A Manuel Bergés Chupani, in memoriam
Manuel Bergés Chupani, uno de los más importantes juristas del ensayo democrático dominicano y pasado juez presidente de Suprema Corte de Justicia, terminó su misión vital en la presente semana. Su partida ocurre justo cuando el brote del COVID-19 obligó a una oportuna declaratoria de estado de emergencia de la República Dominicana, promovida por su presidente constitucional; y a días de unos comicios electorales con resultados que dejaron profundas reflexiones acerca de la transitoriedad del poder.
A pesar de las fuertes distracciones, sus pares y alumnos le rindieron sentido tributo. Este es un breve homenaje mío para el Dr. Bergés Chupani. Debe ser modesto porque mi contacto con él fue de poco tiempo, aunque significativo para mí. No incluyó el placer de estar en su aula de clases, pero este se transmite desde el afecto que le guardan sus alumnos, a la vez, mis maestros. A pesar de lo anterior, no exagero cuando digo que recuerdo a don Manuel casi diariamente.
El Dr. Bergés Chupani era un caballero de una sencillez pasmosa. Pasaría por desapercibida su estatura intelectual entre aquellos que no estaban familiarizados con su trayectoria profesional en el mundo jurídico, e incluso, entre los abogados jóvenes que no tuvieron la fortuna de tratarlo. Sin embargo, será extrañado por aquellos que, sin conocer su labor patriótica, lo disfrutaron en la cotidianidad.
Don Manuel fue un encanto de persona. La cajera del supermercado de su vecindario, el portero del edificio de alguno de sus hijos, el limpiabotas a cargo del lustre de su calzado, su médico de cabecera o la señora que lavaba sus camisas, quizás, solo habrán conocido de don Manuel su cautivante trato. No sabrían necesariamente, ese grupo de personas en el contexto de su vida diaria, que estaban frente a alguien que luchó de manera sostenida y coherente por su bienestar. No obstante, los que conocimos al Dr. Bergés sabemos que será extrañado.
El domingo pasado, el colectivo nacional de personas comunes como las mencionadas, esto es, la ciudadanía dominicana, cambió radicalmente de color el mapa electoral. En 2016, el votante dominicano, favoreció en su mayoría al partido actualmente en el poder; cuatro años después, cambió de manera significativa su parecer. Más que un logro de la oposición, es posible que este resultado revele a una ciudadanía empoderada por sí sola.
Me encantaría dominar las competencias profesionales que permitan un análisis psico-social de lo ocurrido el pasado domingo en esos comicios, y por qué es atendible concluir en una tesis, la hipótesis de empoderamiento ciudadano que planteo. El ciudadano dominicano se acercó a las urnas, tomando debidas prevenciones, luego de que los primeros casos de importación del COVID-19 habían sido reportados por las autoridades sanitarias.
A pesar del riesgo, y de un porcentaje de abstenciones, miles de dominicanos se presentaron para decidir las elecciones con los resultados antes mencionados. Por simple observación, es dable concluir que el ciudadano preservó su salud personal y la de su familia, sin menoscabo de la sanidad democrática. Algo nos dice que el dominicano ha decidido gestionar por sí mismo su progreso, y ha entendido que, en la dinámica del contrato social, es la parte con mayor poder, por demás legítimo y directo a través del voto y el ejercicio oportuno de la libertad de expresión.
La mayoría de esos votantes no saben lo mucho que don Manuel tuvo que ver con la madurez democrática que exhiben, en su calidad de maestro de generaciones de profesionales que han diseminado y multiplicado sus enseñanzas, así como, por la función pública que ejerció como magistrado juez. De los tres poderes del Estado, los líderes que pertenecen al Poder Judicial, son los que más fácilmente caen en el anonimato o el olvido, pues a diferencia de los miembros de los otros poderes, no hacen labores proselitistas para llegar o continuar en el servicio público. Los jueces, como el pasado magistrado Bergés Chupani, hablan a la sociedad a través de sus sentencias; esto es, escritos técnicos que solo los abogados solemos leer. La cátedra dictada por el profesor Bergés en la academia forma parte de la historia oral dominicana y sus alumnos no se cansan de contarla.
Por el contrario, pasados presidentes del país, aspirantes a cargos congresuales y otros líderes políticos, incluso algunos bastante jóvenes, suelen apropiarse de la paternidad (o maternidad) de determinados avances del estado de derecho como herramienta de propaganda electoral.
Quizás el ciudadano dominicano empieza a comprender que ese legado no se protege y fortalece sin el liderazgo de contrapeso del Poder Judicial. ¿Se vota a favor de la justicia independiente? Es posible. También existen unas primeras nociones de premiar con el voto a quien llega con propuestas juiciosamente estudiadas desde la academia.
La iniciativa de declaratoria de estado de emergencia del mandatario recibió críticas inmediatas. Algunas oportunas y atendibles, otras no tanto. En medio de un clima adverso, le corresponde a ese ciudadano, investido de un poder que está a punto de entregar, la garantía de la seguridad ciudadana. Esto es, salvaguardar la salud de un pueblo que le ha dicho de todas las formas constitucionalmente admisibles que su misión oficial debe concluir en agosto de 2020.
