Entiendo que estas deben de haber sido las palabras con las que nuestras actuales autoridades comenzaron (conjuntamente con las del pasado gobierno, dado que los actores, salvo el Capitán y alguno que otro marino son los mismos) el año en enero al embarcarse en el proyecto electoral de mayo.
Resulta intensamente preocupante el que, como ya hemos señalado en reiteradas ocasiones anteriores, el presidente Medina no haya podido durante los casi 90 días de transición tenido un intercambio de información que le hubiese permitido no solo planificar sus acciones (que es lo más prudente e institucionalmente correcto), sino en nuestro triste caso conocer por lo menos la magnitud del agujero fiscal que la fiesta electoral suya, y la repartición del botín previo entrega había generado.
Ahora resulta que el agujero fiscal no es de RD$60 mil millones, ni de RD$120 mil millones como habían calculado los más atrevidos, sino que se estima (porque eso francamente nunca se sabe) que superara la astronómica suma de RD$148 mil millones o el 6.5% del PIB. Esto quiere decir que el irresponsable y alegre manejo de las finanzas públicas por parte del ex-presidente Fernández y el PLD le han agregado un mínimo de RD$75,000 al monto de la deuda pública que cada familia típica dominicana tiene.
Lo peor de esta situación es que la nueva "Reforma Fiscal" que se está proponiendo vuelve a cojear de los tres principios fundamentales que deberían de acompañarla:
1. No obedece a los requerimientos fundamentales y neurálgicos de la Estrategia Nacional de Desarrollo (END).
2. No establece ninguna transformación, ni siquiera parcial, en los patrones de gastos y en la estructura organizacional del Estado.
3. El cambio en la estructura impositiva no garantiza la desaparición (por la vía de aumento de ingresos tributarios) del déficit fiscal.
Es decir, es un parche más que solo sirve para crear mayores distorsiones, alejar la inversión privada y encarecer y erosionar la calidad de vida de las clases más desposeídas y la clase media.
Entendemos que debemos todos de abocarnos a empujar un cambio en la Política Fiscal, que conlleve una reforma tributaria, pero que no se limite tan solo a esto. Ahí está el agujero eléctrico, el agujero de las inversiones superfluas como el metro, la nomina Estatal que sigue siendo excesiva.
En fin, es más que justo que los que bailaron y organizaron la fiesta no solo se coman el bizcocho, si no que laven también los platos….