Situar este fenómeno lingüístico que le es vinculante al lenguaje con la lengua, con el habla y con el pensamiento, parece algo simplemente teórico, propio de gente que le gusta complicarle la vida al otro  y complicarse la vida, pero no, no es asi, porque, parodiando a Chomsky, en la estructura profunda de ese fenómeno lingüístico hay un problema político de Estado, porque todo problema lingüístico es también un problema político. Me explico: Si partimos del hecho de que nos encontramos en la era de la comunicación tecnológica, entonces, citando al autor francés Edmond Ortigues "(…)eso quiere decir que nos remitimos para decidir nuestro destino al algoritmo en lugar del discurso, al símbolo en lugar del habla)". (Ver ORTIGUES, E., "Le Discours et le Symbole". Pp. 62-63).

Digo esto para que entendamos que en los objetivos ideológicos oficiales de cada momento histórico, la misión política de plantear, como diría Manuel Matos Moquete, "la mitología del momento ("la naturaleza, la  divinidad o los objetos que se convierten en signos de una civilización), como hipóstasis del lenguaje del hombre". Continúa diciendo  Matos Moquete que "Asi nacen las metáforas lingüísticas: "Lenguaje Matemático", "lenguaje de las computadoras", "lenguaje de la imagen", lenguaje de la música", "lenguaje de las plantas". Esto sucede así, porque el interés del poder o de la cultura oficial bajo cualquiera de sus formas de dominación, en evacuar o sacar del hombre la cultura de la lengua, es decir, el pensamiento como su principal sistema de simboluzación y de creación y como su actividad más permanente y cotidiana, que es la comunicación lingüística, nos da una idea de lo que significa la lengua, su uso consciente, el saber sobre ella, sobre su funcionamiento y eficacia significativa para la libertad del sujeto.  (ver MATOS MOQUETE, Manuel , Pp. 70-71. 1986).

De ahí que el valor pragmático y fundacional que adquiere profundizar en los vínculos indisociables del lenguaje y el acto de pensar en el sujeto. Es que en esa búsqueda nos encontramos, queriendo y sin querer, con la lengua, con el acto de hablar y el acto o funcionamiento del pensar de manera racional del sujeto, que es lo que le otorga dimensión humana de superioridad a ese homo sapiens, por encima de los otros animales.

En ese vínculo entre el lenguaje y el pensamiento, asociado de manera recíproca a la lengua, no debemos quedarnos en el tratamiento de la escolaridad, como si tratara de la temática propia de una "asignatura", no, no es tan simple el problema, porque envuelve al sujeto y su cosmovisión, al sujeto y su reconocerse así mismo y reconocer a los demás, reconocer al otro, y en esa dinámica de alteridad, rereconocer su propia existencia, su potencial identatario y su libertad en una acción democrática y ética, desde le lengua en su uso.
Citando a Manuel Matos Moquete en su obra "La Cultura de la Lengua"(p.71. 1986). "La lengua posibilita la forma primaria y fundamental de percepción que tanto el locutor como el oyente practican frente a lo real: el discurso. La realidad es para el hombre ante todo realidad verbal conceptualizada y analizada por el sistema lingüístico, a través de las formas de nominación, verbalización, etc., y de las funciones lógico-sintácticas que en el acto de discurso relacionan diversamente esa realidad, la selecciona, la distribuyen, la disponen, es decir, la organizan según una jerarquía de percepción y de comprensión que llamamos sentido"(MATOS MOQUETE, Manuel. p. 72. 1986).
Bien sostenían los griegos, de acuerdo a Matos Moquete,  que nada más en el discurso, en el logos, el universo adquiere unidad,  coherencia y significación, porque lo contrario, es decir, el universo Pre-lingüístico, que le es extraño al sujeto, se presenta ante nuestros ojos como el caos (p.74. 1986).
 Desde un enfoque pragmático-discursivo, Emil Benveniste, sobre este tema del lenguaje y el pensamiento, el lenguaje como mediador al producir la realidad, sostiene que "la lengua re-produce la realidad". Y sostiene, además, que "Esto hay que entenderlo de la manera más literal: la realidad es producida de nuevo por mediación del lenguaje. El que habla hace renacer por su discurso el acontecimiento y su experiencia del acontecimiento. El que oye capta primero el discurso y a través de este discurso el acontecimiento reproducido. Así la situación inherente al ejercicio del lenguaje, que es la del intercambio del diálogo, confiere al acto del discurso una función doble: para el locutor,  representa la realidad; para el oyente, recrea esa realidad. Esto hace del lenguaje el instrumento mismo de la comunicación intersubjetiva" (BENVENISTE, Emile). p.26. "Problemas de Lingüística General. 1981).