Quien suscribe no es un peatón, tengo vehículo y casi siempre, me muevo en él, por tanto, se podría considerar un contrasentido que hable de peatones quien en los hechos no lo es. Sin embargo, creo que no siempre debes y tienes que vivir determinadas situaciones, para sentirlas como tal. Carlos Marx ese gran filósofo y pensador alemán, no era obrero, no obstante, los retrató en el Manifiesto comunista de 1848 y en su obra clásica El capital (1867 primer libro), con una profundidad y radiografía, a veces mejor que ellos mismos al convertirlos en sujeto social.

Las veces que camino a pie y me convierto en lo que muchos de mis ciudadanos son, peatones, entiendo las vicisitudes que pasan pues no son considerados ni percibidos por nadie. Todo el mundo los ignora: el vendutero de la acera, las autoridades municipales, las autoridades gubernamentales, los conductores, públicos y privados, y hasta los propietarios de viviendas con sus construcciones arbitrarias que se comen pedazo de las aceras o los propios vecinos cuando se sientan a conversar en las aceras, frente a sus hogares que consideran las aceras una extensión de la casa y debes echarte a la calle para que ellos sigan su animado dialogo.

No es mi ciudad concebida para disfrutarla, pasearla y regocijarse de sus encantos y tomar el paseo como terapia relajante, el temor de caer en un desagüe sin tapa, caminar por aceras deformadas, cortadas, sin cemento compactado, con pliegos y protuberancias que pueden causarte tropezones peligrosos, hacen abortan el paseo.

A veces caminas bien para hacer una que otra diligencia en la ciudad, pero al llegar a una intersección de calles, entras en pánico porque los choferes o conductores creen o te ven, como un competidor del espacio, la velocidad o la barbarie con la que se conduce en este país y ni por asomo te ofrecen el pase de cortesía.

A veces debo transitar de a pie por las aceras que entornan la Universidad Autónoma de Santo Domingo, el AGN, El Instituto Dominico-Americano, y hasta un hotel turístico cercano y los colegios del entorno y es un sufrimiento caminar esas aceras ya expuestas su gravilla y terraplén a la intemperie de lo que supuso ser un sellado con concreto que desapareció.

La estrechez de muchas de nuestras aceras, también obligan al peatón a tirarse a la calle con el peligro de que un vehículo lo atropelle. La falta de iluminación de las calles, convierten las aceras en boca del lobo y escenario propicio para los delincuentes, sea en barrios, ensanches o urbanizaciones, distraerse caminando nuestra ciudad o simplemente usarla como espacio público de desplazamiento, es un rompecabezas.

No sabemos por qué si los universitarios de la UASD son más de 200 mil del sistema universitario nacional y es la única universidad pública, no se hace una inversión desde la sindicatura del Distrito Nacional o desde el gobierno central, para complacer a esos ciudadanos que pagan impuestos y tienen los mismos derechos para exigir mejores condiciones en los espacios públicos donde se mueven.

La solicitud y el llamado es a quienes asesoran o escuchan demandas en estos estamentos del estado dominicano, municipal y nacional, para que se entienda que el ciudadano no importa que sea de a pie, no solo también vota, sino que contribuye al fisco con sus impuestos y tiene los mismos derechos que los demás.

No se explica pues que las aceras de los entornos de la UASD, el AGN, y demás importantes instituciones de ese lugar se encuentren tan abandonadas y maltratadas, esperamos que el llamado tenga ecos. Invito a los funcionarios relacionados con la temática a caminar antes por estos lugares…..pero a pie.