Las elecciones han pasado. Este es el momento que los candidatos que han perdido saquen sus conclusiones. Es cierto que en el arrollador triunfo del oficialismo incidieron estrategias absolutamente ilegítimas. Pienso en la compra de votos y en el reparto de dádivas. Dicho esto, es preciso reconocer que los partidos opositores tuvieron su parte de responsabilidad en su derrota.

“Un problema no puede ser resuelto en el mismo nivel en que fue creado”, dijo Einstein. Y este pensamiento se aplica perfectamente a lo que sucedió durante las elecciones. Los candidatos opositores trataron de vencer al partido oficialista en su propio terreno. De esta decisión estratégica no podía desprenderse sino la derrota.

En efecto, no era posible competir contra un partido con acceso a los ilimitados recursos del estado. A un partido que tenía en su bolsillo a una gran mayoría de medios de comunicación. A un partido que tenía incluso al cabecilla de la Junta Central Electoral. Prueba de ello es que los canales de televisión, por temor o complicidad, se negaron a pasar las campañas del principal candidato de la oposición.

Pero, ¿Qué podían hacer los candidatos de la oposición? Sencillamente hacer uso de la creatividad durante la campaña electoral. Sacar partido de las redes sociales. Utilizar estructuras piramidales – como hizo Duarte con la Trinitaria – para incrementar el número de seguidores o de simpatizantes. Hacer uso de un discurso original, de discursos que además de convencer, pudieran educar al pueblo, hacerles ver las consecuencias de la victoria de un partido que tiende cada vez más a convertirse en único. De un partido que tiende a instaurar su propia dictadora…

Habrá quien diga que exagero cuando hablo de dictadura de partido. A quienes eso piensan contestaría que peor que la censura es la autocensura. Esto fue lo que sucedió precisamente con las emisoras que se negaron a pasar publicidad de la oposición. Prefirieron no hacerlo temiendo las represalias del gobierno…

Nunca es tarde. Cada derrota esconde una lección. Durante los cuatro años a venirlos partidos de oposición deben buscar métodos alternativos para contrarrestar a un gobierno cada vez más poderoso. Pienso en peticiones, en el apoyo a la sociedad civil, en la creación de organismos que eduquen a los dominicanos sobre sus derechos y deberes cívicos…La opciones son numerosas.

Cada derrota esconde una lección. Y si esa lección no se aprende, la derrota será un estado crónico de la oposición.