno de nuestros invitados preferidos y siempre respondió a nuestra solicitudes y mantuvo una especial deferencia y amistad con Emilio y conmigo. La muerte de Emilio le afectó mucho y cada vez que nos reuníamos lo mencionaba.
Fui varias veces a su casa acompañado de Luis Guzmán, quien funcionó como ente comunicador con Polín. Cada una de las conversaciones que sostuvimos fueron cátedras magistrales sobre arquitectura, política y ética, que debí haber grabado. La ultima conversación con Polín la sostuve en junio pasado cuando organizaba el Webinar sobre José Antonio Caro Álvarez con el cual iniciábamos la promoción del Premio a la Excelencia en Arquitectura promovido por Pinturas Popular. Le pedimos que grabara su valoración sobre Caro, para reproducirlas en el evento, como hicimos con Cuqui Batista y con Rafael Tomas Hernández, pero por razones de tecnología y con el tema de la pandemia, que no podíamos visitarle para grabarle, no pudimos hacer la grabación, sin embargo, nos habló con respeto y agradecimiento de José Antonio Caro y nos dijo que le agradecía especialmente su apoyo para la construcción del edifico de Obras Publicas, que había sido su proyecto de grado, lo que desconocíamos.
Fue de los fundadores y primeros presidentes del CODIA.
Su obra arquitectónica, muy poco conocida, es una obra moderna de mucha calidad entre las que destacan el edifico de la Secretaria de Obras Publicas, con uno de los espacios vestibulares mas ricos espacialmente, el edificio entre la Cesar Nicolás Penson y la Pedro Henríquez Ureña, con su rampa, el promenade architectural de Le Corbusier y los apartamentos de la Alma Mater con México, perfectamente articulados en su base, comercial, su cuerpo, apartamentos y coronamiento.
En el 2012, la Fundación Palm lo incluyó en la serie de entrevistas de 12 Trayectorias y un camino, donde se entrevistaron doce arquitectos relevantes de nuestro país, donde fuera entrevistado precisamente por Emilio Brea.
Se ha ido una persona excepcional. ¡Mi estrella se sigue poblando!