La atención sobre la responsabilidad  del desatino de la concesión a la Barrick Gold de un contrato tan perjudicial a los intereses nacionales, se ha desviado únicamente hacia los legisladores que aprobaron el contrato con las desproporciones que se conocen. Sin embargo, Leonel Fernández era el Presidente de la República, fue a través del Poder Ejecutivo que se sometió y la aprobación final, fue hecha por el mandatario, tal y como lo establece la Constitución.

Si los legisladores “lo aprobaron sin leerlo” fue porque en alguna forma se sintieron “motivados” para aprobarlo como estaba redactado. Cuando este contrato se firmó el PLD no controlaba las Cámaras Legislativas, pero el presidencialismo dominicano sabe cómo imponerse y doblegar voluntades, aun con esa desventaja en el Congreso. Aquella vez hubo el rumor de una fuerte cantidad que se distribuiría entre quienes tenían la responsabilidad de aprobar “al vapor” este oneroso Contrato. Todo sabemos las inconsistencias éticas que se evidencian con el soborno.

El peledeísmo acostumbra a repartir la responsabilidad sobre las perversidades en este contrato con los congresistas perredeístas que también participaron en la aprobación. Algo de razón tienen esos argumentos, pero los legisladores de cualquier partido, no son más responsables que el Presidente de la República, quien propuso el proyecto y quien a última instancia, pudo atender la pertinencia de importantes observaciones que se le hicieron el proyecto sin que fueran atendidas.

Leonel Fernández era el Presidente de la República y se hizo pública una reunión que se produciría en la villa que tiene Gustavo Cisneros en Casa de Campo y a la Cual asistirían los ex Presidentes G. Busch y José M. Aznar y otros accionistas de la Barrick Gold. Aunque la reunión se conoció, nadie sabe lo que en ella se trató. Solo se supone. Lo obvio es que en nada benefició a los dominicanos, aunque sí, a todos los que participaron.

Las motivaciones de Leonel Fernández, serían muy fuertes para aprobar este contrato, cuyas condiciones, el Presidente Danilo Medina acaba de catalogar de inaceptables. Aquella vez, no se atendieron recomendaciones de Universidades, estudios técnicos de expertos  en el área minera, academias de ciencias, ambientalistas y gente especializada que sabía sobre la estafa que se consignaba en contra del Estado dominicano. Y lo peor es que este desafuero fue recomendado y permitido por quien era el Presidente de la República, un abogado, intelectual y hombre de reconocida inteligencia, pero que esta vez, no demostró un ápice de preocupación por el interés nacional, enajenado en la manera más vil.

¿Cómo pudo Leonel Fernández aupar un contrato donde se conceden los beneficios de la explotación de una mina dominicana a una empresa que, por cada US$100.00 de beneficios obtenidos, solo quedarán US$3.00 a la República Dominicana? ¿Por qué se le permitió a la Barrick Gold quedar exenta al pago de impuestos? ¿Cómo se le pudo conceder a esta minera operar sin ninguna supervisión por parte del Estado dominicano?

Si los Estados solo propician renegociaciones de acuerdos cuando buscan mejorar las condiciones contractuales existentes ¿Por qué, se permitió modificar, para perjudicar al país, un contrato tan equitativo como lo era el que la Placer Dome había firmado con el Estado dominicano en el 2001? Para dar una idea, con las condiciones establecidas en el contrato firmado con la Placer Dome, el Estado dominicano recibiría unos US$700 millones anuales y con el que se firmó en la renegociación con la Barrick Gold en el 2006, solamente recibirá US$58 millones. Gracias a un contrato que hizo posible Leonel Fernández Reina.

Todo el peso de la estafa, inmoralidades y perversidades contenidas en este desafortunado contrato, con sus consecuencias económicas, sociales  y jurídicas en el ámbito nacional e internacional, recaen sobre Leonel Fernández Reina. El hecho de que poco o nada se le mencione en este sentido, obedece a la influencia que este hombre tiene sobre los principales medios de comunicación y otros elementos mediáticos, quienes, empeñados en la preservación de su “imagen”, no hacen ninguna alusión negativa al “príncipe” quien fue  bastante magnánimo mientras estuvo en el gobierno, y engrosó la nómina pública con cientos de sus representantes.

Este denodado empeño de alabarderos y la despreocupación sobre cualquier prurito ético del mismo ex mandatario, le hace pensar que estos y otros hechos cometidos en sus gobiernos no tendrían repercusiones políticas en su contra y que él, es todavía una opción de gobierno en la República Dominicana. Leonel Fernández está pontificando con discursos prometedores y futuristas como si nada sucedió por su culpa.

Dice que su “partido es una maquinaria de hacer Presidentes, Senadores y Diputados…” Ha olvidado decir que también esa organización debe borrar el triste lastre que le ha dejado al convertirla en un partido que produce funcionarios corruptos y que produjo un Presidente que se atrevió a permitir la enajenación más bochornosa e indigna de la mina de oro más grande que existe en América y la cual tenemos en la República Dominicana, la de Pueblo Viejo, Cotui.