-Dedicado al Dr. Andrés Merejo, en mi condición de sujeto ciberinmigrante-

La lengua, a lo largo de la historia, siempre ha sido vinculada al poder. Toda acción de lengua es resultado de un hecho político. Lengua, sujeto, cultura y poder, nos remiten a políticas que representan los diversos intereses de determinados grupos dominantes en un espacio y tiempo del devenir histórico. Lo importante, es que esas políticas impliquen beneficiar a las grandes mayorías del impuesto cordón de precariados que integran nuestro universo vivencial.

Yo soy lo que es mi lengua. La lengua, desde su uso, me delata, me identifica y me proyecta como un ser desnudo ante un espejo.

La lengua es el soporte del razonamiento y/o del pensar del sujeto. Es por eso que debemos insistir en que en nuestro país se apliquen políticas lingüísticas que apunten hacia la construcción de un nuevo humanismo que sea solidario y crítico. Hacia la construcción de un humanismo cibercósmico.

Un humanismo cibercósmico, es aquel humanismo que tiene su centro de acción en el mundo de la tecnología de punta, en las redes y lo moral, basamentado en el proceder ético y estético del sujeto, donde lo humano fluye como parte del quehacer cotidiano del sujeto nets, que es un Ser nacido en y para el ciberpensamiento, el cual debe dirigir sus redes hacia lo colectivo, lo propositivo e incluyente.

El humanismo cibercósmico no incorpora a su dinámica el sistema de "contactos", sino en el proceso de los "intercambios". He ahí su valor sostenido en la interconectividad con el Ser y sus realidad cotidiana, desde los micros-espacios, hasta las universalidades. Se trata, entonces, de una acción vinculante, abierta y plural, propia de este mundo global y/o de este universo complejo.

En ese sentido,el doctor Andrés Merejo, en su obra "La Era del Cibermundo (2015), Premio Nacional de Ensayo "Pedro Henriquez Ureña"(2014), al citar a Hidalgo Alberto Tuñón (et al. "Ciencia, Tecnología y Sociedad"-2001: 206) nos plantea que "ningún acontecimiento puede darse aislado sin tener de una manera, mutua influencia con y sobre otros(…). Las interconexiones entre todos los sucesos es un rasgo ontológico que enuncia la negación de la independencia como principio contrapuesto".

Merejo, al seguir citando a Tuñón, al referirse a la interconexión , reafirma que "(…)tampoco podemos olvidarnos de su dimensión histórica, la cual sitúa la globalización en un proceso social complejo que excluye cualquier cualquier tendencia que pretenda convertirla en su verdad y exclusividad, borrando su devenir histórico en el mundo y el cibermundo".

En el humanismo cibercósmico, las relaciones, los vínculos, el respeto hacia el otro y las germinaciones humanas, confluyen y se constituyen en hechos potables que generan afectividades líquidas, donde lo comunicacional o lo interactivo, es imprescindible, para la subsistencia en sociedad.

La impronta del Estado de derechos que necesitamos, debe estar sustentada en un régimen de consecuencias que defienda el derecho y los deberes en el uso y dominio eficaz del sujeto en el uso de su lengua materna, desde las instituciones responsables, como la escuela, el hogar y las universidades, entre otras, sin olvidar que desde la lengua y nuestra cultura, se fragua el constructo de nuestras identidades, como pueblo latinoamericano, en este mundo global.

Ahora que las redes sociales y los medios electrónicos, como facebook, messenger Instagram, whatshatpp y twitter, entre otros, impulsan hacia una redacción de economía de la lengua y a un discurso de emergencia, es urgente desarrollar la concepción crítica y diferenciadora en el sujeto que habla, que escribe o que escucha, de que, de acuerdo al contexto desde donde actúa, debe asumir una enunciación de norma oficiosa u oficial. Si logramos que el sujeto, en el uso de la lengua, se habilite en establecer esas marcas, entonces su nivel de criticidad y autocontrol, nos puede asegurar la formación de sujetos preclaros, luminosos y funcionales, capaces de hacer valer su derecho a existir con decoro y dignidad. Hacia ahí es que debe apuntar ese humanismo cibercósmico que hoy proclamamos, teniendo como estandarte una educación dialógica, basada en valores trascendentes del Ser.

Nuestra sociedad, a partir de las políticas educacionales, culturales y linguísticas del Estado, ha de verse obligada a asumir como meta, la búsqueda de esos nuevos paradigmas desde la lengua, en su uso. Cuando eso
inicie, entonces hablemos de "revolución silente en la educación dominicana" y, entonces, sentiremos el vagido impetuoso del aquí y el hora del nuevo humanismo cibercósmico, ético y estético que enarbolamos, por encima del sujeto- máquina que hoy construye la educación neoliberal.