A diferencia de otros profesionales, el político puede esperar el desenlace de los acontecimientos para entonces comunicar una decisión que ya había tomado, y las razones que lo llevaron a ella o, simplemente, tomar la decisión en ese momento y comunicarla, diciendo que hacía tiempo que lo había hecho.
El médico se la juega en el diagnóstico; el abogado en el juicio; el arquitecto en el diseño y el ingeniero en la obra construida. El político puede esperar y actuar según las posibilidades que le ofrece la coyuntura. Entonces puede explicar las razones de su actuación como de sus silencios y hasta tomar entonces una decisión que había pospuesto.
El mejor ejemplo de esta particularidad que favorece al político lo podemos encontrar en el caso del Presidente Fernández frente a la reelección.
Después de haber defendido el modelo norteamericano de dos períodos consecutivos sin posibilidad de volver a ser Presidente, firma el pacto "de las corbatas azules" para establecer la no reelección consecutiva, a cambio de poder volver a ser candidato después de haber pasado un período fuera del gobierno. Así evitó que permaneciera el "nunca jamás", que estaba en la Constitución vigente y que lo habría jubilado políticamente de manera definitiva.
A pesar de que la reelección consecutiva está prohibida en el artículo 124 de la nueva Constitución, antes de que el nuevo texto cumpliera un año de ser aprobado y promulgado, colaboradores muy cercanos al Presidente de la República promueven su candidatura para las elecciones del 2012. Mientras eso sucede, el Presidente mantiene un silencio cómplice, no desautoriza esa campaña sino que, por el contrario, dice que técnicamente es posible y que en esa materia es el pueblo quien tiene la última palabra.
El comportamiento del Presidente Fernández evidencia que la puerta de la reelección ha querido mantenerla abierta. Interpretaciones frente a esta situación, de silencio y de insinuación, ha habido. Unos han dicho que no hizo un desmentido, porque de haberlo hecho la "soledad del poder" lo acompañaría hasta que termine su período de gobierno. Otros opinan que dejó la puerta abierta por estar consciente de que es el único candidato que asegura el triunfo del PLD.
Sin embargo el silencio, mucho más que la insinuación de que la reelección es técnicamente posible, pudiera indicar que su decisión es convertirse en garante del proceso de las primarias internas y apoyar luego a quien haya resultado electo, endosando a esa elección su liderazgo dentro del partido y en la comunidad nacional.
Si así lo hace, podrá declarar que se ha sentido ofendido ante la duda de que sería capaz de violar la Constitución para propiciar su reelección o que se prestaría a propiciar la prostitución del nuevo Tribunal Constitucional para que una interpretación antojadiza autorizara hacerlo.
Si eso es lo que sucede, que en la lista de candidatos que el Comité Central presentará a las bases del partido no aparece Leonel Fernández como precandidato, este hecho pudo obedecer a diferentes razones, pero nunca sabremos a ciencia cierta por qué. Es posible que quería ser candidato, pero las circunstancias le aconsejaron no hacerlo por el costo político que tendría que tendría que pagar, incluyendo las consecuencias de una posible división a lo interno del partido.
Como nunca afirmó que aspiraba a la reelección, ahora puede declarar que nunca consideró hacerlo a pesar de la insistencia de sus promotores. Al final puede quedar como un político que reivindica su honorabilidad, cuando en realidad se vio forzado a renunciar a lo que anheló y fomentó. Aprovechó la ventaja que tiene el político de esperar el consejo de las circunstancias para entonces comunicar una decisión que se vio obligado a cambiar.