La máquina de rumores trabaja a todo vapor alimentada por la incertidumbre sobre el destino de la precandidatura presidencial de Leonel Fernández en la reunión del Comité Central del gobernante Partido de la Liberación Dominicana (PLD) el sábado 10 de agosto, y la acordada asunción de la presidencia de la Cámara de Diputados por parte del legislador de Santiago, Demóstenes Martínez, en la legislatura que comienza el 16 de agosto.

Fernández es el presidente de la organización política y ha sido tres veces presidente de la República (1996-2000/ 2004-2008/2008-2012). Por su gran arraigo en la militancia morada y el país, sus estrategas aseguran que si el CC rompe con la tradición de aprobar en bloque todos los aspirantes, él pasaría comoquiera la barrera del 33% (de 623) establecida por el estatuto. El secretario general del partido, aspirante presidencial por el danilismo y presidente del Senado, Reinaldo Pared, ha dicho que sería una mezquindad desaprobar al exmandatario.

Martínez agota su tercer período como diputado (desde 2006) y está adscrito a la corriente de Fernández. Según la decisión del Comité Político, tras la grave crisis interna de 2015, la presidencia del hemiciclo en el cuatrienio 2016-2020, sería compartida de manera alterna, un año cada uno, por danilistas y leonelistas: Lucía Medina (danilista), Rubén Maldonado (Leonelista), Radhamés Camacho (danilista) y, el último año, Martínez (Leonelista). Hasta ahora se ha cumplido.    

AGUAS TURBULENTAS

La siembra de incredulidad ha brotado luego del discurso del presidente, la noche del 22 de julio, en el que, compelido por las circunstancias, anunció su desistimiento a imponer una reforma constitucional para rehabilitarse y participar en las primarias del 6 de octubre, conforme había propagado intensamente su corriente presidido por el ministro de Obras Públicas, Gonzalo Castillo, y el administrativo de la Presidencia, José Ramón Peralta. Pero, adusto, dijo que se sintió irrespetado, y tildó de minoría a sus adversarios.

En 2015, víspera de las elecciones nacionales, el Congreso habilitó a Medina para un segundo período y nunca más (2016-2020), según el pacto de Juan Dolio. Y Fernández, quien corría como aspirante presidencial, optó por retirarse y sumarse sin pausa con sus seguidores a la campaña del mandatario. Integración que, tras el triunfo, agradeció por considerarla vital para el éxito.

Esta vez, Fernández se opuso y lideró un proceso de lucha contra una reforma en este momento solo para rehabilitar al mandatario, a quien expresó gran respeto, y reconoció su valía como persona y gestor del Gobierno. Conforme el exmandatario, una reforma de ese tamaño desestabilizaría al país y afectaría la obra gubernamental.

A las masivas jornadas de reclamos frente al Congreso, los presidentes del Senado y la Cámara de Diputados respondieron con un cerco policíaco-militar durante cerca de tres semanas. Y al menos 20 integrantes del Comité Político, presididos por el secretario general, Reinaldo Pared, convocaron a los medios de comunicación y anunciaron respaldo al presidente, mientras reprochaban a Fernández.    

Azuzados por la arenga del presidente Medina, seis aspirantes presidenciales de su corriente (los delfines) han agitado el activismo con miras a las primarias, pero cada uno con la esperanza de ser el escogido para recibir un endoso improbable de su “mentor”, y así pasarle factura a un Fernández, cuya fuerza acumulada y  carisma lo proyectan como ganador fácil de las internas, salvo que ocurra un evento catastrófico hasta para la vida misma del partido oficialista.

Al calor de la campaña a destiempo, actores del danilismo han echado a andar rumores de bloqueo a la inscripción de la precandidatura de Fernández y al acuerdo que consigna a Martínez el último año del período de la presidencia de la Cámara de Diputados.

¿NAUFRAGIO?

Si bien el discurso del presidente registra silencios importantes y trazas de autosuficiencia y desprecio por lo considerado como “minoría”, con el desistimiento ha contribuido a disminuir la alta temperatura social e intrapartidaria, para bien del mismo emisor y el Gobierno.

Pero ese estado podría diluirse “en lo que canta un gallo”, si el CP-PLD no desanda sus pasos. Leonel no es Leonel, ni Demóstenes es Demóstenes. Son expresión de un colectivo que trasciende el perímetro del partido.

La transgresión de lo acordado en 2015 y un ataque artero con ropaje de democracia, contra Fernández, indicarían muchas cosas; sobre todo, una: apuesta desde adentro a la derrota de los morados en las elecciones del 17 de mayo de 2020. A menos de dos meses para las primarias, LF parece imbatible. Y de cara a “la madre de todas las batallas”, las encuestas de más reconocimiento lo presentan con mayores probabilidades de ganar. Un desenlace contrario sería atribuido a un respaldo opaco del presidente Medina y su corriente. Una tacha imborrable para su historial.

Comoquiera, amén de lo que suceda mañana, el Comité Político urge de algunos “golpecitos en el pecho”, mirarse al espejo y reflexionar sobre la condición perfectible del ser humano. Difícil cuando se ostenta tanto poder, pero posible y necesario. La autocrítica nunca sobra.

Pensar en la posibilidad del naufragio de la credibilidad frente a los peledeistas y la misma sociedad sería una magnífica idea. Sin ella, nada vale. Y el tsunami de rumores sobre el supuesto incumplimiento de la palabra empeñada se ha levantado en vista de la ausencia de información veraz oportuna y los remanentes del fracasado plan para la reforma constituyente, en la que el mencionado grupo de los CP fue actor de primera línea.