Luego del fracasado proceso electoral municipal ordinario del pasado 16 de febrero, la Junta Central Electoral (JCE) se sobrepuso organizando y celebrando unas elecciones extraordinarias el pasado 15 de los corrientes que han dejado satisfechos a todo el país y al sistema de partidos.
Sin embargo, las mismas se caracterizaron por una gran abstención (51%), la cual es atribuida a la desconfianza y a la falta de credibilidad en la JCE por el mal manejo y a la falta de informaciones sobre las frustradas elecciones ordinarias, así como por las amenazas de la pandemia del Corona virus (COVID-19). Dicha abstención a quien más afectó fue al partido oficial, al de la Liberación Dominicana (PLD), pues una gran cantidad de empleados públicos no acudió a los centros de votaciones a ejercer el derecho al sufragio.
El éxito y los resultados obtenidos en dichas elecciones pueden ser considerados como un triunfo de nuestra maltrecha y frágil democracia, logrado a base de las protestas pacíficas y de los reclamos hechos a la JCE por algunos sectores de la población, una lección que debe ser aprendida por nuestra clase política y por el sistema de partidos existente.
La oposición, dominada por el Partido Revolucionario Moderno (PRM) obtuvo la mayor tajada en estas elecciones municipales al obtener la mayoría de los municipios más importantes (51%) y que son dirigidos actualmente por el PLD, aunque ambos partidos terminaron casi empatados, tanto en términos de votos, como en la cantidad de municipios y distritos municipales obtenidos.
Otra lección para los partidos políticos es que no deben imponer candidatos que no gozan del arraigo popular (antisociales, presumidos, arrogantes, indolentes, indiferentes y sin la más mínima vocación de servicio), impidiéndole a la sociedad y al país de poder contar con buenos y verdaderos representantes: honestos, íntegros, capaces, participativos y con vocación de servicios.
De esta crisis sanitaria se pueden obtener grandes lecciones y oportunidades. En vista de que el Corona virus nos golpea en medio de una campaña presidencial y congresual casi impostergable, podemos desarrollar un nuevo estilo de realizarla, como es el de utilizar los medios electrónicos y virtuales (radio, televisión, computadora, celulares, redes sociales, pantallas gigantes, etc.), sin las grandes caminatas, mítines, caravanas y asambleas, lo que evitaría contraer dicho virus, ahorrándole al país una gran cantidad de recursos en transporte, combustibles, accidentes, enfrentamientos, contaminación del medio ambiente y stress al ciudadano.
Estamos viviendo un momento de: reflexión, unidad nacional, recogimiento y de colocar los intereses del país por encima de los particulares y políticos.
Ahora lo que corresponde es realizar una efectiva, eficiente y eficaz gestión municipal, que sea capaz de devolverle a los munícipes la confianza, la fe y la credibilidad perdidas, no más de lo mismo; llegó la hora de pasar de las palabras a los hechos, de hacer realidad las promesas y compromisos contraídos, de rodearse de hombres y mujeres honestos, capaces y con vocación de servir a la sociedad, abrazados siempre a la moral, a la ética pública y a las buenas costumbres; que les permitan conducir a los municipios y distritos municipales por el camino del desarrollo, del progreso y del bienestar colectivo, tomando siempre las medidas más atinadas, prudentes y correctas.
De lo contrario, dentro de cuatro años ocurrirá lo mismo, habrá un voto de castigo para los que no realicen una buena labor, tal como lo exigen los munícipes, pues esa es la ventaja del juego democrático, que empodera al ciudadano por lo menos el día de las elecciones municipales, presidenciales y congresuales. Los funcionarios no se miden como comienzan, sino como terminan.
Si así lo hacemos, Dios y la Patria nos lo agradecerán, de lo contrario, ellos mismos nos lo tomarán en cuenta.