Antes, el universo le ha puesto a él y a los demás líderes políticos alrededor del globo, la misión más dura de la Era de la Globalización y quizás de la historia de la humanidad. El presidente constitucional actual, deberá recordar, más allá de su discurso del pasado martes, una notable pieza de oratoria, que su misión no es acerca de la política, a efectos de promover a los cuadros de su partido para la presidencia, la vicepresidencia y el Congreso Nacional. Su misión es acerca de la gente, incluida la que votará en contra de ellos. Lo misma aplica para los líderes de la oposición.
Escribo en letras itálicas la frase verbal esto es y la proposición acerca, porque me recuerdan al Dr. Manuel Bergés Chupani en mis faenas de producción de instrumentos jurídicos; el pater noster de cada día del abogado. En par de ocasiones me tocó presidir tribunales arbitrales junto a él. Vale mencionar que quien preside la corte alternativa colegiada es el abogado de menos experiencia de la terna conformada para resolver los conflictos.
La costumbre, propia de las instituciones de solución alternativa de controversias, procura que los otros dos profesionales más experimentados, se dediquen exclusivamente a la revisión de forma y contenido del laudo arbitral, y a diseñar y proponer la estrategia de solución o laudo decisorio. El doctor Bergés me corrigió para siempre un par de vicios de redacción con su amabilidad acostumbrada. Abusaba yo de la frase verbal, es decir y usaba inadecuadamente, la proposición sobre. El maestro me enseñó a sustituirlas por esto es y acerca. Igualmente, como a todos los que tuvimos el privilegio de absorber sus conocimientos, me compartió en los dos casos mencionados, sabios criterios de estrategia procesal y solución de conflictos.
Don Manuel era un maestro concertista de la ley. Oía las primeras notas y con los ojos cerrados y una sonrisa te describía como seguía la sinfonía completa. Llevaba una colección de pentagramas judiciales en su prodigiosa memoria. Junto a mi queridos maestros, el Dr. Luis Schecker Ortiz, en una ocasión y el Lcdo. Juan Francisco Puello en otra, formamos tribunales arbitrales con cada uno de ellos. Recuerdo haber estado en ambos casos por mis supuestas especialidades. Quería morir de genuino pánico cada vez que me veía en la obligación de proponer el acta de misión del colegiado a esas sabias cabezas.
El Dr. Bergés llegaba a mi oficina con un aire jovial a discutir el caso con el estusiasmo de un recién graduado. Con solo escuchar las conclusiones de los actos introductivos y de defensa de las partes, nos dictaba en líneas generales, la óptima propuesta de solución; no sin antes decir, léase bien, que había que escuchar la opinión de la presidente del colegiado. Esta imberbe que escribe ¡Cuánta modestia! En tiempos en que alumnos algunos en cargos públicos entienden que superan a sus maestros solo por haber cursado ciertos estudios en el extranjero, recordar a Don Manuel es un oasis.
Escuchando las declaraciones de Angela Merkel, primera ministra de Alemania acerca de la dimensión del COVID-19, no nos queda más que reflexionar cada uno de nuestros actos cotidianos, esto es, los hábitos rutinarios, porque pueden ser la diferencia entre la vida y la muerte de las personas en nuestro entorno.
Merkel habló como líder situacional no de un país, sino global. En las actuales circunstancias, cada uno de nosotros debe desarrollar similar liderazgo situacional en el edificio, empresa, comunidad y familia a nuestro cargo. Antes de juzgar al vecino, al compañero de trabajo, al que salió de su casa sin necesidad o la pariente que está muy nerviosa, debemos recordar que actuamos como un gran tribunal colegiado, y unidos debemos resolver un conflicto sin auxilio de precedentes.
Del mismo modo, el liderazgo político nacional, tanto el sector oficial como en las fuerzas de la oposición, necesitan elevarse por encima de sus propias e incluso legítimas aspiraciones y entender el desafío que el brote del coronavirus les impone.
El titular de nuestro esfuerzo es la comunidad. El universo nos somete a la unión. La empatía con los demás, -incluidos los que comenten errores de conducta en el curso de la pandemia- salvará a quienes más queremos y protegemos. Para dictar el laudo que ponga fin a este conflicto originado por las fuerzas de la naturaleza y cuya víctima es la raza humana completa, no hay posibilidad de votos disidentes. Se necesita el consenso y la participación de todos.
Paz eterna don Manuel, trataré de no olvidarme de sus lecciones de humildad. Los tiempos en que ha partido apelan a liderazgos modestos pero comprometidos con los fines superiores como el suyo. Este es mi proyecto de laudo sentimental, el que someto a la revisión de sus discípulos, para manejar mi tristeza. Como verá, no es laudo basado en derecho, solo en el tributo a sus nobles propósitos.
Que su espíritu de hombre sencillo y disciplinado nos sirva de guía en la más difícil de las controversias que hemos vivido como colectivo social. Cada uno de nosotros es un pequeño árbitro en este gran colegiado universal. Gracias por el largo tiempo dedicado a empoderarnos en el ejercicio común del interés social.