Me siento perplejo por algunos de los 22 comentarios que recibí de amigos como Edgar Paniagua o paisanos como Lliben Chea o simples lectores a quienes no tengo el placer de conocer, pero que sitúan mi anterior artículo ¿Nos merecemos esta caricatura de elecciones?

No estoy en contra de la democracia, porque como dijo Churchill “El político debe ser capaz de predecir lo que va a pasar mañana, el mes próximo y el año que viene; y de explicar después por qué fue que no ocurrió lo que el predijo” y es lo que nos ha pasado con estas elecciones.

Yo predije hace un tiempo en Acento un escenario de segunda vuelta por el nivel de indignación, que permitiría el aumento sustancial de los candidatos alternativos, digamos: Guillermo Moreno, o Minou Tavárez Mirabal iban a reconocer un “desprecio” por los políticos del sistema, lo que no ha ocurrido, y que repartiría el grueso de votantes en los mayoritarios sin alcanzar el 50 % más un voto para irse en la primera vuelta.

Por ello mi énfasis es señalar que en el medio siglo que llevamos de democracia, ésta se ha estancado y no se ha vuelto más transparente y representativa. Por aquello de que los problemas de la democracia se resuelven con más democracia, no con menos. Nosotros lo hemos hecho recortando los alcances de la democracia.

De las elecciones separadas volvimos a reunirlas porque no soportamos que los malos políticos locales fuesen rechazados por el liderazgo social y queremos tener el control de todos los poderes –el denominado poder hegemónico- para hacer de la impunidad la regla y no la excepción en la repartición de las prebendas del Estado.

Así controlamos la psiquis colectiva creando para que elegir se convierta en satanizar al contrario y divinizar al candidato propio. Queda la aberración del arrastre en los niveles congresional y municipal. El daño lo vemos que un candidato a Senador cuestionado y salvado por “forfeit” del Tribunal Supremo con un no ha lugar, logró sacar unos montos astronómicos de votos. La explicación recibida es que la verdaderamente popular fue una candidata a diputada hermana del Presidente que arrastró a dicho senador a la reelección.

Un ejercicio de voto consciente lo hemos vivido en el Distrito Nacional, que a pesar de haber ganado en el nivel presidencial y el congresional, el partido del candidato a la alcaldía perdió, en un evidente ejercicio del fraccionamiento del voto. Pero, parece un evento aislado en la política criolla.

El problema, en palabras de Churchill, es: “El problema de nuestra época consiste en que sus hombres no quieren ser útiles sino importantes.” Por ello sacrificamos la democracia interna de los partidos y la reelección casi íntegramente en todos los niveles electivos. Hay una excepción. El Diputado Nacional, una figura establecida hace varias décadas pero que los partidos mayoritarios lo acapararon en su favor, negándole la capacidad de servir de válvula para los partidos minoritarios de tener representatividad. En esta ocasión, parece que tres de los partidos que fueron solos, lograron un escaño, ya que es la sumatoria de todos los votos el país y no los concentrados en una circunscripción determinada. Espero que ¡por fin! sirva de ejemplo para una participación plural en nuestra Cámara de Diputados.

Sigo resabiando con la administración comicial imprudente y autoritaria que en vez de evitar la provocación, las incentiva, para que en el  caos se produzcan los “hechos vandálicos” y las ocho muertes mal contadas que ha producido este desbarajuste.  Sólo me queda recordar la frase de Churchill: “El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones.”

Lamentablemente, los politicastros dominicanos no llegan a calzarse en esta definición churcilliana. Una pena y una decepción.