Si el presidente Leonel Fernández decidió no buscar la reelección, la que legalmente no le correspondía, ¿por qué razón el doctor Fernández reiteró y trató de justificar en su discurso la hipótesis de que legalmente era posible, por vía de un plebiscito, que fuera nuevamente candidato presidencial para un tercer período de gobierno?

Esa pregunta no cesa de insistir en mi desde que escuché el discurso del presidente en viernes en la noche. ¿Si ya era una decisión tomada, la de no presentarse, por qué razones el presidente tenía que argumentar, con tanta vehemencia, que sí tenía el camino abierto para presentarse? No lo entiendo.

Incluso, el doctor Fernández asumió el planteamiento legal más cuestionable, en el sentido de que la actual Constitución no rige para él en materia de postulación presidencial, sino para el futuro y citó específicamente el año 2016 como el momento en que tendría que aplicarse la actual Constitución para él.

El razonamiento del presidente Fernández es complejo y está lleno de espinas. El presidente es un líder político trascendente, el mayor en este momento. Invirtió muchos recursos para la promoción de sus aspiraciones presidenciales por un tercer período. Sus más cercanos colaboradores fueron los protagonistas de la campaña releccionista. El mismo asistió al acto del 28 de marzo en el Estadio Olímpico y aceptó las firmas casi como un referendo de que él debía ir a la repostulación presidencial.

Pese a todo el esfuerzo que se venía haciendo para que pudiera ser candidato para un tercer período, el doctor Fernández desistió a último momento, y dijo que lo hacía como un sacrificio para no complicar la situación del país. Legalmente el presidente estaba impedido, y no podía ir a la candidatura presidencial del PLD. Corría el riesgo del fraccionamiento de su partido y de ser considerado ambicioso y caudillo, en especial por el uso de los recursos del poder. Eso hizo Balaguer.

Leonel no quiere ser considerado caudillo, y así lo dijo. Y Justificó que podría ser candidato presidencial, previo referendo consultivo y referendo aprobatorio, utilizando la actual Constitución de la República. Creo que el presidente, con sus conceptos, daña la legitimidad y potencia de la actual Constitución de la República. Bien pudo decir que la Constitución estaba por encima de los deseos personales y de las ambiciones políticas de quienes le estimulaban a postularse, pero que prefería defender esa Constitución.

Sin embargo, prefirió abandonar su apoyo a la Carta Magna, y dejar por sentado que podía ir a la reelección, pero que no lo hacía para evitar conflictos al país. El presidente hizo lo que correspondía al no intentar corromper la Constitución ni los organismos estatales que ya había manifestado su disposición a romper la institucionalidad, como lo hicieron el Senado de la República y la Cámara de Diputados. Vergüenza debía darles, porque se trata de poderes del Estado que deben mantener la solemnidad, y se expresaron de la mismo forma en que lo hacían cuando regía en el país la dictadura de Trujillo.

No entiendo a Leonel Fernández. Quiso decir que no se presentaba porque no quería, no porque existiera un impedimento legal. Y de ese modo desautorizaba su propia Constitución. Las leyes rigen para el futuro, fueron sus palabras, y por tanto esta Constitución del 2010 funge en materia electoral para el 2016.

Pero fue esta Constitución la que permitió las elecciones de medio término del 2010 con un período extendido hasta el 2016, y fue esta la Constitución que creó las nuevas instituciones que estaba dispuesto a utilizar el presidente para justificar su reelección por la vía del Consejo Nacional de la Magistratura, el Tribunal Constitucional o la Suprema Corte de Justicia. Y para ello se tomaron decisiones desacertadas en el Congreso.

Si la Constitución del 2010 no funcionaba para el presidente y la reelección, entonces debía aplicársele la Constitución del 2002, que fue sustituida por la del 2010. El tema reelección estaba muy claro en ella. Y siguiendo el discurso del presidente, era esa la que operaba a los propósitos del presidente. Eso quiere decir que tampoco en esa Constitución el doctor Leonel Fernández podría presentarse, porque aceptaba solamente dos períodos y “nunca más”.

Creo que el presidente analizó las consecuencias y se vio compelido a variar el plan de la reelección. Y el propósito no quedó bien. La imagen del presidente quedó deteriorada por estos traspiés. El cuida siempre sus palabras y actúa con cautela para que no se le interprete mal. En este caso quedó siempre una nebulosa y lo hizo a propósito.

El presidente se vio satisfecho, contento, alegre, sonriente y con una felicidad a flor de piel el día 28 de marzo, cuando afirmó en su discurso que todo el país le estaba diciendo que sí a la reelección al entregarle 2.2 millones de firmas para que lo hiciera. Sin embargo, la noche del viernes en su discurso, estaba adusto, triste, compungido, parecía incómodo y solitario. Y fue entonces cuando dijo que dedicaría su tiempo para completar su obra de gobierno.

La propuesta de sus simpatizantes era un regalo envenenado. Eso intoxicaría la imagen y la historia del doctor Fernández y quien cargaría con las consecuencias sería él y no otro. Por eso pienso que el presidente hizo bien en descartar una tercera presentación al electorado dominicano. Y hubiese coronado su discurso de gloria si hubiese admitido que no se presentaba porque la Constitución así lo estableció. Lo demás está de sobra. Pero la historia no se escribe como la desean los historiadores, sino con las actuaciones de los pueblos y sus líderes.