Confrontando con estoicismo y sin muestras de inútiles pesadumbres las 200 mil millones de calumnias que se han levantado en su contra y que de ninguna forma se equilibran con los billones de alabanzas que ha comprado a su favor; el ex-presidente y permanente mandatario Leonel Fernández, se ha destapado con una vena pseudofilosófica de incierta raigambre literaria, para explicar la malignidad de sus enemigos, que, considerando que no han contado con la ayuda de Vincho, han exhibido un inusitado talento para  atribuirle infundios a una personalidad tan transparente y honorable.

Da para preguntarse, si con  las acusaciones contra Leonel no pasará lo mismo que pasó con Judas Iscariote, que siendo inocente – básicamente, según el testimonio de su madre- hasta el día del hoy, sigue siendo el símbolo de la traición y la maldad y prototipo del infame codicioso, ya que según imputaciones reportadas por Mateo, vendió a Jesús por 30 monedas de plata. Ni la tesis de Juan Bosch sobre el particular pudo restaurar el buen nombre del Judas.

Sin escrúpulos, ni límites, sin vergüenza, sin responsabilidad social, sin consciencia política: un mitómano patológico, enfermo de poder e impunidad

Una diferencia  medular con la historia de Leonel es que las monedas no son de plata, sino del oro regalado a la Barrick Gold; de lo extraído al erario; de lo público, graciosamente dispensado como privado, a sí mismo y a segundos y terceros y a cuartos; de lo acumulado ilícitamente desde las plataformas del gobierno, del lavado de activos, de los sobornos para autorizar empresas y negocios en desmedro de los intereses nacionales, del narcotráfico y otras industrias parecidas, señaladas con ensañamiento y acechanza, por quienes se han dado a la tarea de destruir la magnífica reputación -tan costosamente diseñada- de Fernández y su encomiable conducta al frente de la administración pública.

Para que se disgusten los envidiosos, la Sociedad Dominicana de Vice-Cónsules, Inc., que tiene un cuarto de millón de miembros, debía hacerle un homenaje y entregarle una placa. Y un trofeo.

También debía hacer otro tanto la Asociación de Sicarios Relacionados con La Policía; el Sindicato Internacional de Narcotraficantes que Opera en Costas, Frontera y Aeropuertos de RD, el Círculo de Comunicadores Tinacos, Barricas, Galones, Botellas y  Cuartillos; el Colegio Dominicano de Policías Asesinos y Mafiosos y, entre otros, el Partido de la Revolución Dominicana, (PRD) y el Partido Reformista y desde luego, el PLD, que tienen en Leonel Fernández su Alter Ego, su Balaguerito revivido.

Por suerte y para evitar injusticias, ya hay un fárrago de abogados -y de buscones disfrazados de abogados- dispuestos a constituirse en turba -ya probados como tal- y que junto a Garzón, pueden auxiliarse con los microtraficantes  convertidos en Paleros en las inmediaciones de Funglode.

A esos se pueden añadir botellas de la administración pública, que tienen la conveniencia práctica, anexa, de que pueden transportarse en los vehículos de las instituciones del gobierno, como se hace habitualmente, incluyendo el día de la comparecencia de Fernández en el Parque Independencia.

Hay gente insidiosa, que se indigna y se queja ante esa clase de conductas y ha sindicado a Fernández como el cabecilla de un grupo de politiqueros mafiosos apandillados, que hace algunos años se dedicaban, junto con el propio Fernández, al inofensivo pasatiempo de comer hot-dogs encebollados en los carritos de chimi-churris del Malecón, pero gracias a habilidades empresariales de las que entonces no se tenían noticias, y ni siquiera sospechas, ahora se han convertido en la junta directiva de la corporación más pujante y lucrativa del país, con capitales originarios sacados como de la varita mágica del hada madrina, o de la de Harry Potter.

Los maledicentes  no reconocen las extraordinarias destrezas y denodada dedicación al trabajo honrado de este formidable equipo, e insisten en averiguar cómo ha podido prosperar de forma tan estruendosa, mientras el gobierno que lo mantiene permanece en quiebra, no cumple sus funciones e implementa reformas tributarias de emergencia para sacar de los exhaustos bolsillos del público, los costos de los platos rotos por las autoridades del gobierno.

Tal vez la calumnia menos pronunciada sería la de mayor importancia si existiera: La relativa a los aportes a la animalización de la sociedad dominicana, con el abrazo inconsulto a un tipo de neoliberalismo yaniquecoso, mezclado con desparramada corrupción y autoritarismo estatal.

Ladrón, farsante, embustero, embaucador, simulador, tramposo, impostor, maleante, abusador, criminal, asesino, angurrioso insaciable, perverso, taimado, son calificativos que se ajustarían a quien haya multiplicado la inseguridad ciudadana y se haya dedicado a hinchar artificialmente un partido con recursos del gobierno,  a conspirar contra la precaria democracia dominicana y a hacerla retroceder, entremezclando partido y gobierno y orquestando el secuestro de las instancias de arbitraje de un país.

Los términos corresponden a quien asaltara recursos naturales para comprar devociones politiqueras y para multiplicar fortunas de allegados, aparte de la propia, se cruzara de brazos ante el boom de las mafias dentro de la policía y las fuerzas armadas y alentara las peores tradiciones de ambas, al prohijar los asesinatos como un mecanismo para bregar con problemas sociales; asqueroseara  aún más el  Poder Ejecutivo -cuando se creía que semejante hazaña ya no era posible- permitiendo que desde el Palacio Nacional se emitieran pasquines contra personas agredidas por motivos políticos, al fragor de la campaña electoral y dejara al país tragando aire, con un hoyo fiscal de 200 mil millones de pesos, gastados sin adherirse a los procedimientos institucionales y legales y en violación a la Constitución.

Sin escrúpulos, ni límites, sin vergüenza, sin responsabilidad social, sin consciencia política: un mitómano patológico, enfermo de poder e impunidad. Ese es el perfil en el cartel y  no se alcanza a ver a alguien que se parezca.

Habrá que entrevistar otra vez a los testigos y hacer un nuevo retrato hablado.

Tal vez si se incluye un cierto aire a Judas en los carteles de “Se busca”, dejarán de confundir al  ex-presidente y permanente mandatario con un vulgar ladrón sobornado. Es Leonel Iscariote, El Calumniado.