Salvo algún imprevisto, un imponderable sorpresivo que presione un cambio en el futuro inmediato, creo intuir y casi ver que la percepción generalizada del país político es la de que el sanjuanero de monte adentro, con aires de predicador cristiano de pueblo pequeño, Danilo Medina, se alzó con los santos y las limosnas en el PLD y que doblegó “con una doble Llave Nelson” –famosa en la “lucha libre profesional” de antes- al león Leonel Fernández, arrinconado ahora en el espacio al que tiene derecho el contendiente que “coge soga” para librarse de nuevos golpes de su contrario.
El desplazamiento de Leonel de la primacía peledeísta y más allá tiene sus antecedentes como algo propio de la historia de los liderazgos intrapartidarios que el pueblo atrapara en la frase: “Dos gallos no caben en un mismo gallinero”.
Como buen líder democrático de sólida formación política que pareciera ser cónsona con su naturaleza, el sancarleno-villajuanero Leonel, nuestro primer presidente venido de barrio popular y populoso, un producto urbano que luego recibió la forja del duro Nueva York de los anos sesenta, condujo al país desde 1996 al 2000 por nuevos y promisorios derroteros que fueron dejando en la prehistoria el ejercicio del poder del nefando Joaquín Balaguer, prisionero de sus soliloquios de solterón, enrejado en las memorias de sus rencores, un enfermo espiritual que, al decir de su cardiólogo, le solicitó en el ocaso de sus días que al morir le sacara el corazón antes de que lo enterraran.
Fernández, gobernante de puertas abiertas, sencillo, dúctil, de fácil y atractivo discurso, impulsó la candidatura presidencial de Danilo en el 2000 sin trapisonda, pero el carismático Hipólito Mejía se impuso, y nos gobernó hasta el 2004.
En la decisión para la candidatura del 2004 está la raíz inicial de la disputa cerrada que más adelante librarían Leonel y Danilo. Para esa vez Danilo supo, comprendió y aceptó que la candidatura por nueva vez de Leonel era la vía segura para retornar al poder.
Llegado el 2008, lo natural y lógico era que Leonel –despojado de su naturaleza de bestia política- comprendiera y aceptara que por nueva vez la candidatura le correspondía a Danilo. Pero no. Y como dos gallos no podían estar en un mismo gallinero sin pelear, decidió optar por la candidatura para la reelección y entonces Danilo se presentó como la otra opción partidaria, con los resultados conocidos por todos y que Danilo resumió en la expresión “el Estado me venció”.
El 2012 llegó entonces como el ano de las grandes decisiones definitorias de la aguda confrontación. La primera derrota parcial de Leonel frente a Danilo se suscitó cuando se vio impedido de postularse para un tercer período consecutivo, y la segunda y decisiva fue cuando impulsó y casi impuso la pre candidatura presidencial de su esposa Margarita Cedeno, para entonces halarle la alfombra de los pies a pesar de que con un poco más de sus dos timbales políticos habría derrotado casi para siempre “a los generales del partido” que, tramados ya contra él a futuro, la rechazaron casi con violencia verbal.
Entonces fue cuando, haciéndose el corderito derrotado y dominado, Danilo fue escogido candidato presidencial, con todo y que los números no le alcanzaban debido principalmente al ostracismo político al que lo había remitido Leonel; y Leonel, temeroso de bajar y caer en las garras del iracundo Mejía, se lo montó a caballitos y Danilo triunfó.
Con paciencia y con calma Danilo se subió en cuatro anos en el cojollo de la palma del PLD, arrinconó y avergonzó a Leonel, impuso su candidatura a la reelección; y volvió a arrinconar y avergonzar a Leonel, ganó la reelección, y ahora se propone…
La imagen pública y partidaria de Leonel luce tan incolora frente a un liderazgo robustecido de Danilo que un radioyente de cierta calidad analítica dijo en uno de los programas interactivos que Leonel había llegado media hora antes de la hora señalada para iniciar la reunión del Comité Político porque se entrenaba para “conserje del salón de reuniones”… ¡sin la autorización de Danilo!
¿Y es que ese radioyente no ha oído hablar del Ave Fénix? ¿Y es que no sabe que el único político sin futuro es el que está muerto?