La lengua, asumida como un fundamento sígnico y simbólico que nos permite conocer y conocernos, es lo que le otorga valor existencial al sujeto y a su entorno vivencial. Es desde la lengua que asumimos estatus de existencia, por lo que, el sujeto que no tiene conciencia del valor de su lengua materna en su uso, se anula.

Ahora que ya estamos agotando la etapa de construir nuevos edificios para escuelas, debemos pasar a la etapa de la calidad académica y en esa meta, hay que revisar y modificar los métodos y las técnicas que hoy en día están aplicando nuestros-as maestros-as en el Sistema Educativo Nacional. Llegó la hora de darle el justo valor al uso de la lengua en la formación ética, estética, humanístico-crítica, cibernética y creativa del sujeto.

Ya lo he dicho: La lengua ha de ser entendida como el único saber que se aprende, para aprender y dominar otros saberes.

Hay que volver a asumir a Eugenio María de Hostos, como un referente válido y vigente, en eso de hacer de la lengua el núcleo cognitivo para desarrollar las competencias creativas, imaginativas, expresivas, argumentativas y críticas del sujeto.

No se puede hablar de revolución educativa, sin experimentar cambios significativos en los sujetos-enseñantes y en los sujetos-aprendientes.

La mayoría de nuestros estudiantes, en todos los niveles del Sistema Educativo Nacional, sienten terror cuando se ven en la necesidad de hablar o exponer sus juicios en público. He visto como algunos estudiantes de educación superior, se quedan inmóviles, mudos, patinando en lo seco, cuando tienen que leer frente a sus compañeros-as y eso hay que modificarlo desde la escuela y desde el hogar de la sociedad dominicana. Cuando iniciemos a escuchar a niños, adolescentes y jóvenes, manifestándose oralmente y por escrito, con toda naturalidad y espontaneidad, con organización lógica en sus ideas, expresándose de manera crítica y creativa, entonces sí que podemos hablar del inicio de una revolución educativa, lo demás es pura propaganda banal y/o trivialidad discursiva para un espectáculo farandulero.

Estoy apostando al advenimiento de un humanismo crítico, donde el sujeto y su potencial creativo y de razonamiento, sean el centro del saber-aprendiendo, en una búsqueda incesante de producir nuevos conocimientos.

Es el momento de sobreponer el sentido humanista por encima de la mecánica fatua que nos arropa con ciertos visos globales. Es desde la lengua, en su uso, que el sujeto ha de empoderarse de su mundo de conexiones y redes para transformarlo.

Esa realidad debe ser asumida en las políticas de Estado sobre la educación dominicana y, entonces, después de eso, hablemos de "revolución educativa" incluyente, ética y transparente, donde la otredad apuntale sus reencuentros universales.

Una revolución educativa, ha de dirigirse hacia la construcción de un sujeto pensante, hacia un humanismo Cibercósmico, crítico, contestatario y digital, donde la tecnología y el Ser confluyan, en una convivencia participativa, recíproca, en pro de una "democracia contestaria", tal y como la enfoca el teorético Philip Petitt , en su obra "Republicanismo: Una teoría sobre la libertad y el gobierno"(1999), cuando nos dice que:

"Una democracia contestataria tendrá que ser deliberativa, y requerir que las decisiones se basen en consideraciones de un supuesto interés común…" "Una democracia contestataria tendrá que ser incluyente (…)Este requisito significa que el Estado tendrá que ser representativo de diferentes sectores de la población, que los canales de disputa tendrán que estar bien establecidos en la comunidad y que el Estado tendrá que guardarse de la influencia de las organizaciones empresariales y de otros intereses poderosos" (p.358). Y poner en práctica eso, amerita de la voluntad política de los gobernantes.Planteo esto, porque Lengua/cultura/sujeto y Estado, han permanecido, por siempre, íntimamente vinculados.

Entonces, estamos hablando de la formación de una ciudadanía democrática desde la lengua, por un sujeto reflexivo, para un nuevo humanismo net, cibercósmico, transformador y crítico.