Los progresistas verdaderos, sin ninguna vinculación con los intereses norteamericanos, han encabezado, de nuevo, el torrente social y popular que camina por toda América Latina y el Caribe. El movimiento levanta el respeto a los derechos fundamentales del ciudadano y la redacción de leyes sustantivas que defiendan la esencia del sistema democrático y elimine los privilegios a los que se enriquecen con el trabajo de la población.
El nuevo escenario, ambientación, creado en toda la región ha permitido un enfrentamiento electoral nunca visto en lo que va de historia latinoamericana y caribeña. Fuerzas progresistas, democráticas y revolucionarias, se enfrentan, con más bríos, contra la derecha, ultraderecha, sin tirar ni un solo tiro, en los últimos procesos de votaciones celebrados.
El contundente triunfo electoral del Movimiento Al Socialismo (MAS) de Bolivia ha renovado las esperanzas para repetir en otros pueblos esa enriquecedora hazaña que doblega las acciones conspirativas de la ultraderecha latinoamericana y el imperialismo norteamericano. En la patria de Evo Morales quedaron desenmascarados los planes golpistas e interventora de la OEA y su desacreditado presidente Luis Almagro.
El pueblo chileno, rememorando las lecciones y enseñanzas del presidente Salvador Allende, acaba de sepultar la herencia maldita de la dictadura de Augusto Pinochet, su Constitución de la República manchada de sangre. El Plebiscito Nacional 2020, celebrado el domingo 25 de octubre, derogó la Ley Fundamental donde se sustentaba las desigualdades que empobrecieron a la población.
Con el mayoritario resultado plebiscitario, de más de un 78 % de los votos emitidos, los chilenos ordenan la redacción de una nueva Constitución a través de una convocatoria de un Proceso Constituyente integrada por personas elegidas previamente por votación popular.
Bolivia de Evo y Chile del inolvidable presidente Allende, en contextos distintos, acaban de prender la mecha que alumbrará el camino a los demás pueblos hermanos que se enrumban por una transición democrática, para rescatar la confianza de un sistema democrático desacreditado por la errática conducción de la administración pública; contaminado por la corrupción, entreguismo y el enriquecimiento ilegal.
La ultraderecha y los Estados Unidos no cesa en sus planes desestabilizadores en la región. A pesar de ser derrotados en las urnas, insistirán en sus maniobras golpistas y desconocedores de la voluntad popular. Solo la unidad y acción de todos los sectores nacionales podrá evitar vulnerar los resultados electorales, y volver a derramar tantas sangre.
Se ha comprobado que las calles y las plazas son los mejores escenarios para garantizar materializar los planes inmediatos, y que el rumbo de los acontecimientos no se alteren por compromisos de farsantes. Chile venció en las calles, y Bolivia resistió el brutal golpe de Estado y pudo derrotar en las urnas a los golpistas y al imperio.
El camino hacia una verdadera democracia se logra con la participación organizada de la población y sus organizaciones representativas. Que constituya un régimen fundamentado en la redacción de una Ley Suprema donde participen sus verdaderos representantes y no los comerciantes de siempre. Conquistar la democracia teniendo al pueblo como su protagonista para evitar distorsiones lamentables.