Leer es una de las actividades más útiles y placenteras. Es útil porque es una gran fuente de conocimientos. Además, es una manera de conocer la naturaleza del mundo e incluso de la humanidad. Es placentera porque es fuente de entretenimiento y permite, además, viajar en el espacio y en el tiempo sin moverse uno de donde está.

Muchas veces, sin embargo, no sacamos el máximo provecho de nuestras lecturas. No las maximizamos. Hoy me gustaría compartir algunas técnicas para combatir estas limitaciones.

  1. Elegir. “Lire c’est élire”, dicen los franceses. Leer es elegir. Cada año se publican miles de nuevos y buenos libros que se unen a los ya publicados. El número de buenos libros es virtualmente infinito. Nuestro tiempo no lo es. Entonces, debemos sencillamente escoger qué libros queremos leer y olvidarnos del resto, aunque entre ellos hayan buenos libros. Nunca podremos leer todos los libros que nos interesan. En la lectura también, debemos abarcar poco para apretar mucho.
  2. Desechar. La cantidad de libros buenos es enorme. La de libros malos lo es más. Muchas veces nos sentimos culpables de dejar un libro por la mitad y nos esforzamos en terminarlos de leer. Esto es un error. El tiempo que malgastamos en un libro malo es un tiempo perdido, un tiempo que podríamos invertir en un libro bueno. Si un libro no nos gusta, desechémoslos sin remordimiento.
  3. Seleccionar. Aun un buen libro puede contener partes que no son interesantes. No estamos obligados a leerlo de cabo a rabo. Simplemente saltemos esas partes y vayamos a otra que contenga información útil o importante.
  4. Adaptar la velocidad. Nuestra velocidad de lectura debe ser proporcional a la importancia de lo que leemos, así como a su complejidad. Si una parte del libro es ligera o accesoria, podemos aumentar nuestra velocidad de lectura, leer “por arribita”. Al contrario, si es esencial o difícil, debemos leer con más detenimiento, a fin de comprender o memorizar esa parte del libro.
  5. Mejorar la velocidad de lectura. Existen muchas razones por las que nuestra velocidad de lectura no es óptima. Vocalizamos mentalmente lo que leemos. Nos devolvemos constantemente a leer lo ya leído. Nuestros ojos se detienen en cada palabra. Existen técnicas de lectura que corrigen estos defectos, permitiéndonos leer más en menos tiempo, y esto sin detrimento de la comprensión.
  6. Concentrarse. En estos tiempos, la concentración se hace cada vez más escasa. Pasamos del celular a la computadora a la televisión, de Twitter a Facebook a Wassap a Gmail, cuando no lo hacemos todo junto. Esto es mortal para la lectura. La lectura requiere una entrega total. Hagamos lo que hacía Groucho Marx: “La televisión ha incrementado mi cultura. Cada vez que alguien la prende, me voy a otra habitación a leer”.
  7. Subrayar o tomar notas. Es poco lo que retenemos de un libro. Al cabo de un tiempo, lo hemos olvidado casi todo. Es por eso que es útil subrayar las ideas esenciales o las que más nos han gustado. Mejor aún es tomar notas. Así tendremos tales ideas siempre disponibles sin necesidad de hojear (u ojear) el libro.
  8. Juzgar. Las opiniones u ideas del autor no son palabras de Dios. Cuando leamos, tratemos de preguntarnos si lo que leemos es verdad, si es exacto, si no se trata de falacias. Ejercitemos nuestro espíritu crítico. Sobre todo cuando leamos libros “escritos” por políticos.
  9. Intercambiar impresiones. Cada lector interpreta el texto que lee de una manera diferente. A cada lector le llama la atención diferentes secciones del libro. Para tener una visión más global del mismo, es conveniente comentarlo con otros lectores. De esta manera podremos considerarlo desde diferentes puntos de vista.
  10. Leer críticas. Esta técnica es similar a la anterior. La única diferencia es que la opinión sobre el libro no la emite otro lector cualquiera, sino un crítico que se dedica a ello, un critico profesional.