« Leer da sueños » Grafitti  en una pared de Madrid

Viajar  engrandece el alma. Viajando nos deshacemos de nuestros prejuicios.Viajar nos hace más humanos. Pero viajar no es siempre posible: Nos lo impiden los cónsules americanos, los tiburones de La Mona o la crisis mundial o local, también conocida como “malaria”  u “olla”. Es entonces cuando los libros son importantes: Son sustitutos perfectos del avión o de la yola.

Para semi-isleños como nosotros, leer es una necesidad tan urgente como comer o dormir. El mar no solo limitan nuestro terruño, también nuestra sesera, nuestra comprensión del mundo y nuestra imaginación. Sin necesidad de saltar el charco, sin moverte de tu mecedora o de tu catre leyendo podrás visitar los cuatros rincones del espacio-tiempo.

Podrás admirar la talla de estadistas famosísimos como Churchill y otros menos conocidos como Truman, compararlos con los del patio y llorar de risa o de pena. Podrás leer intelectuales de verdad, como Humberto Eco o Roland Barthes, y  comprenderlos antes que los del patio.

Leyendo a Zweig, por ejemplo,  conocerás las grandezas y las miserias de seres imaginarios pero también reales, como María Antonieta, Fouché  o Magallanes. Y podrás aprender de sus errores pero también de sus aciertos.

Podrás conocer la poesía profunda y hermosa de Manuel del Cabral quien nunca fue profeta en nuestra tierra y que, en mi humilde opinión, es superior a la de Pedro Mir (a quien también admiro). Por cierto, me niego a que la banda de analfabetos funcionales decida por decreto qué poeta y qué poesías leer.

Podrás empoderarte leyendo a Thoreau y su teoría de la desobediencia civil. Perderle el miedo a nuestros gobernantes leyendo a La Boëtie y su Panfleto contra el Todo. O aprender a no dejarte joder por los partidos leyendo a Simone Weil y su Nota sobre la supresión general de los partidos políticos. Podrás leer a Rosseau y entender porqué a pesar de que tengamos tres poderes “independientes”no calificamos como democracia verdadera.

Los libros te darán todas las posibilidades, pero de verdad, no como Baninter.

Naturalmente, sé que en nuestro país hasta este tipo de viaje es muy difícil: Las bibliotecas públicas se cuentan con los dedos de una oreja, los libros son carísimos, ningún gobierno hace nada por fomentar las primeras ni exonerar de impuestos los segundos. No es casualidad: Los gobernantes temen a las masas “leídas” como el diablo a la cruz.

Por otro lado, no existe en nuestro país una verdadera cultura de la lectura. Por las razones antes expuestas, pero también porque preferimos los periódicos a los libros. Y salvo honrosas y excepcionales excepciones, leer periódicos es una de las más absurdas maneras de perder el tiempo, en estos tiempos de nominillas y bocinas.

Pero estos obstáculos no son aceptables como excusas: En Internet hay múltiples fuentes de libros gratuitos: Legales, como por ejemplo, el proyecto Gutemberg, que cuenta con miles de libros cuyos derechos de autor han expirado y son, por lo tanto, gratis. Otras fuentes no serán legales, pero son legítimas. Solo basta con buscar.

Recuerden: El que busca, encuentra.